“Creemos que la muerte no es la última palabra”, dijo el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, al inicio del responso para despedir a los seis bomberos de la Policía Federal que murieron ayer en el incendio y derrumbe de un depósito en el barrio de Barracas, junto con un voluntario de La Boca y dos agentes de Defensa Civil de la Ciudad.
Monseñor Poli deseó a los familiares y allegados de los servidores públicos fallecidos “que el Señor resucitado los anime, les dé fuerza y los consuele en estos momentos de tristeza, de dolor y de partida”.
“Recordaremos para siempre a nuestros camaradas muertos, no resulta sencillo expresar nuestros sentimientos de impotencia, desconcierto e incomprensión” por lo que ha sucedido, afirmó el Superintendente de Bomberos, Héctor Martínez, al despedir los restos.
“Nuestra función de bomberos -dijo- nos obliga diariamente a transitar experiencias muy opuestas y, a veces, sufrimos cuando una vida se nos escapa de las manos. Ellos expresan cabalmente los valores de nuestra institución, serán nuestro ejemplo, nuestro orgullo y nuestra motivación”.
Una multitud acongojada acompañó la ceremonia de último adiós a los bomberos, que comenzó a la medianoche con el velorio en el Salón Dorado de la Jefatura de Policía y culminó en el panteón de la fuerza, donde también leyeron el mensaje de condolencia que el papa Francisco envió desde el Vaticano.
En ese panteón descansarán los cuerpos del comisario inspector Leonardo Day, la subinspectora Anahí Garnica -de la primera promoción de mujeres en la Superintendencia de Bomberos-, el cabo primero Damián Béliz y el agente Juan Matías Monticelli.
En tanto, los restos del cabo primero Eduardo Adrián Canessa y el agente Maximiliano Martínez fueron sepultados en cementerios privados y Sebastián Campos, el bombero voluntario de Vuelta de Rocha, fue velado en el cuartel en el que trabajaba, situado en Garibaldi 2042 del barrio de La Boca.
En el siniestro también murieron los rescatistas Pedro Baricola y José Méndez, integrantes de Defensa Civil de la Ciudad de Buenos Aires.
A Barícola lo velaron en Villa Adelina -norte del conurbano- y fue sepultado en Olivos, en tanto el velatorio de Méndez fue en el cuartel de bomberos de Wilde.
Fuente y foto: Télam.