La incógnita finalmente se develó. El ministro de Economía Toto Caputo anunció el ajuste. Brutal, salvaje, insensible.
La espera tuvo picos de ansiedad, sobre todo en los canales de noticias, que no paraban de repetir el mismo loop de imágenes, acompañado de las mismas frases hechas.
Mientras millones esperábamos la trágica confirmación del ataque masivo a nuestros bolsillos, el Presidente Milei se preparaba para seguir con su viaje místico: ir a la celebración del Janucá. Es de esperar que participe en ritos similares de otras religiones, y de comunidades originarias. Es el Presidente de todos.
Curioso lo de Milei, adoptando la fórmula de De la Rúa. Cuando las papas de la convertibilidad se quemaban, el presidente radical convocó a Domingo Cavallo, el armador de la bomba de la convertibilidad. ¿No es una maniobra similar llamar al Toto, el armador de la deuda macrista…? (algunos viejos recordamos que a Cavallo-De la Rúa, la bomba les explotó en las manos).
Rumores que se esparcían desde los celulares hasta las cámaras: ¿cuántas veces grabó Toto el mensaje? ¿Habrá alguna copia pirata que nos sugiera por qué el cambio? Todo ya es parte de los recuerdos de la “previa”.
Como sea, era evidente la incomodidad del ministro. Lo salvó el mensaje grabado. No le fue mejor al vocero Adorni, quien estaba más preocupado por irse de la conferencia de prensa, que en cumplir con su función, que es contestar las preguntas de los periodistas. Transpiró incomodidad -y guitarreó- cuando le preguntaron por dos datos vitales: mejoras en los ingresos de los trabajadores, y cómo quedarán las jubilaciones.
Las definiciones fueron convirtiendo al antiguo león que iba a devorarse a “la casta”, en implacable cazador de “argentinos de bien”: recortes insignificantes -a nivel PBI- en pauta y política. Feroz retiro de subsidios a insumos populares, como transporte y servicios públicos. ¿Quién pagará más? La mayoría, seguro.
Está de más decir que los aumentos anunciados (AUH 100%, Tarjeta Alimentar 50%), son absolutamente insuficientes frente a la complejidad de la situación.
En transporte, fue pintoresco el argumento de la “discriminación” entre el interior y el AMBA; el funcionario olvidó que aquí, los laburantes toman dos y hasta cuatro bondis para ir a su trabajo. Así de doloroso será pagar los boletos, de ida y de vuelta, que todavía no se sabe cuánto valdrán. Prometen develar la incógnita pronto.
¿Los pasajeros acepten mansamente pasar de pagar $ 50 a $ 500?; el bolsillo no entiende de discriminaciones ajenas. Si no hay, no hay, como dicen a coro los integrantes del Ejecutivo. ¿Cómo reaccionarán…?
En estas primeras horas tras los anuncios, a la gran prensa se le pasó por alto un dato que detalló el vocero Adorni: “se estima una baja del 0,4% del PBI en el esquema de jubilaciones y pensiones“. No sé de economía, pero… Dentro del grave cuadro inflacionario que se esmeran por detallar los funcionarios, ¿piensan no sólo no subir, sino bajar las jubilaciones y pensiones? Sería suicida.
Los integrantes del flamante gobierno insisten en comparar al país, con un paciente con terapia intensiva. Lástima que son economistas, y no médicos. Porque los médicos intentan recuperar signos vitales, a través de brindarle medicación, alimentación adecuada y líquidos. El planteo de esta administración para la supuesta “recuperación” del paciente es desconectarlo, reducir medicamentos y comida. “Después de esto resucita”, aseguran, sonrientes.
Escuchar hablar del déficit fiscal, de actualización de precios y de dólar (y nunca de salarios) como si el país fuera un gigantesco mapa contable, el cual, con sólo ajustar tres números aquí, y otros cuatro allá, se logra un resultado aceptable. Sin tener en cuenta que detrás de los números hay personas, y que casi uno de cada dos argentinos vive en la pobreza… me lleva a preguntar en qué momento, esta teoría prolija, tan fría como impecable y perfumada, se cruce cara a cara con la dramática, cruda y dolorosa realidad.
Claudio Serrentino