La fábrica Teubal, ícono de Versailles

La Fabrica Teubal fue muy importante para el Barrio de Versalles. Gracias a su presencia muchos vecinos comenzaron a vivir aquí, por el trabajo que ellos les brindaban.

Fue un ejemplo de desarrollo textil en el país, y cuánto progreso trajeron. Lamentablemente, tuvieron un triste final, como muchas empresas textiles del país.

Empezaron desde bien abajo, como tantos inmigrantes que fueron llegando a estas tierras, donde estaba todo por hacer; y lo supieron aprovechar bien.

Sus antepasados, presionados por la Santa Inquisición española ejercida por los Reyes Católicos, los obligaron a emigrar, antes de convertirse al catolicismo. Los judíos sefaradíes se dispersaron por numerosos pueblos y ciudades. De ahí surgió el idioma judeo español, conocido como ladino, que aún se habla en algunos lugares. Hoy, España está tratando de admitir como ciudadanos, a los descendientes esos judíos expulsados hace tantos años.

Los Teubal se instalaron en Aleppo, al norte de Siria, situada en un entrecruce de rutas de los viejos imperios, pasaje necesario entre Europa, Persia e India. Ellos traían en la sangre el arte de comerciar, sus abuelos ya lo hacían con los árabes y las tribus nómades, que una vez por año llegaban en demanda de trigo, avena, quesos, mantequilla a cambio de ropa tejida. Siria tenía buena agricultura y ganadería. Los negocios del padre comenzaron a declinar y comenzó a imperar la pobreza, y entonces fue necesario poner los ojos en América.

Cuenta Ezra Teubal que él fue el primero en llegar en octubre de 1903, con 15 años. Sus hermanos, todos menores, eran Nissim, Elías, Moisés y Teresa. Hablaba francés, inglés y árabe. Se fue a vivir a la calle Lavalle 2140, donde conoció a unos vendedores ambulante de tela… “y empecé a vender puerta por puerta con el estribillo ‘vendo género bueno y barato a 0,50 el metro’, salía por las mañanas muy temprano, con mi fardo al hombro bien pesado, y caminaba y caminaba… a veces llegaba hasta Liniers. A la hora de comer compraba pan, queso y fruta y comía en cualquier umbral en diez minutos, ganaba fácilmente 10 pesos por día, mientras mis compañeros no sacaban más de 3 pesos”. Junto a ellos formó la Compañía Otomana que estaba en Sarmiento 2215, con sucursales en Rosario, Córdoba y Tucumán. En 1911 se retira de la sociedad, porque ya habían llegado sus hermanos y empezaron a comprar las telas directamente de Manchester. Llegaban los embarques y lo vendían todo en el mismo puerto. La cabeza era Ezra, él tomaba las decisiones, y los hermanos le tenían un total acatamiento.

Funda Ezra Teubal & Hnos. para la importación de tejidos y otras novedades. La primera sede estuvo en Pueyrredón 714. Ezra mandó a Nissim a Manchester y a Moisés a Milán, verdaderos emporios textiles mundiales. Por 18 años, adquirían las telas y las enviaban a Buenos Aires, sufriendo algunas consecuencias por los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial, algunos barcos se hundían y perdían la mercadería, a pesar de estar asegurada.

Después Ezra decidió que era el momento de buscar otros horizontes. Pensé en fabricar mis propias telas.. Dijo su hermano Nissim: “mi hermano Ezra tenía la facultad de ver el presente e intuir el futuro”. Y a pesar de no estar de acuerdo con el resto de sus hermanos, en 1922 se enteró que los señores Dreyfus vendían una fábrica de tejido, hace una oferta provechosa y la compra: Hilandería de Lanas, Sucesiones de la S.A. Franco Argentina, Alvarado 2003, esquina Universidad, U.T. 1644, Barracas. Las ventas eran muy buenas, la fábrica era pequeña, su producción no cubría los pedidos, entonces dijo: pensé en adquirir un terreno más grande y edificar las comodidades que necesitaba, corría el año 1924. Pero Barracas no era el lugar adecuado para el desarrollo de una industria, era un semillero interminable de conflictos obreros. Además, escaseaba el agua y había que pagarla a un precio caro.

Daniel Teubal.
Daniel Teubal.

En 1928, compraron una curtiembre en el barrio de Versalles. para trasladar la fábrica. Contaban con el Arroyo Maldonado que le iba a permitir expurgar los desechos propios de la producción. Estaba en la calle Barragán 599. U.T. Liniers 689. El nombre era Fábrica Argentina “La Unión”. Esta decisión fue la piedra fundamental para la gran empresa.

Un buen técnico era la llave de una mejor industria, y los Teubal lo sabían. Ezra dijo: traje técnicos y obreros especializados de Europa, y al cabo de un año, empecé a producir. La fábrica estaba bajo la dirección de un técnico inglés, especializado en artículos de tweed, muy de moda, Wolston –Holme, considerado un experto en máquinas textiles, quien ya había instalado otra fábrica en la India.

La principal materia prima era la lana, los que los obligaba a viajar a la Patagonia a comprar lotes de lanas previamente seleccionados en las mismas estancias. Por entonces, esos viajes eran una aventura: desperfectos del coche, falta de nafta y buenos albergues, dormir en alguna pulpería, comiendo charque no muy sano. La lana luego era transportada en camiones hasta la fábrica, al galpón que daba al arroyo, hoy la Avda. Juan B. Justo, donde los obreros la clasificaban según la calidad del vellón, mecha por mecha.

