En el CCK se inauguró una muestra retrospectiva sobre la labor de Maitena, la genial dibujante y humorista. Ocasión propicia para revisitar un reportaje a la artista, publicado en La Bocina, hace poco más de 20 años.
¿Qué te hace reír?
Me hace reír mucho Fontanarrosa, Langer, Almodóvar a veces… La política no me hace reír, porque le hace mucho daño a la gente. También me río de muchas pavadas, cuando alguien se cae en la calle, pero no tengo un humor muy intelectual ni refinado. Me hace reír la gente, los personajes de la calle, cómo hablan, qué dicen.
¿Qué hacés primero, el texto o el dibujo?
Primero el texto, aunque a veces no, depende de la idea que surja.
¿Sos feminista?
No soy feminista militante, no me gustan las que hacen diferencias entre hombres y mujeres, quiero lo mejor para todos. Pero hay algo que es cierto: si no hubiera sido por las feministas, hoy seguiríamos estando encerradas planchándole los pantalones a los hombres. El feminismo logró romper las barreras para que las mujeres podamos desarrollarnos afuera de casa, poder tener una profesión, poder votar, trabajar y ser independientes.
De chiquita querías ser astronauta, ¿qué hubieras sido si no fueras humorista?
Cuando yo tenía 6 años, el hombre llegó a la Luna. Y todos queríamos ser astronautas, era un estímulo muy fuerte para que viajemos al espacio… Siempre me hacen esta pregunta, siempre contesto algo, pero no sé si es cierto. Podría haber hecho muchas cosas, porque no hago nada bien pero soy constante en lo que hago. Me gusta mucho cocinar, me hubiera gustado dedicarme a eso; o me hubiera gustado ser actriz, pero me dí cuenta recién ahora, si me daba cuenta a los 20 años… Aunque hice un aviso de Skip, donde demostré mi absoluta falta de condiciones.
¿Cuándo empezaste a dibujar?
Como todos los chicos, cuando era niña. A algunos les gusta más, a otros les gusta menos, pero a mí me gustaba mucho desde muy chica. Leía muchas historietas, pero no me inspiraba en ellas para dibujar. Enfrente de casa había una familia con cinco varones, que se les había muerto la madre. Mi mamá oficiaba un poco de cuidadora de ellos, los tenía en caja hasta que venía el padre a la noche. Me cruzaba a la casa de ellos, que eran más grandes que yo, y ellos tenían revistas de historietas: la Pequeña Lulú, Patoruzú, Isidoro Cañones, el Hombre Araña, Linterna Verde… Después, cuando crecí un poquito, le empecé a dar a Dartagnan, Nippur Magnum, El Tony, Fantasía, Intervalo (que era para las chicas… ¡una porquería!). Leía muchas historietas a escondidas, porque mi papá no me dejaba, o en la casa de estos chicos.
¿Con qué cosas no hacés chistes?
No hablo de cosas que lastimen a la gente, no me río del dolor de los demás, de cosas que para otros son dolorosas. En general, hablo de todos los temas, tengo bastante autocrítica, hablo de cosas que son dolorosas para mí. Pero no hago chistes sobre el aborto, ni sobre desaparecidos, ni sobre la fertilidad asistida, porque pienso que hay gente que la puede leer y se puede sentir lastimada.
¿Tus ideas sobre las mujeres, se le podrían ocurrir a un hombre?
Creo que muchas de las cosas que pasan en mis historietas y chistes, le pasan a los hombres. Muchas, pero no todas. Las mujeres tenemos cosas propias que nos pasan, entre ellas, hablar de nosotras mismas, eso los hombres lo hacen mucho menos. Y cuando hablamos de los tipos, no hablamos tanto del exterior (algo que sí hacen los hombres, comentan si está buena de arriba, etc.), vamos más a la personalidad, cómo es el tipo. Ojo, también se habla del exterior (“no sabés lo bien que está”, o… “no sabés lo que tiene”)
¿Cuál es tu rutina para trabajar?
Soy super disciplinada, metódica y aburrida. Me levanto temprano, y nueve y media ya estoy sentada, trabajando, y trabajo hasta las seis, siete de la tarde. Trabajo en mi casa, por lo tanto necesito muchísima disciplina. A veces me llaman amigas y me dicen: “poné Rumores que se están matando”… Y digo no, no miro nada porque si no, no termino más. Me quedo trabajando en mi estudio y tengo pautado el trabajo por días: los lunes escribo guiones para toda la semana, el segundo día dibujo; el tercer día paso a la tinta… y así. Ahora no trabajo sábados ni domingos, cosa que hice muchos años, cuando era más desordenada. Ahora quiero terminarlo rápido y sacármelo de encima. En la época en que trabajaba para la revista “Fierro”, sacaba 15 páginas de historieta, y laburaba 14, 15 horas por día. Por eso es que ahora no quiero laburar tanto.