Dicen que Rodríguez Larreta piensa en Soledad Acuña como candidata en la Ciudad. La charla con el polémico Fernando Iglesias con la funcionaria tuvo varias definiciones de la futura candidata, que quizás la ayuden… o quizás, no. Vale la pena, entonces, marcar algunos detalles de las declaraciones de la ministra.
¿Soledad Acuña declara pensando en dar batalla electoral? ¿O simplemente, refleja lo que piensa el sector político que gobierna la Ciudad desde hace 14 años?
Como sea, sus palabras fueron clarísimas, y colocan a Juntos por el Cambio más cerca de la derecha, que del centro prometido por Horacio.
En ocasiones, habló como si en lugar de una funcionaria ejecutiva, fuera una comentarista de la realidad: si una ministra –integrante de un partido que gobierna la Ciudad hace 14 años- dice que “en la Ciudad no logramos solucionar la igualdad de oportunidades”. Si no lo lograron, es porque hicieron mal su trabajo. Ella, y todo su equipo.
Y Acuña lo dijo. “El lugar donde nacen los chicos es determinante de sus procesos educativos: si nace en un hogar pobre, tendrá un proceso educativo pobre también, seguramente no termine la secundaria y mucho menos, llegue a la universidad. Eso en la ciudad no logramos solucionarlo, tampoco”. Esta frase tiene una gran similitud con “caer en la escuela pública” de Mauricio Macri.
El problema, según la ministra, es de los docentes, porque no tienen la formación adecuada, no aprendieron en una universidad, sino en institutos de formación docente. Que son responsabilidad de… el Gobierno de la Ciudad, o sea ¡de ella misma!
Porque -sigue Acuña- la política educativa debería estar centralizada, y la formación docente “no debería estar vinculada a las intendencias”.
Para solucionar esta malformación, ¿qué hizo el gobierno porteño? ¡Creó la UniCaba! Que depende de ¡ella misma, al igual que los institutos de formación docente!
Siempre con la intención de “dialogar”, como pregona –y no hace- su jefe Horacio Rodríguez Larreta, se acercó a los docentes. Pero éstos son malos: “fue una discusión impresionante y bastante hipócrita, como en general son las discusiones en materia educativa, donde hablan pocos que gritan fuerte, y las grandes mayorías quedan silenciosas”.
Ese argumento es un calco de lo que decían los dictadores del proceso, quienes aseguraban actuar en nombre de las “mayorías silenciosas”.
El broche final fue una increíble descalificación hacia los futuros docentes, “viejos”, “burros” y “pobres”, que poco podrán ofrecer a sus alumnos en las aulas (si es que alguna vez pueden aprobar):
“se refleja en las encuestas del ministerio de Educación nacional: son personas cada vez más grandes de edad, que eligen la carrera docente como tercera o cuarta opción, después de haber fracasado en otras carreras, y si uno mira por nivel socioeconómico –que no debiera ser determinante-, pero si uno mira en términos de capital cultural y de experiencias enriquecedoras en el momento de aportar para el aula, la verdad es que son los sectores socioeconómicos más bajos, los que eligen la carrera docente”.
Claudio Serrentino
Foto: Prensa GCABA