VILLA LURO. El barrio de las calles románticas

Esas callecitas de Villa Luro, con nombre de poetas y generosa arboleda, ayudaron a parir personajes tan distintos entre sí como Juan Baigorri Velar (el hombre que hacía llover), Diego Capusotto (el hombre que hace reír), Nelly Raymond, Palmiro Caballasca (¡me hirve la cabeza!, hoy atiende un kiosco en Floresta) o el tozudo José Amalfitani.  ¡Felices 107 Años, Villa Luro!

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Caminar por Villa Luro, hoy, me provoca admiración y nostalgia: admiración, por lo lindo que los vecinos mantienen al barrio, coqueto y luminoso. Nostalgia, porque así era mi Floresta, hasta que fue copado por los inescrupulosos talleristas y empresarios textiles que lo destruyeron…

Pero en fin: el 1º de Diciembre, cumple años este barrio amigo, querido, que tiene tanta historia como orgullo: la ocasión es propicia, entonces, para que la Junta de Estudios Históricos, cuente cómo nació Villa Luro.

ASÍ NACIÓ EL BARRIO DE LAS CALLES ROMÁNTICAS

El 1º de Diciembre de 1911 quedó habilitado un apeadero del Ferro Carril del Oeste (luego Domingo F. Sarmiento), al que se denominó Villa Luro, apellido de la familia de la que uno de sus miembros (Pedro Olegario) fuera propietario de tierras de estos lugares.

En 1923, esta parada fue luego trasladada a su actual emplazamiento en el que casi no se registran elementos de lo que fuera un importante nudo ferroviario, teniendo en cuenta que en él tenían su cabecera dos ramales: uno hacia el Barrio de Versailles (El Trencito) y el otro hasta empalmar con el ex FC Pacífico.

Con el tren y los tranvías, por las Av. J. B. Alberdi y Rivadavia, comenzaría un proceso de urbanización que iría modificando el paisaje rural, de este sector de la ciudad, ocupado hasta entonces, fundamentalmente, por quintas de hortalizas y hornos de ladrillos.

La cría de ovejas no fue ajena, al igual que algunos tambos, siendo el mas recordado La Granja Nacional de los hermanos Pedro y Julio Costa, cuyo edificio principal se mantuviera en pie hasta la década del 60, funcionando en él, una de las paradas que existieron sobre el Camino Real, lugar de congregación de lugareños y caminantes.

Villa Luro posee un rico historial, aunque lamentablemente perdido como consecuencia de la indiferencia hacia la tradición, construcciones que hubieran contribuido a conocer y comprender períodos de nuestra historia y pasado colonial, como la casa de Los Virreyes, en Monte Castro, edificación que estuviera emplazada en la manzana comprendida por las calles: San Blas, Moliere, Camarones y Virgilio.

A principios del Siglo XX los talleres del ferrocarril, con su monumental obra, comenzarían a “domar” al terrible Arroyo Maldonado, entubado en la década del 30, y una legión de trabajadores del mismo, se establecería en sus alrededores, poblando gran parte del Barrio al igual que a los de Liniers y Versalles.

Villa Luro , a quien Hugo Corradi bautizara “El Barrio Centenario”, pugna por no perder su identidad: “la conexión con el pasado, requisito indispensable para una nueva y segura tradición”, tal como lo expresara, alguna vez, el historiador Sigfrido Giedion y que permita, como parte de la Comuna 10, su presencia en los futuros diseños urbanos de la Ciudad.

Junta de Estudios Históricos de Villa Luro

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