Por qué se celebra el Día del Vecino

Desde las dos fundaciones de Buenos Aires, al proyecto de un vecino de Villa del Parque. La historia del Día del Vecino.

¿Qué se esconde detrás de las fundaciones de Buenos Aires? Después de aquel comienzo sangriento, ¿cómo se llegó a celebrar el 11 de Junio el “Día del Vecino Participativo”?

Buenos Aires no nació como ciudad, sino como un fuerte: los españoles necesitaban un puerto, una salida al mar para trasladar el oro que extraían de las minas de Potosí, hacia la península ibérica.

Ya en 1516, Juan Díaz de Solís vino con la misión de instalarse por aquí. Pero en la zona de la actual isla Martín García, fueron atacados por los nativos. Dicen que los charrúas, luego de matarlos, asaron los cuerpos de los conquistadores y se lo comieron.

PRIMERA FUNDACIÓN

Dos décadas después, el “primer adelantado” que venía con la misión sentar una base para acelerar el saqueo de las riquezas y llevárselas a España, fue Pedro de Mendoza.

Arribó a estas tierras en 1536, y el 3 de Febrero de ese año fundó  la ciudad de la “Santísima Trinidad y el puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires”, a la altura del actual Parque Lezama.

Cuentan los historiadores que los constantes ataques de los indios querandíes, la falta de alimentos y la aparición de enfermedades, obligaron a los conquistadores a abandonar el lugar.

Algunos se fueron hacia el norte, y fundaron la ciudad de Asunción. Otros, se volvieron a España; de Mendoza murió en el viaje de vuelta.

SEGUNDA FUNDACIÓN

Debieron pasar casi 44 años para que los españoles intentaran generar otra base en esta zona de América. El encargado fue Juan de Garay, quien ya había andado por estos pagos –fundó la ciudad de Santa Fe en 1573– para facilitar la salida al mar de Asunción.

La comitiva partió de Asunción con 200 familias guaraníes y 76 colonos, quienes se sumaron como voluntarios a la convocatoria realizada a través de un bando. Llegaron a la Boca del Riachuelo el 29 de Mayo de 1580, y casi dos semanas después -el 11 de Junio de 1580- ya existía un pequeño campamento.

Ese 11 de Junio, Buenos Aires empezó a ser una ciudad muy particular: es una de las pocas en el mundo que fue fundada dos veces.

En  el acta fundacional, Garay dice “estando en este Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, hago y fundo una ciudad… La iglesia de la cual pongo su advocación de la Santísima Trinidad… y la dicha ciudad mando que se intitule Ciudad de la Trinidad”.

Es decir: el puerto se llama Buenos Aires, pero la Ciudad lleva el nombre de Trinidad porque la fundación ocurrió el Domingo de la Santísima Trinidad. Muy católicos los fundadores (lástima que no respetaron a los nativos como a las fechas santas…).

Sin embargo, la Trinidad quedó en el olvido, quizás porque Buenos Aires es un nombre bien criollo y bien porteño.

Como era costumbre cada vez que los españoles fundaban una ciudad, se plantó el “árbol de la justicia”, Garay blandió la espada en las cuatro direcciones y dio un tajo a la tierra, para señalar la posesión.

Ahí nomás empezó la repartija del territorio, para cumplir con los voluntarios que se habían animado a la aventura de fundar una nueva ciudad: Garay trazó un plano con 250 manzanas, de las cuales 46 destinó a solares urbanos donde ubicó el lugar para el fuerte, la plaza mayor, los conventos de Santo Domingo y San Francisco, y un hospital. El resto fue ocupado por los pobladores.

Obviamente, Garay se quedó con uno de los mejores terrenos: el que hoy ocupa el Banco Nación, en Rivadavia y Reconquista (el que parte reparte…).

La ciudad quedó diseñada con 16 cuadras de sur a norte, y 9 de este a oeste, en el espacio limitado por las actuales calles 25 de Mayo hasta Salta y desde Viamonte hasta la avenida Independencia. Cada poblador recibió un cuarto de manzana y terrenos para cultivo de entre 300 y 400 metros cada uno.

Los nativos volvieron al ataque, como en tiempos de de Mendoza: al poco tiempo de la fundación, fue atacada desde el norte por los guaraníes, y por el sur arremetió la tribu del cacique Telomian Condie.

Pero esta vez, los pobladores estaban preparados. Dicen que en uno de los combates mataron a tantos indios, que el lugar fue bautizado como “Paso de Matanzas”, dando origen al actual “La Matanza”, que denomina al partido más poblado del conurbano bonaerense.

DE VECINOS Y DE DÍAS

Ahora bien: ¿qué tienen que ver las invasiones españolas de hace seis siglos, con el Día del Vecino?

Nada. O casi nada. Aquello fue una sangrienta llegada de la “civilización” europea, que inauguró una serie de matanzas y robos que todavía esperan justicia.

La celebración fue mutando, a medida que la sociedad fue tomando conciencia del verdadero significado de los hechos históricos.

El Día del Vecino, tal como se conoce en la actualidad, fue impulsado por el vecino Romeo Raffo Bontá, quien promovía celebrarlo el 11 de Junio desde la “Asociación Vecinal de Villa del Parque”.

La idea de Romeo tuvo su eco oficial: en 1959, la entonces Municipalidad de la Ciudad instituye el “Día del Vecino” y comienza a celebrarlo por los barrios.

Treinta años después, en 1990, se estableció por decreto, que el 11 de Junio es el día del “Vecino Participativo”, los cuales eran distinguidos, cada año, por las autoridades. La ley 1.562 define que también ese día se celebra el “Día de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

Qué bueno que coincidan las fechas. Buenos Aires, la ciudad moderna, pujante y superada, celebra su día con los vecinos participativos… Pero no.

Hoy, los gobernantes intentan limitar la “participación” a los “me gusta” de las redes sociales, mientras se sigue recordando al conquistador Juan de Garay.

¿Es que hay que andar arrancando cabezas con la espada, para que en esta ciudad te reconozcan?

Claudio Serrentino

 

 

También le puede interesar