El barrio de Monte Castro celebra su día el 14 de Mayo. Aquí, un historiador explica por qué llamaban así a esa zona elevada, salvaje y despoblada de las afueras del Buenos Aires de hace más de 400 años.
La Bocina accedió a una serie de estudios que el historiador Arnaldo Cunietti Ferrando realizó sobre el barrio de Monte Castro a fines de los ‘60 -y que publicara en 1970 bajo el nombre “Monte Castro: de la chacra al barrio”– en el que se explica a quién pertenecieron estas tierras desde los tiempos de la segunda fundación de Buenos Aires.
Allí se hace mención a la fecha que tomaron las asociaciones vecinales e historiadores como fundacional del barrio: el 14 de Mayo de 1703, don Pedro Fernández de Castro adquirió las tierras que luego llevaron su nombre: se le decía el “Monte de Castro”, para quedar reducida al Monte Castro actual.
Pero estas tierras tuvieron muchos dueños anteriores: el 3 de Junio de 1588, Monte Castro, “una de la zonas más altas de nuestra ciudad” (al decir de Cunietti Ferrando) formaba parte de las cabezadas que Cristóbal Naharro obtuvo en merced del adelantado Juan Torres de Vera y Aragón. Luego, fue de su yerno, Cristóbal Remón.
En 1682, Monte Castro pertenecía a La Matanza y por entonces constituía los fondos de una chacra donde se criaban 600 ovejas y contaba con casa, atahona, perchel y montes de árboles. Esa propiedad pertenecía a Diego de Giles, descendiente de la familia Naharro, quien ese año la vende a Francisco Rodríguez de Estela. En la escritura de venta dice que “sus cabezadas se encontraban la tierra adentro al norte, y en ellas montes y arboledas frutales y silvestres, estimándose su valor en 800 pesos, moneda de plata”.
Al morir Rodríguez de Estela, sus hijos Nicolás y Carlos dividieron la chacra en dos: se quedaron con la parte principal, y las cabezadas formaron una nueva propiedad que se vendió el 14 de Mayo de 1703 a Pedro Fernández de Castro.
¿QUIÉN ERA FERNÁNDEZ DE CASTRO?
Siempre según Cunietti Ferrando, Don Pedro Fernández de Castro y Velazco era caballero de la Orden de Santiago, Tesorero y Juez de la Real Hacienda. Vivía en pleno centro de aquella “Santa María de los Buenos Aires”, frente a la Plaza Mayor (hoy, Plaza de Mayo), en la esquina de Rivadavia y Reconquista, y era una persona muy devota del culto católico. Realizó una misión ante el Rey de España encomendada por el Cabildo, quien lo calificó como “uno de los principales vecinos de esta ciudad”. Fue Alcalde de Primer Voto hasta Alferez Real, encargado de la custodia y exhibición del estandarte del Rey.
Ya viejo y enfermo, Fernández de Castro compra el extenso predio de “1350 varas de tierras de cabezadas para chacra de frente y media legua de longitud, que corren su frente desde la Cañada (el arroyo Maldonado) que va a desembocar al Río de la Plata en el pago de la Matanza”, por las cuales pagó 506 pesos y 2 reales de plata.
Dos meses más tarde, Fernández de Castro se moría: fue el 18 de Julio de 1703, y lo heredó su hija, Ana Fernández de Castro.
Según el historiador, “al conservar los Fernández de Castro la propiedad durante casi un siglo, ella pasó a tomar el nombre de la familia. Es que durante mucho tiempo, las fincas y tierras se conocieron exclusivamente por el nombre de sus propietarios. Era una fácil manera de identificación ante la ausencia de lo que podríamos llamar nombres ‘oficiales’.
El uso y la costumbre contribuyeron a que en la actualidad, sin más mérito que ése, sobrevivan nombres inmortalizados en barrios como Flores, por la chacra de Juan Diego Flores, o avenidas como Gaona por la quinta de Pedro Ruiz de Gaona. Fue así que como los vecinos del pago de La Matanza no tuvieron otra forma de individualización de esas tierras que llamándolas la Chacra de Castro, o en razón de las arboledas visibles desde lejos, los Montes de Castro, perdurando así en la toponimia mucho tiempo después que los Castro dejaran de poseerla”.
Claudio Serrentino
Fuente: “Monte Castro, de la chacra al barrio”, Arnaldo Cunietti Ferrando