El Club el Luchador fue el patio grande de mi casa (Lito Soler, 70 años)
Fue mi segunda casa (Gregorio Gentile, 76 años)
Me muero si me falta, mis viejos, mis tíos y primos pasaron toda la vida en el Club (Cacho Banana, 70 años)
El Club era divertido, era el lugar de nuestras salidas, no íbamos a ningún lado (Filomena Gallucci de Otano, 93 años)
Ahí vivíamos, toda nuestra vida transcurrió en El Luchador (Antonio Ruchi, 65 años)
El Club fue como si fuera nuestra casa (Oscar Brendanas)
El Club era mi novia, mi amante, mi madre, mi amigo, era todo para mí, el descanso, la distracción, ratito que teníamos, la frase recurrente era: me voy para el Club (Petrelli, 74 años)
-Entrevistas año 2004-
En el año 2004, la Revista Todo es Historia realizó un concurso titulado CLUBES DE BARRIO-Latidos de mi ciudad. Me interesó el tema y me puse a investigar al Club El Luchador. Por entonces se había estrenado la película “Luna de Avellaneda”, que contaba la historia de un club de barrio. Me contacté con muchos vecinos que me brindaron sus recuerdos. Viendo y escuchando sus testimonios, comprobé cuánto lo habían disfrutado, cuánto lo querían y lamentaba que el tiempo había pasado y ya no era lo mismo, entonces me dio por titular el trabajo: El Sol de Versalles. No obtuve premio, pero me permitió conocer la existencia de sus socios, las necesidades que pasaron y lo que lucharon para apoyar su crecimiento; y esos valiosos testimonios de quienes la mayoría nos están, los vuelco hoy aquí..
Su historia comienza con el acta N°1 del 3 de Noviembre de 1931 que sintetiza el motivo por el cual se funda el Club. “En el día de la fecha, interpretando el sentir de numerosas personas de reorganizar el inextinguible Club El Luchador, se reúnen los siguientes miembros: Eugenio Laguna, Víctor Plataroti, José D´Angelo, Pío Otano, José Alderete, Francisco Plataroti, Cayetano Almeyda y Silvestre A. Caruso, y por unanimidad, coinciden que se nombre una comisión que regirá los destinos del Club… luego se convocará a una Asamblea General y determinar las autoridades. El primer Presidente fue J. J. DÁngelo.
Cuando el Club se fundó, ya estaban las fábricas de Pinturas el Mono de Masciorini (1920) y la Textil Teubal (1928). Dieron mucho trabajo, y entonces, llegaron los vecinos a Versalles y el Club resultó una necesidad.
Surgió la pregunta, ¿por qué reorganizar? Y ahí la investigación me llevó a Tito Gallina, que vivía en M.P.de Peralta 543, quien contó que el Club se había fundado en el año 1925, como Club de Fútbol, la cancha estaba en La Fábrica de Pinturas el Mono, que daba por la calle M.P. de Peralta… como fabricaban sus envases, tiraban muchos recortes de las latas de pintura, los jugadores se lastimaban, Hubo chicos que los tuvieron que llevar al Hospital Salaberry… el Club no continuó… se disolvió.
Pasado un tiempo, pensaron refundarlo. Alquilaron un galpón abandonado que estaba en Barragán y Viena. Era fundamentalmente un club de fútbol. Por esos tiempos había clubes por todos lados y cada uno tenía su propia barrita. El Luchador se destacó por su equipo “el Lucha, el Lucha”….
No se contaba con recursos, era pobre y el trabajo desinteresado de sus socios, ayudó a llevarlo adelante. Se recibió un cuaderno de 50 páginas para las actas, se compró la tela para los primeros pantalones que lo cosieron las modistas, seguramente con la máquina Singer. Alguien dona los cordones para atarlos. A la semana de fundarse, contaba con 48 socios y 11 cadetes. En esos tiempos se utilizaban las palabras team, field, score, foot ball. El farmacéutico Chernicoff, que tenía la farmacia en Viena y Gallardo, papá de Rudy que nació en Viena a mitad de cuadra del Club, donó un botiquín de medicamentos. etc. A su vez, Masciorini les dio varios litros de pintura para embellecer el local.
Todo se agradece. Los socios regalan para rifar: un cuchillo, una yunta de pollos, una botella de vino oporto, un sombrero, un reloj eléctrico, una guitarra con dos cuerdas y compran las cuatro restantes, un tintero que se rifa 1000 números a 20 centavos, un pito de réferi.. El Club compró una máquina hormiguicida y las prestaban a sus socios pagando 30 centavos, no pudiendo tenerla más de 6 horas en sus domicilios.
Los colores del Club era rojo y blanco y el primer partido se juega contra Racing S.C. de Ciudadela. Se celebra el primer año de la fundación del Club con una comida, hubo un percance, se rompió la olla que costó repararla, 7 pesos. La primera canchita estaba frente a la comisaría 44°, calle Ferrocarril y Peralta.