Los hijos de los Teubal comenzaban a conocer el trabajo de la fábrica haciendo estas clasificaciones, donde abundaba la tierra, las basuras que traían la lana, etc. De ahí pasaba a las máquinas abridoras, luego al lavado intenso que dejaba un subproducto: la lanolina, base de las cremas terapéuticas. Seguía el cardado, hilado, torsión y luego las máquinas urdidoras. Este proceso continuaba en los rollos de los telares, lanzaderas que iban y venían y así se llegaba al género crudo, máquinas pinzadora, zurcidoras, etc. y al final, las piezas listas para la venta.

Cuánta gente del barrio trabajó en la Teubal, muchas zurcían las telas, ya no quedan para contarnos de sus tareas. Las telas eran de excelente calidad, se vendían en Europa, en Nueva York. Contaba Ezra: “recibí una invitación para viajar a los E.E. U.U. y asistir a un congreso de lanas, tenían interés de conocer mis telas… fueron un éxito, y aprobadas por las grandes importadoras. Durante mi permanencia recibí agasajos por gran parte de ellos”.

En 1936, deciden adquirir en Europa una fábrica íntegra y muy moderna, que les permitió aumentar considerablemente la producción. Al año siguiente, la firma se constituyó como Sociedad Anónima, con sede en Alsina 786. En el año 1943 le compró a Masciorini, de pinturas Apeles, la manzana próxima a la fábrica, Lisboa, Marcelo Gamboa, Roma y Álvarez Jonte para construir una nueva planta, e instalar los telares automáticos y ultramodernos adquiridos a E.E.U.U.

La empresa estaba preparada para fabricar telas de vicuña y alpaca y un surtido interesante de telas para trajes de señoras. Era muy famoso el topé, la piel de camello, los tweed. Los vecinos podíamos comprar esas verdaderas joyas textiles en un negocio que tenían sobre la Avda. Juan B. Justo y si conseguíamos un carnet de alguien que trabaja en la fábrica, nos hacían un descuento del 10 o del 20%. Se me viene al recuerdo la imagen de Ezra vendiendo las telas por metro, llegando caminando hasta Liniers, que tesón, que capacidad de trabajo

En 1938, se hicieron cargo de la Algodonera en el Barrio de Villa Devoto, José P. Varela 4866, una fábrica casi fundida. La Segunda Guerra Mundial favoreció con la demanda de hilado de algodón, y la empresa comenzó a reponerse rápidamente trabajando a su máxima capacidad. Hoy es el Shopping Devoto.

Paralelamente en 1937, Ezra y Elías decidieron adquirir la hilandería Manulana, que estaba en la manzana Desaguadero, Jose P. Varela, Simbrón y Allende, contigua a la Hilanderia Devoto. La expansión continuó con la participación en la firma italiana especializada en teñidos industriales Tibat, en la sociedad de inversiones Fira y la firma Alpesa, que fabricaba telas de algodón, galones, broderie y según me contaba Daniel Teubal, llegó a ser más importante que la Fábrica de Versalles.

Crearon una subsidiaria de la Algodonera en la localidad de San Martín, una tejeduría para fabricar toallas con la marca Única. Después instalaron una fábrica en Catamarca, que funcionó hasta 1992.

Volviendo a la Teubal de Versalles, recuerdo que trabajaba a tres turnos: de 6 a 14 horas, de 14 a 22 horas y luego hasta la 6 de la mañana. Sonaba un pito que anunciaba los horarios de entrada y salida. Se veía una multitud de obreros por las calles del barrio. Que tristeza me dio cuando vi que la estaban tirando abajo, en especial la chimenea. La situación económica no daba para más, todo quedó en silencio, y después vino el shopping.

Trabajo y solidaridad

Detrás del trabajo de los Teubal estaba la familia, la vida del barrio. Ellos tenían sentido de comunidad, no creo que sea lícito vivir egoístamente. Creo que tenemos y debemos con nuestro pueblo, mano abierta con el necesitado: “es un deber socorrer, pero es mayor deber evitar”, así dejó escrito Nissim.

Ayudaron a clubes, hospitales, centros culturales, deportivos, escuelas, becas, colonias de vacaciones. También a su colectividad y a todos los que los necesitaban. Al Club Velez Sarsfield… nuestras fábricas dieron ocupación y enseñanza a miles de trabajadores argentinos. Nuestra producción entrega productos totalmente argentinos. Para las fiestas patrias era una costumbre obsequiarles un corte de tela a los chicos necesitados, en todo estaban, sin ostentar por ello.

Los Teubal fueron muy ricos, increíble imaginar cuanto, pero fueron muy generosos con todos. Se ayudaba mucho al trabajador que tenía problemas, se lo escuchaba.

Me emociona escribir sobre esta familia. Me conecté con ellos cuando escribí una nota en marzo de 2010 en el diario “La Nación”, estaban sorprendidos cómo recordaba a una fábrica que ellos creían olvidada. Me invitaron a sus casas, fueron muy cariñosos conmigo. Ya los hijos de los fundadores fueron partiendo. El 6 de noviembre pasado falleció Daniel Teubal, me conecté con la familia, y me invitaron al acto que la religión judía hace al mes, el rezo del Darush. Fue el martes 6 de diciembre en la Comunidad Mishkán, en Mariscal Sucre 1420. Se sorprendieron al verme. Me dijeron si quería hablar de Daniel, y así lo hice (foto).

Conté entre otras cosas, que cuando Versalles cumplió 100 años, los invité a la Biblioteca Belisario Roldán, yo daba la charla sobre la Teubal. También invité a quienes habían trabajado, y Daniel les agradeció por su trabajo, y ellos le agradecieron por todo lo brindado. Fue un emotivo momento. Se pusieron muy contentos con mi participación. Daniel se merecía esto. Me lo agradecieron mucho. Yo quedé muy emocionada. Les tengo mucho afecto.

Susana Boragno
FOTOS: Archivo Susana Boragno

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