“Inauguración fantasma”. Así califica, con dolor e indignación, el escultor y vecino Antonio Pujía al acto en el que debió descubrirse la obra de su autoría que homenajea al también artista y vecino Hugo del Carril, y que duró menos de cinco minutos. Rodríguez Larreta permaneció menos de 120 segundos en el lugar.
Debió haber sido un acto popular, quizás con tangos, proyección de algún fragmento de sus películas, palabras que recuerden su vasta trayectoria como cantante, actor, director y vecino, hacer la imprescindible referencia a su casa natal de San Pedrito y Alberdi, y finalmente quitar la sábana para descubrir la escultura… Pero no.
Según cuenta Antonio Pujía en el lugar de los hechos –la estación “San Pedrito” de la línea A del subte- el “acto” consistió en invitarlo a ver cómo había quedado ubicada la escultura. Sin presentador, ni sábana, ni nada.
El Maestro, acompañado por su familia, concurrió a la hora señalada a la estación de Rivadavia y San Pedrito para cotejar, tristemente, que el evento no era tal. Tambien estaba presente alguna autoridad de la Comuna 7, algún representante de la Escuela Museo Urquiza… Y nadie más.
Bueno, sí, hubo una visita más: la del flamante Jefe de Gobierno electo Horacio Rodríguez Larreta, quien llegó, miró la escultura, le preguntó a Pujía “Cómo se hace eso”, escuchó la explicación medio minuto, se excusó “porque tengo otra reunión” y se fue.
[pullquote]Ambos artistas –el homenajeado Hugo del Carril, y el autor de la obra Antonio Pujía- son reconocidos en todo el país y el mundo. Sin embargo, fueron “ninguneados” en su propia Ciudad y en su propio Barrio.[/pullquote]
Antonio me cuenta la sucesión de los hechos con tristeza e incredulidad. Ambos artistas –el homenajeado Hugo del Carril, y el autor de la obra Antonio Pujía- son reconocidos en todo el país y el mundo. Sin embargo, fueron “ninguneados” en su propia Ciudad y en su propio Barrio.
Lo escucho, y me da vergüenza ajena. Por lo que le tocó vivir a él, por nuestros “representantes”; y también por nosotros, los “representados”.
Dice Antonio: “Para colmo, la placa que colocaron no refleja la realidad, parece que la idea del homenaje fue mía, cuando no fue así”.
Según cuenta el Maestro, la idea nació el año pasado, en una reunión en la Escuela Museo “General Urquiza”, de Yerbal 2370. Estaba presente el Presidente de la Comuna 7, Guillermo Peña, quien en un momento lo llevó aparte y le hizo la propuesta que había nacido del consenso entre artistas y miembros de la Comisión Directiva del Museo.
Muchos de ellos querían desde hacía tiempo homenajear la memoria de Hugo del Carril (nacido en San Pedrito 256), y la propuesta “cerraba” si quedaba a cargo del ilustre vecino Antonio Pujía.
La cosa fue rápida: se aprobó el proyecto, y Antonio puso manos a la obra poco tiempo después.
El concepto de la escultura fue explicado entonces por el propio Pujía: “La idea metafórica es que Hugo del Carril era un hombre de un gran talento artístico y una gran inteligencia, con convicciones humanísticas realmente notables. Los grandes hombres de la historia hacen lo que parece ser posible. Lo imposible es atravesar una pared. Entonces, la metáfora es que Hugo sale de esa pared, y se expresa. En lugar del círculo que tienen todas las guitarras para que brote la música, la de Hugo va a tener un corazón, que es de donde brotan sus ideas, sus realizaciones, su sensibilidad. Ofrecida con ese gesto de salutación, con esta sonrisa, de gran cordialidad, de alegría, de bienestar, saludando a la gente que pasa por la estación San Pedrito”.
Cuando la escultura quedó terminada, Pujía fue a la estación y en la prueba de montaje de la obra, sugirió que la pared de la cual se “asoma” Hugo, tuviera un fondo negro mate. También pidió que le coloquen un par de luces.
Pese a que las sugerencias vinieron de uno de los artistas más reconocidos en la Argentina y el mundo entero, nada de eso sucedió. Quedó “así nomás”.
Y “así nomás” fue la penosa, pobre, mediocre organización de un evento inaugural que debió ser una fiesta popular pero que -como bien lo definió Antonio- terminó siendo una “inauguración fantasma”.
Que además, fue una grave falta de respeto al Arte y la Cultura Argentina, y a dos de sus grandes exponentes: Hugo del Carril y Antonio Pujía.
Claudio Serrentino
Foto: La Bocina