Tito Gallina: “las rencillas se resolvían a trompadas, teníamos el apoyo del colectivo 21, hoy 106… jugábamos descalzos para no gastar las únicas zapatillas que teníamos”. Lito: “del Luchador salió Ángel Marcos, que jugó en Ferro, campeón con Chacarita, y después se fue a Francia… un crack…”. El segundo aniversario se celebra con un asado y luego matiné danzante, gratis.
Los bailes del Luchador. “Los bailes fueron famosos, ahí conocimos nuestros novios, hoy maridos, esposas, ya abuelos”. Se inauguró parcialmente la pista, los que debían las cuotas no podían ingresar al baile.
Tito Gallina: “nosotros éramos todos crotos, laburantes sin corbatas, teníamos una sola pilcha, en cada baile gastábamos la media suela de los zapatos, porque el piso era de cemento, el zapatero que vivía al lado hacía buena plata arreglándonos los botines, después se trató de solucionar el piso… ronda la idea de comprar la victrola, imposible por su alto costo y entonces llegaban las orquestas…se contratan la de Randazzo, la típica de Liborio, la de Fiori y su pianista, Mazzetti con su cantor Osvaldo Cunnil. Sadaic quiere cobrar los derechos de autor. Se decide comprar un amplificador, más 100 metros de cable. Se compra al final la victrola y discos. Sadaic insiste en cobrar los impuestos. El Club comunica que no se permitirá la entrada a quien no esté correctamente vestido, el uso de la corbata, obligatorio…. Hay que saber bailar, no se puede ser ‘pata dura’, sino las chicas no salen a bailar… Un grupo de socios decidió crear la Academia de Baile, dos veces por semana con un bandoneón… y así aprendimos a bailar…” Membrana. No se les cobrará entrada a los socios que estén bajo bandera.
Los Carnavales. Eran buenísimos, nos disfrazábamos, se entregaba el premio al mejor disfraz, se compraba papel picado, 100 kilos y 2000 bolsitas para fraccionarlo, una gruesa de serpentinas, cornetas etc….se debía guardar compostura… las chicas venían con la mamá… había que conquistar a la “vieja” para que nos dejara bailar con la hija… fue hermoso todo… se casó medio barrio, éramos como la vuelta de perro de las provincias…
Los picnic. Era una costumbre muy instalada en el Club, generalmente se hacían en verano, alquilaban un terreno, los socios se trasladaban en bañaderas, camiones etc. Banana: “te divertías como loco, las partidas del Club eran un alboroto bárbaro… íbamos a las playas de Quilmes, en el Recreo Los Robles, a Moreno…llevábamos el bandoneón … o una orquesta… se hacían carrera de sortijas, embolsados…también íbamos a San Isidro, Vicente López…llevábamos un fuentón con hielo para las bebidas,…y hasta el ropero para cambiarnos…”.
Juegos. Las bochas era el entretenimiento de los más grandes, se lustraban con grasa de potro… a veces se caían en la casa del vecino que tenían gallina y se las golpeábamos, las zapatillas se alquilaban a 0,10 por partido. Se jugaban campeonatos de truco, de mus y de escoba. No se permitió el juego del chinguin por estar legamente prohibido. Se jugaba al billar y en varias oportunidades vinieron los hermanos Navarritas. Como estaba estropeado el paño de la mesa, hubo que cambiarlo. Los mayores de 12 años, que usaban pantalones largos, podían jugar hasta las 21 horas. Había una mesa de ping pong, y un juego del sapo. Se empezó con la práctica de box, se hizo una fiesta en honor al Campeón Argentino de peso mosca Julio Buggione.
La sede propia. Se formó un condominio para comprar la sede. Intervino el escribano Romanelli quien donó los honorarios. Interviene Nissim Teubal, quien después dona el importe facilitado. Se obtuvo la personería Jurídica N° 2908.
En 1956, cuando se produjo el brote de polio, se le envía una nota a Ezra Teubal de agradecimiento por la entrega de elementos de limpieza y desinfección de calles, cercos y veredas en la lucha contra la parálisis infantil.
Cine. En el año 1949 se decide dar cine gratis a los socios. La máquina de cine la dona la Teubal y se le agradece por carta. En febrero de 1952 se presenta la película “Sucedió en la 5ta Avenida” y como complemento, dibujitos animados para los chicos. Se resuelve realizar un festival cinematográfico los días 15 y 29 de mayo de 1959. Se proyectaron “La casa de los millones”, “De Texas a Bataan”. “La Niña del Fuego” con Lolita Torres. Cómo nos divertíamos con las películas de Chaplin… vinieron los magos Telma y William, etc. Como la máquina de café hacía mucho ruido, se prohibió su uso durante las funciones y como también molestaba la luz, la venta solo se producía en los intervalos. En 1956 se presentó el Mago Richard auspiciado por caramelos MUMU, “que deleitaron a los asistentes haciéndole entrega de golosinas a los niños”….
