CARMEN Y DANIEL. Mujeres al rescate de la memoria

Patricia Pellegrini es artista plástica, escritora y prima de María del Carmen Percivati Franco, una de las desaparecidas de Carrasco al 800, en el barrio Velez Sarsfield. A Carmen y a su marido, Daniel Aldo Manzotti, se los llevaron el 24 de Agosto de 1977. Nunca más se supo de ellos. El libro “Carmen y Daniel” se refiere a sus ausencias. 

“Somos primas hermanas, vivimos juntas porque mi mamá y mi tía vivían al lado de la casa de mi abuela. Con Carmen nos casamos para la misma fecha y con dos íntimos amigos, estuvimos embarazadas juntas, nuestras hijas casi tienen la misma edad”, cuenta Patricia.

Al momento de las desapariciones, Carmen tenía 21 años, era estudiante de Psicología de la UBA. Daniel tenía 23, estudiaba Veterinaria en Agronomía. Tenían dos nenes, Anita de un año y medio, y Ernesto, recién nacido, tenía nueve días.

En el edificio de Carrasco al 800 vivían los padres de Carmen. Allí estaban Carmen, Daniel y sus dos hijos. El 24 de Agosto de 1977, a las dos de la mañana, apareció allí un grupo de tareas.

Patricia recuerda: “me enteré a las tres y media, me llamó mi tía para pedirme una mamadera para alimentar al nene. A eso de las cinco llegué, y empezó el peregrinaje. Fuimos a la comisaría 43° a ver si sabían qué había pasado. Ahí, las mamás de Carmen y Daniel se incorporaron a Madres de Plaza de Mayo”.

Eugenia, la hermana menor de Carmen se compró un cuaderno y empezó a anotar cómo crecían sus sobrinos, para que cuando su hermana volviera tuviera un testimonio. La familia no sabía que Eugenia llevaba ese registro.

Luego de un tiempo, los padres de Carmen se fueron a vivir a Mar del Sur, llevándose consigo a Anita y Ernestito, los hijos de Carmen. Pronto se hicieron famosos en el pueblo, por un cartel que colocaron en la puerta de su casa: “Acá no van a entrar ningunas botas, excepto las botas de lluvia”.

Nunca se supo más nada sobre el destino de Daniel. “De Carmen nos dijeron que la habían llevado al Pozo de Banfield, pero tampoco tenemos certezas”.

En aquellos años “fue bravo, no se hablaba mucho. Yo estudiaba Bellas Artes, vivía con Carmen y Daniel, lo decía y no me importaba. Yo tenía compañeras que también tenían hermanas desaparecidas, pero no lo decían. Alejandra, la hermana más chica de Carmen, estaba entonces en la primaria y no lo decía porque se sentía muy mal, porque todos la señalaban. En la familia tampoco se hablaba mucho. Anita empezó a preguntar de grande, cuando quedó embarazada. Me llamó y me pidió que le cuente cómo era su mamá. Si bien su mamá era Madre de Plaza de Mayo, los varones de la familia evitaban el tema. Ser familiar de un desaparecido era un estigma, una mancha. Al día de hoy, el hermano mayor de Carmen no puede decir que su hermana está desaparecida, fue tan grande el silencio de entonces que no puede pronunciar esa palabra”.

 Cuando se cumplieron 40 años de la desaparición, Patricia organizó una muestra con cuarenta artistas plásticos para recordar a Carmen y a Daniel, en la que participaron Diana Dowek, Ricardo Roux, Mirta Kuperminck, Daniel Santoro y Patricia Ures, entre otros.

La muestra en el centro cultural de la Cooperación tuvo gran repercusión, y luego se convirtió en itinerante. Las preguntas sobre quiénes eran Carmen y Daniel se repetían en todos los rincones del país por donde pasaba la muestra.

“Ahí surgió la idea de hacer el libro. Primero pensé en escribirla yo, pero el relato iba a ser muy subjetivo, y es una historia que necesitaba de muchas voces. Entonces llamé a la hermana de Carmen, me dijo que sí, y luego empezamos a incorporar a todas las mujeres de la familia”.

El libro tiene 21 relatos, contados por 21 mujeres de la familia. La primera parte, las que conocieron a Carmen, y la segunda, las jóvenes que no la conocieron. “Básicamente, contamos qué le pasa a una familia después de un hecho tan doloroso. No es un libro que cuente la historia de ellos en forma lineal, sino que cada una de las mujeres va contando cómo se enteraron, cómo siguieron después, cómo cambiaron sus vidas con las desapariciones”.

La elaboración del libro llevó un año y muchas reuniones entre las mujeres de la familia, para definir el contenido. Allí, Eugenia recordó sus cuadernos con anotaciones. “Fue muy doloroso leerlos, y creo que es el relato más doloroso del libro… ella siempre pensó que su hermana iba a volver”.

Fue publicado por la editorial Diente de León. La editora Celia Dosio fue la correctora del libro, quien además charló con cada una de las mujeres que participó. Los ejemplares están disponibles en la librería “Quinta ola”.

Patricia presentó su libro vía zoom para los vecinos de Floresta y Velez Sarsfield: “fue muy lindo y muy emocionante. Participamos muchas de las que escribimos el libro, y cada una habló sobre su relato. La gente de Floresta nos acompaña desde hace mucho tiempo, cuando pusimos la primer baldosa. En aquel tiempo hubo protestas, algunos vecinos no querían, se reunió el consorcio para evaluar la protesta y nos dijeron que no, así que la baldosa se puso a un costado. Ese día nos gritaron. Pero esa primera baldosa se deterioró, y cuando colocamos la segunda, se hizo un acto, vino mucha gente y los vecinos tuvieron una actitud diferente”.

Claudio Serrentino

Foto: gentileza Patricia Pellegrini

 

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