Rodríguez Larreta, la ciudad de sus sueños y la Buenos Aires real

El Jefe de Gobierno -que durante los dos mandatos de Macri en la Ciudad fue su Jefe de Gabinete- asegura que Buenos Aires debería imitar a la ciudad holandesa de Amsterdam. Mientras tanto, la realidad de los barrios está muy lejos de los simpáticos paseos del microcentro porteño, o de Recoleta.

Cuando viene a los barrios, no quiere “hablar de política”. Es curioso, porque quien dice esto es un funcionario con un alto cargo político: ¿se imaginan a un obispo que no quiera hablar de religión?

En fin, cada uno tiene sus costumbres: cuando viene a la Comuna 10, Horacio Rodríguez Larreta prefiere escuchar y anotar las quejas vecinales respecto de una luminaria que se quemó, de una vereda que hay que reparar, o de un bache en una esquina. Curiosamente, el ex Jefe de Gabinete y actual Jefe de Gobierno, viene a los barrios a hacer una tarea que le está asignada -por la Constitución local- a las Juntas Comunales.

Otra “curiosidad” (por no usar otro adjetivo descalificativo): en esas reuniones no permitió preguntas de los medios locales, así que aprovecharé reportajes realizados recientemente en los diarios “Clarín” y “La Nación” para hilar fino, ir un poco más allá de los conceptos vertidos. Después de todo, sería lindo discutir qué queremos entre todos. Por ahora, deberán conformarse con la opinión de Larreta y algunas observaciones mías.

En declaraciones al diario “La Nación”, el flamante Jefe de Gobierno porteño aseguró:

Hay dos modelos en pugna. Uno es del espacio público como un lugar de tránsito para ir de un lugar a otro, como en el caso de Los Angeles, donde casi no hay veredas. El contraejemplo que a mí me gusta son ciudades como Amsterdam y Copenhague, donde todo el mundo camina o anda en bicicleta, y salir a la calle es un programa. Ése es el modelo que buscamos en Buenos Aires al peatonalizar el microcentro. El cambio cultural que supuso esa medida es increíble”.

Está muy bien que Rodríguez Larreta se imagine una Ciudad mejor, y también está muy bien que intente plasmar esos ideales copiando los modelos mundialmente conocidos. Pero lo cierto es que las realidades de Amsterdam y Copenhague son muy distintas a la de Buenos Aires.

Por empezar, la cantidad de gente que vive en Amsterdam y Copenhague es mucho menor a la de la Ciudad de Buenos Aires: 779.808 personas viven en la ciudad holandesa, y 562.379 lo hacen en la dinamarquesa. Muy inferior a la población porteña: casi 3 millones.

Este número es vital para evaluar la calidad de vida: cuanto más gente vive en una ciudad, la calidad de vida disminuye. Por razones obvias: se comparte con más las redes sanitarias, eléctricas, el transporte público, las calles, las veredas… Todo se usa mucho y se desgasta rápido.

Pero los números -y la vida cotidiana, en suma- se complican, si a esa cifra se les agregan las localidades que rodean las ciudades, y que conforman las “áreas metropolitanas” de estos tres casos.

Se sabe que en las grandes ciudades entran y salen todos los días miles de personas, desde pueblos vecinos: a trabajar, a estudiar, a hacer trámites, a visitar parientes y amigos, a pasear o a realizar una consulta al médico. Lo cual aumenta el tamaño en cantidad, y degrada aún más la calidad de vida de los habitantes de la Ciudad y el Conurbano (en el caso argentino).

Las cifras muestran las realidades totalmente disímiles de las tres ciudades (sin contar el nivel de educación de sus poblaciones, un detalle no menor).

Obvio que la que más hacinamiento y alienación genera, es Buenos Aires:

Area Metropolitana                     Tamaño                Habitantes       Densidad de población

Amsterdam                                  1.422 km²               1.970.000             1.424 hab/km²

Copenhagen                                 1.891 km²               1.680.000                888 hab/km²

Buenos Aires                               2.681 km²             12.800.000            4.774 hab/km²

Rodríguez Larreta habla de Buenos Aires como si sólo fuera el centro, donde sí hay bicisendas y zonas peatonalizadas. Pero la Ciudad no termina en la 9 de Julio… ¡Claro que no! El mismísimo Jefe de Gobierno lo desmiente desde “Clarín”: “se podría hacer algo similar en Tribunales. Y en los barrios, en sectores más chicos, como hicimos en el Barrio Chino”.

