
“La Santa Paciencia lo arregla todo”, decían nuestras abuelas. Y parece que es cierto: ¿cómo se llaman quienes van al médico?: pacientes. Porque tienen que tener paciencia, primero, para que éste los atienda. Después, para que les recete el remedio para la cura. Y finalmente, para que éste surta efecto.
Según los científicos, ser impacientes en lo cotidiano -cómo tarda el bondi, cuándo se calla esa persona, cuánta gente hay en la fila del banco- te arruina la vida. Porque cuando nos impacientamos, sentimos frustración y aumentan los niveles de estrés y adrenalina. Aquí, algunos ejemplos:
– LA IMPACIENCIA ENGORDA. Los economistas Charles Courtemanche, Garth Heutel y Patrick McAlvanah publicaron un estudio (“Impaciencia, incentivos y obesidad”) en el que afirman que el fácil acceso a alimentos poco saludables es una de las causas principales.
“Quienes son más impacientes se ven más afectados por la gran disponibilidad de comida chatarra, lo cual supone un aumento de la obesidad en esta parte de la población”, indica la investigación. Pero además, la impaciencia constante -y su consecuente ira y tensión- hace que el cuerpo libere adrenalina y cortisol, hormonas que pueden generar aumento de peso. La grasa acaba adheriéndose a las paredes de las arterias, aumentando al mismo tiempo la posibilidad de sufrir un ataque al corazón.
– LA IMPACIENCIA PROVOCA HIPERTENSIÓN. Un estudio, llevado a cabo por especialistas de la Escuela Feinberg de Medicina de Chicago, reflejó que las personas impacientes y hostiles tienen un 84% más de riesgo de sufrir hipertensión, en comparación con quienes tienen un carácter más calmado, después de analizar más de 3.300 casos a lo largo de 15 años.
– LA IMPACIENCIA ENVEJECE. Un estudio de la Universidades de Singapur, Berkeley y Pensilvania, reveló que ser impaciente también puede acelerar el envejecimiento. Descubrieron que los telómeros (extremos de los cromosomas del ADN) son más cortos en las personas impacientes. Como están asociadas a la longevidad, los científicos creen que en aquellos que más rápido desaparecen éstos, más rápido envejecen.
Fuente: BBC Mundo