
La realidad es una cosa, los números otra. Cualquiera que ande por la calle, por los comercios, sabe que los números “oficiales” del INDEC no suelen reflejar la realidad de los bolsillos.
En Enero, nuevamente, los mundos paralelos disienten: en la calle se cotejan aumentos de precios y de servicios públicos -en algunos casos, impagables- que no son incontrolables, pero que no coinciden con el 2,2% anunciado por el INDEC.
En la época de las fake news, cuesta cada vez más distinguir cuál de los mundos paralelos es el real, aunque el bolsillo lo grite. La penetración mental de las redes y los medios suele montar un aurea surrealista, que tapa y/o distorsiona la realidad.
A esa escenografía se monta el Presidente Milei, quien viene cascoteado por su propia violencia verbal, casi siempre provocadora y compulsiva. Intentó marcar el rumbo de la derecha global en Davos, retomando conceptos retrógrados sobre la sexualidad. Cientos de miles de personas salieron a repudiar sus palabras insultantes y anticuadas.
Hoy, apenas el INDEC dió a conocer el artificioso índice de precios al consumidor, el primer mandatario salió a celebrarlo, repitiendo lo sostenido hace un par de días en América TV: que hay “deflación”.
Según Wikipedia… “La deflación o inflación negativa, en economía, es un descenso generalizado y prolongado —como mínimo, dos semestres según el FMI— de los precios de bienes y servicios motivado por una atonía de la demanda y un exceso de las capacidades productivas”.
Estimado lector, usted sabrá mejor que nadie si durante enero pasado, su bolsillo pudo palpar “un descenso generalisado de los precios de bienes y servicios”, como afirma la biblioteca virtual.
Mientras tanto, en su mundo paralelo, el Presidente celebra que “Es la inflación más baja de los últimos cinco años. Pero además, si limpias los efectos de la pandemia que la tenía artificialmente deprimida, es la más baja desde 2018. Además, la inflación en bienes fue del 1,5%. Es decir, eso es donde no mirás el efecto de las tarifas atrasadas que dejó el Gobierno anterior. Y si mirás la canasta básica, fue del 0,9%”.
La afirmación presidencial no hace más que confirmar que, SI SIGUE HABIENDO INFLACIÓN -aunque sea del 0,9%-, NO PUEDE HABER DEFLACIÓN, porque los precios no bajaron. Subieron poco, pero siguieron subiendo.
El Presidente insiste en afirmar fervientemente, lo que termina desmintiendo en la siguiente frase.
Un viejo truco que se está tornando penosamente repetitivo.
Claudio Serrentino