Suplantar el cultivo del tabaco por otras actividades productivas

En Wanda, Misiones, se lleva adelante la sustitución del cultivo del tabaco, que afecta la salud de los agricultores. En menos de dos años, 160 familias cambiaron su realidad logrando sustentabilidad económica y mejorando sus condiciones de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) generó el Convenio para el Control del Tabaco (2003) ante “la epidemia del tabaquismo”, que mata 8 millones de personas al año; y en la Argentina 44.000. Es causa de 11 cánceres, siendo el de pulmón el de mayor mortalidad en el mundo. Ya 182 países pusieron en vigencia el Convenio; la Argentina aún no. La OMS pide sustituir el cultivo del tabaco.

Misiones tiene el 72% de los cultivadores del país: 13.891. Son mayormente familias rurales humildes; padres e hijos que trabajan en medios agresivos (lluvias, sequías, inundaciones, tormentas de granizo, fuertes vientos) y además contraen graves enfermedades: envenenamiento, entumecimiento y lesiones en manos, afecciones de la vista, dolores musculares por uso de herramientas, heridas, intoxicaciones, náuseas, alergias, mareos. Expuestas a agroquímicos y pesticidas tienen afecciones respiratorias, malformaciones cardíacas y renales, epilepsia, infertilidad masculina, ceguera, parálisis cerebral, retraso madurativo, discapacidad intelectual y cáncer. Sufren muertes y hasta suicidios por una labor que desearían cambiar. Pero no se las ayuda.

En la localidad misionera de Wanda, Cáncer con Ciencia de Fundación SALES inició en mayo 2021 la sustitución del cultivo de tabaco por la cría de pollos y siembra del bambú que requieren industrias del mundo. El primer objetivo era aumentar los 3.000 pollos mensuales que criaban a 30.000, necesarios para dejar de cultivar tabaco.

A 160 familias se las capacitó y se le entregó a la Cooperativa de Trabajo Integral Wanda Limitada un furgón Mercedes-Benz 0 Km para transportar los pollos a los mercados. Además, SALES compró 6.000 bolsas de maíz, por un valor de $ 10 millones, para alimentar la cantidad de pollos. En enero de 2022, o sea en un año y 8 meses después de iniciado el proyecto, se logró la cría de los 30.000 pollos mensuales por lo que la mayor parte de dichas familias dejaron de cultivar tabaco. De esta forma se cumplió con una de las premisas del Convenio de la OMS para ayudar a eliminar la principal causa prevenible del cáncer. Esta experiencia modelo no solamente demuestra la factibilidad de proponer una actividad económica sustentable en lugar del cultivo de tabaco, sino también la posibilidad de que se replique en diferentes puntos del país y así se beneficien los productores agrícolas.

Como segunda etapa, desde Cáncer con Ciencia de Fundación SALES desarrollarán en Wanda el objetivo central: el cultivo de bambú, de gran demanda mundial por su uso industrial. Conocido como tacuara, suele identificarse con esa caña invasora que debe eliminarse. Pero muchas de sus 1.642 especies no son invasoras y tienen múltiples usos: edificios de bambú, andamios más resistentes que el acero, cañerías, durmientes de ferrocarril, cubiertas de barcos, cañas de pescar, papel, telas, muebles. Una bicicleta de bambú está inalterada tras 75 mil kilómetros, con más flexibilidad en el andar que la de metal, que dura unos 15 mil kilómetros. Plazas y jardines se ornamentan con bambú, que permanece verde todo el año con poco mantenimiento.

Salvo en Europa, donde no crece, el mundo cultiva 30 millones de hectáreas de esta gramínea. China, con un quinto del total, alimenta industrias cuyo valor se multiplicó por quinientos desde 1981, por lo que demanda más bambú. La industria mundial del bambú genera 12 millones de empleos y comercializa US$70.000 millones al año.

Es de las plantas que más rápido crecen: hasta casi un metro por día. Con 35 metros y 30 centímetros de diámetro, sustituye a la madera en las viviendas, cosechándose en la mitad de tiempo que las maderas más blandas. Según la especie, es productivo durante 50 y hasta 200 años. Lo llaman “pasto mágico”, pues al cosecharlo crece como el césped, sin necesidad de nueva siembra, lo cual mitiga la tala de bosques. No requiere pesticidas, fertilizantes ni mucho riego, pues acumula agua cuando llueve y así enfrenta las sequías. Recupera suelos degradados, remedia aguas contaminadas, protege cuencas hídricas, libera oxígeno y absorbe cuatro veces más carbono que otros árboles, propiedad importante ante el cambio climático. En el país se registran especies de bambú en 18 de las 23 provincias.

Para más información: https://cancerconciencia.org.ar/

Fundación Sales – Cáncer con Ciencia

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