Okey, entre el Microcentro, Barrio Chino y Tribunales se ocuparon/ocuparán de 20 cuadras. ¿Y el resto de la Ciudad?

“Salir a la calle” como un programa divertido -según afirma Larreta que pasa en las ciudades europeas- se convierte en una experiencia por demás tediosa en Buenos Aires: tránsito denso, colectivos y trenes repletos a los cuales hay que esperar entre 10 y 30 minutos -según adonde se quiera llegar-, experiencia que se torna peligrosa si uno camina por ciertas terminales como Constitución, Retiro, Once o Liniers, donde abundan los “amigos de lo ajeno”

[pullquote]La Buenos Aires real no tiene calles peatonalizadas, ni bicisendas interconectadas, ni buen transporte público de pasajeros. El presente augurado todavía no llegó a los barrios.[/pullquote]

Lejos, definitivamente lejos del confortable microclima del microcentro. La Buenos Aires real no tiene calles peatonalizadas, ni bicisendas interconectadas, ni buen transporte público de pasajeros. El presente augurado todavía no llegó a los barrios.

Pongamos un ejemplo: Floresta. ¿Cuántas bicisendas tiene? Una sola, por Chivilcoy. Y llega sólo hasta Juan B. Justo. ¿Y para ir a Caballito, Villa del Parque o Liniers, por dónde toman los ciclistas? Por las peligrosas calles y avenidas “del pasado”: sin bicisendas, obvio.

¿Y en Amsterdam “todo el mundo anda en bicicleta”, como dice Rodríguez Larreta?

Así parece. Según el sitio Amsterdam.info, Casi la mitad del tráfico en Amsterdam se realiza en bicicleta. Los holandeses están orgullosos de su cultura ciclista y se les puede ver pedaleando por la ciudad bajo el sol, la lluvia o la nieve (y nunca con casco). Los carriles bicicleta están conectados en todo el pais y los ciclistas son respetados en las carreteras, haciendo que el ciclismo sea una manera eficiente, sana y ecológica de moverse de un lado a otro.

¿En el futuro Buenos Aires podría parecerse a Amsterdam? Y… si empieza a ocurrir, será de la mano del Ministro de Transporte (era de la Ciudad, es de la Nación) Guillermo Dietrich: En Transporte, el equipo de Nación, Provincia y Ciudad es uno solo. Estudiamos hacer una Red Metropolitana de Metrobus, que vinculará a la Ciudad con los partidos bonaerenses de Avellaneda, Lanús, La Matanza, Morón, Tres de Febrero, San Martín y San Isidro. Y también permitirá avanzar con la creación de una Red de Expresos Regionales, conectando los ferrocarriles del área metropolitana a través de 16 km de túneles.

Larreta está convencido que el futuro para en todas: “seguiré apostando y privilegiando al transporte público. Una prioridad es mejorar la frecuencia del subte, con la incorporación de trenes. Y vamos a terminar la extensión de la línea H para que vaya desde Pompeya hasta la Facultad de Derecho, y la de la línea E, para que llegue hasta Retiro. En este caso, la Nación hizo la obra civil, pero no las vías ni la comunicación. Cuando nos transfieran la obra, hacen falta dos años de trabajo”.

Hay otros problemas más puntuales y urgentes, como los manteros que se adueñaron del espacio público (veredas y calles) y abundan por la avenida Avellaneda, Rivadavia (Flores, Caballito y Liniers), Once y otras zonas que lamentablemente se siguen sumando. ¿Qué solución planea darles el nuevo Jefe de Gobierno?

“A la gente hay que darle alternativas. Recuperar terrenos hoy en desuso nos permitirá dárselas a los manteros y regularizarlos. Por ejemplo, en Once, en la calle Perón hay tres cuadras de corralones abandonados junto a las vías, donde podrían trabajar”.

¿A esas mafias que parcelan el espacio público, le van a dar espacios que también son de todos, para que sigan haciendo negocio a nuestra cuenta y cargo, y sigan parcelando?

Quizás, el futuro pase por aquí cerca, algún día. Por ahora -si uno quiere espiarlo- ni se asome a la esquina: tendrá que darse una vuelta por algún rincón del microcentro.

Claudio Serrentino

Foto: GCABA


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