ELECCIONES 2021. El rostro de la impaciencia

Los noticieros fueron administrando su histeria, su ansiedad, con todos los matices y desde todos los ángulos. Desde bien temprano, movileros, camarógrafos y cableros hostigaban, perseguían, preguntaban a quienes iban a votar, y que nada interesante podían declarar, porque… ¡estaban en veda!

No perseguían a todos, claro, sino a aquellos que fueran candidatos, o famosos. De vez en cuando, mechaban con algún desconocido, porque… ¡hay que rellenar con algo, desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche!

Los porteños salieron a votar desde temprano, “así me lo saco de encima”. Durante mi recorrida por Villa Luro, Monte Castro y Floresta, a las nueve de la mañana, me encontré con una cantidad de gente absolutamente inusual para un domingo a esa hora.

Fue un día que arrancó nublado y que después se despejó: sirvió para pasear, ir a la plaza. Algunos fueron a votar con sus hijos. La esperanza es lo último que se pierde.

Poco antes de las seis de la tarde, los periodistas se agolpaban ante las pantallas y los parlantes, apurados por emitir su opinión sobre resultados que todavía nadie conocía.

Mientras a las 18 en punto, Canal 13 anticipaba resultados genéricos del tipo “gran triunfo de Vidal en la Ciudad” (¿no está prohibido por la ley?), en C5N debatían hacia dónde debía rumbear el gobierno, luego del resultado electoral (que desconocían). En América, un “especialista” decía lo de siempre: “ahora hay que arreglar con el Fondo”. Y volvían a preguntarse, por enésima vez, “qué pasará con el dólar”.

La sorpresa de la noche fue la eficiencia de la Dirección Nacional Electoral, que implementó un novedoso sistema, que permitió tener los resultados mucho más rápidamente que en otros escrutinios. Ojalá que quede, y se mejore aún más.

En el bunker JxC, López Murphy empezaba otra campaña: la de intentar recuperar votantes que se fueron con Milei. Lo primero que dijo fue “vamos a defender la propiedad privada”. Intentaba seducir a los libertarios, quienes se agolparon en el Luna para vitorear a su líder, el extemporáneo Javier.

Allí, en medio de la euforia por el resultado, un custodio amagó con sacar un arma para apaciguar a un militante. Detrás, estaba dando su discurso la candidata Victoria Villarruel. Para aspirar a ser el Trump argentino, sólo le faltaba eso: la asociación del rifle en el escenario…

Volviendo a JxC: María Eugenia Vidal dijo “no pudieron con nosotros”. Y tiene razón: JxC sigue en pie, pese a Macri y gracias al peronismo, cada vez más anquilosado, sin actitud. Con la V de la victoria, la marcha y el bombo no alcanza, hay que saber hacer política. Faltan ideas, gestión, y sobre todo, resultados.

Esa es la clave de esta elección, y la que vendrá: de 38 años de democracia, el peronismo gobernó 26, lo que incluyó proyectos tan disímiles como el de Menem y los K. 

Muchos votantes de JxC no votan por las ideas de los dirigentes de ese espacio, sino porque no quieren que ganen los peronistas/K. Y viceversa.

La grieta, finalmente, sirvió para justificar la ineptitud de unos y otros, que se turnaron en el poder sólo para que “el enemigo” no ocupe la Casa Rosada. Sin ideas, sin proyectos

El juego, patético, aburrido, chato, sólo les sirvió para mantenerse en la cresta de la ola. Ninguno de ellos tuvo el coraje, la inteligencia, la dignidad, de proponer una salida a futuro, de conseguir acuerdos y consensos. La política es negociar. Lo otro, un fanatismo infantil.

Y ya es hora que se dejen de jugar: el futuro de nuestros hijos y nietos no puede depender de tonteras.

Quizás, la ausencia de Cristina en el FdT, y la presencia muda de Macri en JxC, señale el principio del fin de la grieta.

Queda claro que el viraje de los electores, cada dos años, hacia uno u otro partido importante, o hacia las opciones de derecha/izquierda, significa que están cada vez más impacientes. ¿Sabrán entenderlo quienes dirigen los destinos del país?

Después de tantos años en el poder, a ese pueblo que -pese a todo- los sigue votando, les deben lo fundamental: un país libre, con la imprescindible previsibilidad como para planificar el futuro. Que impulse el desarrollo, con vivienda, trabajo, educación, salud y seguridad para todos.

Más o menos, lo que vienen prometiendo desde 1983.

Claudio Serrentino

Foto: Télam

 

 

También le puede interesar