FLORESTA. Llega el “camino de fierro” y nace el barrio

La inauguración del ferrocarril fue vital para el desarrollo de la Argentina: infinidad de pueblos se fundaron al costado de sus vías. Hace 161 años, el primer tren que recorrió estas tierras llegó a la estación “La Floresta”. Era el inicio de la historia ferroviaria argentina, y del pequeño poblado de casas que se fue convirtiendo en barrio.

En los primeros meses de 1855 llegaron -procedentes de Europa- un ingeniero, varios prácticos y 160 trabajadores para empezar la obra.

Las dificultades se renovaron de tal forma, que la sociedad llegó hasta empeñar el crédito personal de sus miembros por sumas de dinero.

Según el contrato, el ferrocarril debía inaugurarse el 1º de Enero de 1857, pero torrenciales lluvias de verano deformaron los terraplenes burlando así las esperanzas fundadas con tanto sacrificio.

A principio del mes de Agosto de 1857, el trayecto estaba concluido con todas las seguridades que podían darse y con los defectos propios de la época y de la falta de precisión y experiencia en empresas de esta índole.

EL ACCIDENTE QUE SE MANTUVO EN SECRETO

Cuando la obra llegó a su término, la crónica cuenta que se realizó un viaje experimental conducido por “La Porteña”, un coche encomienda y un coche de pasajeros en el que viajaban, entre otros, el General Bartolomé Mitre, el Dr. Vélez Sarsfíeld, los señores Van Praet, Gowland, Barros Pasos, Obligado, Zapiola, Lavallol, Miró, Moreno, Riestra y Valentín Aisina.

El viaje de ida se realizó sin ningún contratiempo, pero en el regreso, el maquinista del tren -que era el inglés John Alian– a pedido de los pasajeros imprimió mayor rapidez, se entusiasmó y puso a la locomotora a 25 millas por hora, lo que para aquel entonces era una velocidad formidable.

Todo iba bien, hasta que a mitad de camino a la altura de la estación Almagro y encontrándose la formación sobre un terraplén, la locomotora descarriló, recorrió unos metros sobre los durmientes, y rompió 80 metros de vía.

La desgracia pudo haber sido más grande, si la locomotora no se hubiese encajado en un gran zanjón que la detuvo. El vagón encomienda se volcó y el coche de pasajeros quedó semitumbado. En dicho descarrilamiento sufrieron heridas leves los señores Gowland, Miró, Van Praet, Guerrico y Moreno, escapando increíblemente ilesos los conductores, John Alian y Alfonso Carrozzi.

Los accionistas se juramentaron que dicho accidente quede en el más absoluto secreto, a fin de no difundir alarma en el público, pero la prueba bastó para darse cuenta que la vía no estaba aún en condiciones requeridas para librarla al público, por lo que rehusaron recibirla hasta que no se efectuaran las obras necesarias.

Después de ocurrido el accidente, y para verificar que los arreglos estaban realizados correctamente, el 27 de Agosto de 1857 se realizó un nuevo ensayo en privado, que resultó todo un éxito.

GRAN INAUGURACIÓN GRAN

¡Y llegó el día esperado! El Sábado 29 de Agosto de 1857 amaneció con sol y cielo despejado. Por la mañana el obispo de Buenos Aires, Monseñor Escalada, en un tablado ornamentado con flores y banderas, celebró una misa y dio la bendición a las dos locomotoras bautizadas con los nombres de “La Porteña” y “La Argentina” (Serie “A” – Rodado: 0-4-0 ST – Peso: 15.750 kg. -Fabricada por E.B. WILSON de LEEDS Inglaterra en el año 1856).

Toda la Estación Del Parque y los alrededores se encontraban engalanados para la ocasión. Una multitud cubría la Plaza del Parque (hoy Plaza Lavalle) a la espera de ver pasar el verdadero progreso que se venia a pasos agigantados.

Dada la señal de partida del tren oficial, el pitazo interminable de “La Porteña” hizo estremecer a los presentes. El tren comenzó a avanzar entre dos hileras interminables de público, que saludaba la salida entre aplausos y vítores. Seguidamente, se perdió pronto de vista a través de la frondosidad del paisaje.

Al llegar al pueblo de San José de Flores, el tren inaugural fue saludado por todo el pueblo que se encontraba en las inmediaciones y por la banda del Batallón 2 de Línea, que tocó la “Marcha de Lavalle”.

Su ingreso a la estación La Floresta – fin del recorrido- fue apoteótico, ya que todo el pueblo los esperaba para darles la bienvenida.

Al finalizar el viaje, los pasajeros fueron invitados a un ágape en un comedor de la zona, donde se brindó por el éxito del medio de transporte que en la Argentina acababa de nacer, y que seria a la postre el que traería la civilización a gran parte del país fundando pueblos que hoy deben su progreso gracias al tren.

El Domingo 30 de Agosto de 1857, el ferrocarril quedó librado al servicio público de trenes entre la Estación “Del Parque” y la Estación “La Floresta”. Se comenzó a implementar un servicio regular de pasajeros entre ambas estaciones, realizándose dos frecuencias diarias en ambos sentidos, ellas eran: de estación Del Parque: 11,00 horas y 15,00 horas-de La Floresta: 12,30 horas y 16,30 horas.

A fines del año 1857, según versiones, se habilitó un horario nocturno entre las 20,30 y 23,00 horas, informando al público que dicho tren prestaba servicio siempre y cuando hubiera luna y la noche se encontrara clara. Esta forma de viaje fue dejada de lado cuando le fueron incorporados los faroles a las locomotoras.

La tarifa punta a punta en coche de primera clase: $ 10,00 – El boleto en coche de segunda clase $ 5,00.

La cantidad de pasajeros transportados desde el 30 de Agosto de 1857 al 31 de Diciembre del mismo año, fue de 56.190 y cargas por 2.257 toneladas.

En un año se transportaron 185.566 pasajeros y 6.747 toneladas de cargas que proporcionaron ingresos suficientes para asegurar el 5% de beneficios del capital empleado.

En Buenos Aires vivían por esos años cerca de 170.000 habitantes. El tiempo que insumía el tren en realizar el viaje entre las estaciones “Del Parque” y “La Floresta”, era de 30 minutos.

Carlos A. Salgado

Foto: Archivo General de la Nación

Fuentes consultadas: Revista “Polémica” Nº 47 “La Edad del Riel” – Cuadernos de Buenos Aires Nº 30 de Hugo Corradi – “Nuevo Diccionario Geográfico-Histórico de la República Argentina”, editado en el año 1921 de Javier Marrazo – Diario “La Razón” del 29/08/1927 -Archivo General de la Nación – Museo Nacional Ferroviario

También le puede interesar