El Teatro. En 1952 se forma una comisión artística para desarrollar actividades escénicas. Así surge el Teatro vocacional, Teatro Popular Versalles. Teubal dio la tela para el telón. Una de las obras que se dieron fue “Los Caballeros del Altillo”, algo parecido al Conventillo de la Paloma. Otras obras fueron: “Estamos en la Pomada”, “Che, préstame la pieza”, “La Estatua Maldita”, “Los Angelitos”, etc. Presentaron obras de Vaccarezza, “El Rosal de las Ruinas” de Belisario Roldán. “Actuábamos en otros clubes al 50% y con eso comprábamos utilería escenografía… fue un lindo grupo, había buena amistad, hacíamos mucho sacrificio, todo se lograba a través del esfuerzo… Nosotros le hicimos cambiar el nombre por Club Social y Cultural El Luchador… el teatro fue importante, se llenaba, pero ojo, era al aire libre, si llovía chau teatro…” Lito Soler.
La Biblioteca. En 1949, el presidente del Luchador propone organizar la Biblioteca, y se solicita la donación de libros de lectura sana y moral. En una oportunidad se quemaron unos libros, porque lo habían traído los inmigrantes, y eran pornográficos.
Carreras de Ciclista. En el año 1938, se hace una carrera con un recorrido autorizado por la Comisaría 44°. Sale del local social, Viena y Barragán, Gallardo, Fragueiro, Gana, Nogoyá. Llegada por Marcelo Gamboa y Gallardo a 25 vueltas. Se hacían bromas, algunas pesadas, que por razones de espacio y prudencia no se cuentan. Todos tenían sobrenombres, algunos innombrables: Palomo, Tijerita, Cacho Banana, Peluca, Caca, Paspado, el Triste, el Muerto, Rompecalzone, Brancato, Trinquete, Parasolo, Pastilla, Upa, Pacha, Membrana, etc . Decíamos vamos al Vómito, así llamábamos al Club…
Un vecino Ilustre. Al corredor Toto Della Romana le hicimos un festival para juntar fondos para que pueda preparar su cupé y correr en la carrera de las “14 Provincias”. En una oportunidad hizo el record Buenos Aires- Bahía Blanca e interpretando el sentir unánime de todos los socios, ante la magnífica proeza por el consocio Toto y su acompañante, se resuelve organizar una cena el 8 de marzo de 1951 y se envía nota de felicitación… “cuando Toto ganó todo el barrio se alborotó…”
La Tele. En julio de 1953, se recibe la sugerencia de comprar la Televisión para el salón social. Se hace una rifa, pasa el tiempo y en agosto de 1958 se concreta la compra, un Standard Electric en la suma de 14.000 pesos (sin incluir la antena) y como en esa época había poca tensión, se debió comprar un elevador de corriente. Se pide que los días de ensayo no se prenda el aparato. Todos venían a ver la Tele. El primer programa que me acuerdo fue “El Capitan Minerva y al actor Enrique Kossi”. Caca: “mi papa miraba a Karadagian y le daba bronca que siempre ganaba, se posesionaba tanto que decía matalo…matalo…”.
Los Teubal. Nissim Teubal era fuera de serie, fabricaban frazadas, las mejores, lo mismo que las telas,… hacían paquetes y los llevaban a las escuelas y se lo daban a los más pobres. Una vez nos regaló las camisetas y pantalones de los jugadores. Siempre estaban para lo que necesitábamos, el telón, la máquina de cine, etc. Quería y apoyaba al Club. Los obreros de la Teubal hacían la posta en El Luchador, un rato antes y otro al salir.
Pero el Sol que había iluminado tanto a los socios, se empezó a apagar, se nubló…se fue alejando del El Luchador y se acercaron otros que no interpretaban el sentir de los fundadores. Se intensificó el juego de salón. La generala, el tute, loba, muserga y el poker, se empezó con el juego fichado, Comenzó a entrar dinero, se edificó la Sede Social con un saloncito para cierta privacidad durante el juego…se jugaba las 24 horas del día, mucha gente joven se fundió, perdía el auto, dejaban la cédula verde, las llaves. El Luchador empezó a tener mala fama. Se terminó de construir el Club, pero mataron el espíritu, y ahí murió para muchos. Los padres cuando vieron esto, sacaron a sus hijos, no quisieron que se convirtieran en jugadores.
Fue muy valorable todo el sefuerzo que hicieron para tener el Club abierto. Los hijos de los socios hoy recuerdan el empeño que pusieron. Cuenta Elena Borrego: “mi papá trabajó mucho, en un momento fue presidente de El Luchador. Otro socio, Carletti, lo ayudó mucho, colocó el mismo el alambrado en la terraza para que los chicos puedan jugar y no pierdan la pelota. Se hacía la fiesta “del paquetito”, cenas, rifas para recaudar fondos porque con la cuota no alcanzaba pata tenerlo abierto. El esfuerzo fue muy intenso…”.
Esos latidos de la ciudad ya no cubren las necesidades de los vecinos, otras son las costumbres, las modalidades, pero el vacío que dejaron hoy puede llenarse con otras actividades, que favorecerían a los que están y a los nuevos vecinos que llegan a Versalles.
Susana Boragno
FOTOS: archivo Susana Boragno