PASO. El día que el gobierno se puso "nerviosho"

Debieron esperar a que terminen las transmisiones televisivas desde el alegre bunker massista. En los últimos minutos que le quedaban al Domingo 11 de Agosto, el oficialismo a nivel nacional intentó celebrar la derrota: pero no pudo sobreactuar.

LAS caras largas se impusieron en el bunker cristinista. Ni la Presidente logró abstraerse de ese ambiente. Su tono ya no fue triunfalista, ni arengador. Scioli, a su izquierda, duro como rulo de estatua, siempre dispuesto a pagar la cuenta. Era para eso que lo habían floreado por todos lados con Insaurralde…

Horas antes, al ir a votar, Cristina había mostrado su histrionismo cuando se convirtió en “movilera” de C5N. También había aprovechado las cámaras para nombrar, una vez más, al marido muerto y al nieto recién nacido.

Los kirchneristas mastican bronca y apelan a la lealtad para que la tropa no se le disperse –más, todavía- y viven el duelo de la peor forma posible: para adentro. Se sabe que si el dolor no “sale”, no se expresa, adentro termina por pudrirse. Quizás, Gabriela Cerruti intentó apretar el grano para sacar pus, en las primeras horas tras la derrota, cuando reconoció por Twitter “perdimos, admitámoslo”.

No fue la manera que eligió Cristina. Ella prefirió echarle la culpa a los medios contreras (que también eran contreras cuando CFK ganó por el 54%, en 2011) y a cierta ignorancia de la ciudadanía: “tenemos que explicar cosas obvias”, dijo, como una maestra que no logra que los alumnos comprendan la lección. A esos alumnos díscolos, les dijo: “todos los ciudadanos deben asumir la responsabilidad por lo que se piensa, por lo que se dice, cuando emiten su voto”. Faltó que los mandara en penitencia a la dirección por no depositar en la urna la boleta del Frente Para la Victoria…

Más allá de la actitud de la Presidente,  quedó demostrado que el gobierno nacional no pudo imponer su agenda de temas durante estos dos años del “vamos por todo”. La ley de medios, la democratización de la Justicia, no fueron prioridades para tres de cada cuatro argentinos. Quizás, el 75% de los electores, cree que es más importante?bajar la inflación, mejorar la seguridad, solucionar el problema energético, mejorar el transporte público.

El oficialismo debería encarar una etapa superadora, con nuevas metas, y también, con nuevas formas.

El cristinismo podría recuperarse y mejorar su performance en Octubre, si supiera leer correctamente qué quisieron decirle los argentinos que no votaron por sus precandidatos. Pero eso no se logra mirando sólo la porción de la realidad que les conviene (“somos la primera fuerza política a nivel nacional”, insiste Cristina). Hay que mirar también la otra parte, la que duele.

Estos días son cruciales:?¿son capaces de encarar los puntos álgidos de su gestión sin prejuicios, y con voluntad de recuperarse? Si la respuesta es afirmativa, no me cabe duda que el cristinismo es una fuerza política con futuro.

Obviamente, deberán repensar la estrategia, será indispensable impulsar y hacer conocer a nuevos dirigentes que tengan carisma, y –por qué no- impulsar el debate interno. Al fin y al cabo, de eso se trata la militancia en cualquier partido político que se precie de tal.

La primera movida del oficialismo para recuperarse fue fuerte: aumentos del mínimo no imponible para Ganancias y de la Asignación por Hijo.

¿Y LA OPOSICIÓN?

El PRO hace de cuenta que ganó en Capital (en realidad, salió segundo). Es lo más cómodo. Hubiera sido bárbaro que a la interna feroz le sacaran el silenciador –Larreta vs. Michetti- y se definiera en las urnas. Insisten con la boleta úni-ca, mientras Macri sigue soñando con 2015 (ese bailecito de Mauricio en Domingo post electoral, a mí, personalmente, cada vez me parece más ri-dículo y sobreactuado, pero en fin…).

Hasta ahora, creo que a ese sector, Massa (armado con peronistas y “k” desencantados) les ganó la parada. No habría que descartar que, llegado el momento, negocien algún puesto con el nuevo hombre fuerte de Tigre.

La interna de UNEN demostró que la gente sabe que las PASO son para definir candidaturas. Más de un tercio de los votantes de la Ciudad eligió participar en esa interna. Cierto es que también, tenía candidatos para todos los gustos.

Elisa Carrió se relajó en el programa de Lanata, en la trasnoche electoral, y confesó que le gusta estar tirada en la cama “como hacía Churchill”. Claro, a diferencia de la fudadora del ARI, el viejo político inglés obtuvo resultados un poco más trascendentales que los de la chaqueña: no ganó una interna, pero logró contener y luego vencer a Hitler.  Para no ser menos que Winston, en ese mismo programa, Carrió aseguró que había resucitado. “Yo estaba muerta, la gente me rescató”.

Pero cuidado. Lo dijo Lousteau en el programa del Gato Silvestre: “no quiero dormirme en los laureles, si este proceso político (por el gobierno de Cristina) se terminó, hay que empezar a crear otro nuevo. Si no, ¿con qué reemplazás a lo viejo?”.

¿Está en condiciones ese espacio de generar una alternativa de poder, o se conforman con rejuntarse para sumar votos? Deberán actuar con sagacidad y reflejos, si pretenden resultados favorables. Pesa sobre sus espaldas la penosa experiencia de la Alianza, que culminó abruptamente con el caos de fines de 2001.

Ardua labor tiene la oposición: generar propuestas, planes, objetivos, metas. El electorado argentino está harto de slogans (quedó demostrado con el cuarto puesto de De Narváez): quiere escuchar propuestas.

Pese a los titulares de los diarios (sobre todo, de los que tienen sed de venganza), el 11 de Agosto no murió ni resucitó nadie. Scioli lo dijo por estos días (aunque por otros motivos):?hay que desdramatizar y racionalizar y (agrego yo) revitalizar la actividad partidaria.

En los menos de dos meses que quedan hasta las elecciones de Octubre, la inteligencia, la picardía, el talento y la capacidad de unos y otros, atraerá voluntades o espantará votantes.

Y el Pueblo, soberano, elegirá.

Es lo mejor que nos puede pasar como república.

 

Por Claudio Serrentino

Foto: Télam.

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