DÍA DEL ANIMAL. La tierna tarea de “rehumanizar” a los humanos

Parece que el Siglo XXI está poniendo todo patas para arriba: mientras los animales urbanos -esos que llamamos mascotas- parecen humanizarse, los hombres estamos como más bestiales.

No creo que sea mi percepción personal: lo veo a cada rato, en la calle, territorio que transito cotidianamente, y que está dejando de ser amigable.

Ojo: no estoy hablando de inseguridad, de criminales ni de narcos (ésos son bestiales, se cagan en la poca humanidad que les queda). Me refiero a los anónimos que encaramos todas las mañanas para ganar el pan con el sudor de nuestra frente, limpiamente, sin trampas ni asuntos turbios.

Bueno, entre nosotros, algo está pasando. Y no es bueno.

Será por el exceso de tecnología, que nos abruma; será por el exceso de obligaciones, que no nos da el tiempo; será porque vivimos en una gran urbe incontrolable e inmanejable, que nos aliena…

El asunto es que, por andar con las manos llenas de aparatitos, sin tiempo y en un espacio deshumanizado, estamos perdiendo costumbres que nos hacían sentir mejor.

El otro día, en un comercio (una panadería, creo) había un cartel que decía:

“En este lugar está permitido decir ‘buenos días’, ‘gracias’ y ‘por favor’…”

Y pensé que como comunidad, estamos en problemas: ¡si ni siquiera nos saludamos!

¿Cuántas veces pasa en la semana que alguien te pregunta la hora por la calle, o por una dirección, le respondés, y la persona se da media vuelta y se va, sin siquiera decir “gracias”?

Es un desprecio absoluto por el otro.

Y así andamos. En esta involución que estamos padeciendo: perdemos modales, despreciamos el conocimiento (propio y ajeno), le faltamos el respeto a los otros. Nos achicamos como personas.

Si a eso le agregamos que hay como una necesidad extrema de estar “entretenidos” todo el tiempo… La cuestión adquiere, además, una potencial mediocridad.

Este mal ambiente se respira todos los días, a todas horas, en la calle: automovilistas que se insultan unos a otros, colectiveros que no vacilan en ignorar a los que están haciendo gestos desesperados en la parada correspondiente, motoqueros que usan la vereda como calle, ciclistas que patean autos porque no les dejan espacio… El dedo de “fuck you” es un gesto común que se transmite entre vehículos, y entre peatones y conductores. Sin control alguno del Estado, claro, esa es la parte que faltaba para que la calle sea un caos total.

ANIMALES HUMANIZADOS

Del otro lado, están ellos. Los “bichos”, que a fuerza de vivir con humanos se han ido humanizando, en algunos casos, hasta niveles impensados (como los “spa” para perros).

Gatos, perros, loros, canarios, tortugas se han incorporado a nuestros hogares y los hemos hecho parte de nuestras familias. Cada uno con su estilo, con la impronta propia de su especie, saben convivir con humanos y siempre le encuentran la vuelta para sacar lo mejor de sus dueños: cariño, comida y alguna que otra “recompensa” extra…

Desde el principio mismo de la humanidad, los animales son protagonistas: ¿a quién le ordenó Dios a Noé que salvara del diluvio? A un macho y una hembra de cada especie…

En la Argentina, el Día del Animal es el 29 de Abril. Cuenta el Dr. Romero que “Ignacio Lucas Albarracín, en su afán de mejorar la calidad de vida de los que consideraba sus hermanos menores, crea en el año 1885 junto a Domingo Faustino Sarmiento, la Asociación Protectora de Animales. Pero no le lleva mucho tiempo comprender que el eje de la cuestión no es intentar resolver un problema ya existente sino impedir que el problema se siga produciendo. Esto es, lisa y llanamente, educar.

Para ello, y junto a Clemente Onelli (entonces director del Zoológico de Buenos Aires) impulsan y gestionan frente al Consejo Federal de Educación, el establecimiento del 29 de Abril como ‘Día del Animal’.

Así, el 29 de Abril de 1908, es elegido para homenajear por primera vez a todos los animales. Los invitados especiales a la fiesta son 13.000 niños llegados de toda la provincia. Los reciben en el zoológico los dueños de casa: Los animales.

En su discurso inaugural, Albarracín expresó: ‘Si no se quiere que ‘civilización’ sea una mera palabra, hay que agregar en la instrucción, la educación humanitaria’”.

Las mascotas han calado tan hondo en la humanidad, que ésta hasta les ha dado derechos: se les reconoce el derecho a la vida, le prohíbe al hombre los malos tratos para con los animales, y a las especies salvajes les da el derecho de “vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse”.

Cada vez que llegamos a casa, cansados, ahí están las mascotas, que vienen a nuestro rescate: con sus saltos, ladridos y franeleos, intentan reponer en nosotros la humanidad perdida durante la jornada laboral.

Nosotros les enseñamos a sentarse, dar la patita y a buscar la pelota.

Ellos, sencillamente, nos enseñan que sin cariño, casi nada vale la pena.

¡Feliz día a Lupe y Lila (las perras de mi vida) y en ellas, a todos los bichos hermanos!

Claudio Serrentino

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