Hoy, el barrio de La Floresta está invadido por el progreso en todas sus formas: autos, heladeras con freezer, motocicletas, computadoras, celulares… Pero, ¿nunca se preguntaron cómo era esta zona en la que hoy transcurre nuestra vida cotidiana, hace 400 años?
SEGÚN el historiador Arnaldo Cunietti Ferrando… “Si en los siglos XVI y XVII se salía del mísero poblado de ranchos de barro y paja que pomposamente se denominaba Ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, rumbo al Oeste, el viajero encontraba una larga franja de terreno cuasi despoblado que se había dejado sin repartir por el fundador para la futura expansión de la ciudad: era el ejido, común a todas las poblaciones españolas de América. Esta zona, así denominada, afectaba una forma rectangular, y mientras al Norte y al Sur de la ciudad eran sus límites, aproximadamente, las actuales calles de Arenales y San Juan respectivamente, hacia el Oeste, luego de atravesar el ‘corral de las vacas’, donde se apacentaban los ganados públicos, finalizaba a una legua de la plaza Mayor, a inmediaciones de la Avenida La Plata.
Desde allí hasta Floresta se entraba en una zona de montes y animales salvajes: nacía el pago de la Matanza.
El límite Oeste de esta mensura, donde estaba situada la chacra de Alvaro de Mercado, era la denominada Isla del Pozo, que es el nombre más antiguo registrado para las tierras al Oeste del actual San José de Flores, apareciendo en mercedes que datan del gobierno del adelantado Torres de Vera y Aragón de 1588.
La denominación ‘Isla’ se utilizaba entonces para señalar las formaciones de tipo boscoso. Así, nuestra Isla del Pozo era una arboleda, muy visible desde lejos, hacia el Oeste del actual cementerio de Flores, en la zona sur de Floresta”.
Esta es la referencia más remota sobre el barrio de la Floresta y sus inmediaciones, que se remonta a 400 años atrás, apenas un siglo después de la llegada de Colón a América.
EL PRIMER TREN
El tren es el punto inicial del barrio de Floresta. Ya que el primer ferrocarril de la Argentina, en su primer trazado, extendió sus vías hasta La Floresta.
La instalación del ferrocarril se concluyó en Abril de 1857. Se realizaron viajes experimentales -algunos, accidentados- desde la estación del Parque (ubicada donde hoy está el Teatro Colón) hasta La Floresta.
Después de la inspección de las obras, ordenada por el Gobierno, el Sábado 29 de Agosto de 1857 a las 13 horas se realizó el primer viaje oficial. Hubo una fiesta de inauguración, a la que concurrieron 60.000 personas; entre ellas, el cacique Colenau “con su salvaje comitiva”, según la crónica que publicó el diario ‘El Nacional’.
El primer tren tuvo viajeros ilustres: Alsina, Sarmiento y Mitre. O sea, las más altas personalidades de la vida política del país, quienes por primera vez llegaron hasta La Floresta en tren.
El viaje entre la Estación del Parque y La Floresta, que en carreta insumía 6 horas, y en galera 2 horas, desde entonces podía hacerse en sólo 30 minutos gracias al ferrocarril.
Bajo el título “Inauguración solemne”, el diario “La Tribuna” cubría así la gran noticia:
“A la una del día salieron ambas locomotivas de la estación arrastrando sus respectivos trenes. La Porteña y La Argentina, eran sus nombres y venían galanamente empavesadas con ramos de frescas y perfumadas flores, enviadas a la estación por nuestras bellas, que siempre son las primeras en dar expansión a su noble sentimiento de entusiasmo que arranca cada uno de los progresos que marca entre nosotros la mano de la civilización.
Ambas locomotivas se acercaron al tablado improvisado al efecto, el que estaba cubierto de banderas y flores y el Sr. Obispo bendijo entonces ambas locomotivas. Enseguida tomó la palabra el Sr. Aneiros y dirigió al pueblo un sentido discurso, haciéndoles ver que aquellos progresos y adelantos eran obra de la Omnipotencia Divina. Regresaron las locomotivas a la estación y tras ellas el numeroso cortejo de invitados. Allí subió cada uno a su asiento y enseguida pusóse en marcha todo el convoy al son de una alegre música, que iba en el vagón delantero. El camino de uno y otro lado, estaba lleno de gente, ávida por ver la locomotiva y los viajeros que arrastraba.
Al pasar por Flores, las campanas de su iglesia, así como el Juez de Paz y un número considerable de vecinos saludaron la comitiva.
La Comisión Directiva, que se ha mostrado galante en extremo para todos sus convidados sin excepción de uno sólo, tenía preparado en la Floresta un abundante refresco. El Gobernador y los demás convidados se bajaron allí, y pasaron al interior del elegante Kiosco”.
LA ESTACIÓN
La Estación de La Floresta se inauguró junto con el Ferrocarril del Oeste, en 1857. Estaba compuesta por un gigantesco galpón, una plataforma para el ascenso y descenso de pasajeros, y el kiosco. Con respecto al túnel de la estación, el Gobierno de la Ciudad resolvió construirlo en 1905.
El kiosco estaba ubicado al norte de la estación, sobre el actual pasaje Chilecito, entre Bahía Blanca y Joaquín V. González. Su propietario era el Sr. Soldati, quien -según el periódico de la época “Los debates”– construyó el kiosco (¿o café?) al comprobar que el tren llegaría hasta allí.
El kiosco de La Floresta fue escenario de importantes acontecimientos de la vida política argentina. Allí, porteños y bonaerenses negociaron la firma del Pacto de Unión Nacional, firmado en el vecino barrio de San José de Flores el 11 de Noviembre de 1859.
La electrificación del tren y su llegada a Moreno, desde el 1º de Mayo de 1923, modificó sustancialmente la estructura de la estación. La primitiva construcción fue demolida en 1973, y reemplazada por el actual edificio.
La estación tuvo tres nombres: el primero fue “La Floresta”. Pero el 10 de Agosto de 1888 cambió el nombre original por el de “Velez Sarsfield”, y se llamó así hasta 1944. De ahí que la plaza, el club, el hospital, la sub-intendencia (mientras existió) y el mercado, llevaron el nombre de Dalmacio Velez Sarsfield. Desde el 10 de Febrero de 1944, la estación se llama “Floresta” (sin el artículo “La”, que sí incluía el nombre original).
por Enrique Ricagno y Claudio Serrentino
Bibliografía consultada: “El Barrio de La Floresta” de Emilio Juan Vattuone; “San José de Flores, el Pueblo y el Partido (1580-1880)” de Arnaldo J. Cunietti-Ferrando; “Guía antigua del Oeste Porteño”, de Hugo Corradi