Hace poco más de 25 años, se sancionó la Constitución de la Ciudad. Con motivo de ese aniversario, La Bocina consultó a uno de los estatuyentes -y actual comunero- Cacho Mascali, y a una integrante del Consejo Consultivo Comunal 4, sobre el progreso de la descentralización de la Ciudad, uno de los mandatos de la Carta Magna.
Luego de más de cien años dependiendo del Ejecutivo Nacional -el presidente de turno elegía a “dedo” al intendente porteño- la Ciudad de Buenos Aires pudo ser autónoma, gracias a la reforma constitucional de 1994.
El proceso se inició con la elección del jefe de Gobierno –Fernando De la Rúa fue el primero por votación popular- y de los “estatuyentes” (eufemismo que no reconocía que la Ciudad podía tener una Constitu-ción, al igual que las provincias).
Los 60 estatuyentes debatieron durante 60 días en los salones de la Biblioteca Nacional.
Entre ellos, estaba Ubaldo “Cacho” Mascali, un militante socialista de Floresta, rara avis entre decenas de políticos “famosos”, como Carlos Ruckauf, Graciela Fernández Meijide, Aníbal Ibarra, Gusta-vo Béliz y Martín Redrado (“no sabés con los trajes de primerísima marca que venía”, recuerda Cacho).
La Carta Magna porteña fue considerada de las más modernas, ya que reconoce como forma de gobierno a la “democracia participativa”, mientras que la Constitución Nacional define su forma de gobierno como “democracia representativa, republicana y federal”.
Aquel era un primer paso interesante, sobre todo para quienes creemos que los barrios pueden autogobernarse y distribuir mejor los recursos, ya que desde cerca se ve con más detalle.
Pronto, los porteños que querían participar en la democracia, cayeron en la cuenta que todo era un montaje: pasaron los años, y la descentralización de Buenos Aires en comunas, debió ordenarla la Justicia, ya que el jefe de gobierno de entonces -Mauricio Macri- se negaba a implementar lo que ordena la Constitución.
La Bocina consultó a “Cacho” Mascali, aquel estatuyente devenido hoy en integrante de la Junta Comunal 10:
“Nuestro partido venía con la experiencia de Rosario, ahí se hizo una verdadera descentralización. Queríamos traerla acá, creíamos que descentralizar a ese monstruo que iba a ser un beneficio enorme para todos. Lamentablemente, al día de hoy no se cumplió, sigue siendo todo muy centralizado, aunque se liberaron algunas cositas este último tiempo. No se llegaron a cumplir los deseos de la ley 1777, que es muy clara. Nosotros hablábamos de tener todo en cada comuna: educación, seguridad, salud, acción vecinal. Faltó actitud política, los vecinos reclaman pero no podés pretender que los vecinos hagan manifestaciones. Los vecinos reclaman y no se llegó, tendría que haber actuado el poder político, y darle fuerzas a estas causas, darle presupuesto, no tenemos presupuesto, no hay un control, no sabemos lo que se gasta. Sí, hay un presupuesto que te mandan a decir las partidas que tenés, pero después no hay control sobre las obras”.
Silvia Cornejo es integrante del Consejo Consultivo Comunal 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya). Aquí da su opinión sobre las falencias de la descentralización:
“Las comunas no pueden disponer de muchos recursos, porque todo está manejado desde el gobierno central. Les queda apenas la cuestión del arbolado, que si bien le entregan un presupuesto, ya viene ‘precocido’ a través de convenios que hace el gobierno central con empresas, o sea que tampoco la comuna hace el convenio”.
“Está tan centrada la vida política en la ciudad, que al porteño le parece que la ciudad es el mundo, el país, todo, y no percibe que no es así, que es una casi provincia. Y su comuna es como una intendencia, y no lo terminan de percibir así. Ahora cada vez más, estamos logrando que el vecino sepa qué es la comuna, porque hay mucha gente que todavía no está enterada en qué comuna vive”.
Veinticinco años después, los mismos que estudiaron y sancionaron esta “ley de leyes” con muchas pretensiones, se encargaron de ponerle palos a la rueda, para que la “democracia participativa” vaya perdiendo esencia.
A 25 años de aquel hecho histórico, Buenos Aires no logra encaminarse hacia una verdadera “democracia participativa”. Es otra puesta en escena que sólo les sirve a los mismos de siempre: a los que están en el poder (de uno u otro lado del mostrador).
Claudio Serrentino
Imagen: Documental “La construcción de un Estado”