
Un hombre presiona una tecla de su teléfono celular, y realiza una simple llamada. No parece nada extraordinario, sólo que se trata de la primera llamada efectuada desde un teléfono móvil, en el mundo. El hombre se llama Martin Cooper, y es considerado el inventor de lo que -nadie imaginaba entonces- se transformaría en parte esencial de nuestras vidas: el teléfono celular.
El primer teléfono celular de la historia, fue el legendario Motorola Dynatac 8000 X, y apareció en el mercado en el año 1983, aunque aquella primera llamada experimental -a un teléfono de línea, claro- fue realizada 10 años antes.
El abuelo de los celulares, el famoso “ladrillo” de Motorola, costaba nada menos que U$S 3.995, y pesaba apenas 800 gramos, lejos de los 100 ó 200 gramos de los teléfonos celulares de la actualidad. La duración de la carga de su batería, era sólo de media hora. Y obviamente, no disponía de wi fi, cámara de fotos, juegos, o reproductor de música.
Sólo permitía, simple y sencillamente, llamar o recibir llamadas telefónicas (permítanme una disgresión: algo que hoy, no es fácil de conseguir).
El concepto de comunicaciones móviles utilizando una red celular, nació en 1947 en los Laboratorios Bell, el departamento de investigación de AT&T, el único operador norteamericano de la época. Por entonces, la idea no era realizable, debido a dificultades en la concesión de espectros de radio, por parte de las autoridades.
Pero a partir de 1960, los laboratorios Bell y Motorola, comenzaron a estudiar el concepto, intentando llevarlo a la práctica. La carrera la ganó Motorola, en gran parte, gracias a los esfuerzos de Martin Cooper, quien pretendía que las personas fuesen capaces de transportar y utilizar su teléfono, en todas partes. En su desarrollo, Motorola invirtió 15 años.
Con la aparición de los teléfonos inteligentes, el celular ha ido ganando un lugar de privilegio en nuestras vidas, manteniéndonos hiper conectados las 24 horas.
¿Seguirá siendo así en el futuro? La investigación con nuevos materiales, como el grafeno o el metal líquido, amén de avances en el campo del software y el hardware, permiten presagiar que, en una época no muy lejana, la forma en que utilizamos los llamados smart phones, sufrirá una gran transformación. O quizás, el centro de un nuevo ecosistema inteligente, conectado a todos los artefactos del hogar y a los automóviles, no sean celulares; sino la pulsera, u otro dispositivo que llevemos con nosotros en todo momento. Y el teléfono pase a ser sólo un consumidor más de la potencia que nos de ese mecanismo central. Esperá un poco, ya lo vas a ver. Ya está viniendo.
Héctor Yudchak