
Rocco Carbone es ítaloargentino: nació en Cosenza, pero vive en Buenos Aires desde pincipios de los 2000. Desde su rol de filósofo y escritor, analiza la actualidad del país y el mundo en su último libro: “Lanzallamas – Milei y el fascismo psicotizante”, cuya presentación en Mar del Plata fue “suspendida” por el Estado nacional, un día después de la suspensión del recital de Milo J. A modo de reparación, la Asamblea de Floresta presentó su libro en la Plaza del Corralón; Rocco expuso y charló con los vecinos.
¿Por qué la filosofía, Rocco?
Son los caminos de la vida. Uno elige las cosas que puede o quiere hacer, y un poco esas cosas lo eligen a uno. Cierta predisposición en la escuela, encuentro con algunos profesores y algunas profesoras y la propia deriva, el propio de prevenir de lo que llamamos existencia, biografía, vida.
¿En qué época de tu vida surgió el interés?
De manera prematura, en el momento de la primera infancia, a través de un abuelo, pero claro, uno no sabía de la filosofía. Pero este abuelo tenía como cierta predisposición, o cierto amor por lo que llamamos filosofía y literatura, a través de las conversaciones con él, nacieron también o se manifestaron esas inclinaciones.
Y… ¿por qué Argentina? llegaste aquí en 2003, estábamos saliendo de un flor de despelote.
Sí, exacto. La memoria del 2001 estaba muy presente en el entramado urbano, social y político del país, bastaba ver cómo se vestía la persona, la condición del Estado, la condición de los institutos democráticos, y también la condición de la soberanía. Yo vivía en San Cristóbal en ese entonces, y Aguas Argentinas tenía un cartel afuera en el edificio de Aguas Argentinas sobre la calle Entre Ríos que decía: propiedad de la compañía francesa. Eso es la soberanía declinada, quebrada, de los años neoliberales menemistas. Llegué en ese momento y , uno un poco elige, y un poco las cosas los eligen. En Italia, me había cruzado con argentinos y argentinas exiliadas de la dictadura del ‘76 al ‘83. que eran profesores en la Università degli Studi della Calabria, donde estudiaba. Esos profesores y profesoras abrieron su biblioteca, que habían salvado de las garras de la dictadura, una gran biblioteca humanista que tenía que ver con las ciencias sociales también, y ahí empieza un vínculo con lo que podríamos llamar la vida de las ideas argentinas.
¿Te fue fácil adaptarte aquí?
Ser extranjero nunca es sencillo, porque el extranjero, por más que pasen los años, siempre sigue siendo extranjero, hay una cuota de reversibilidad, hay una cuota de diferencia que siempre está. De hecho, esa cuota la podemos verificar en la lengua nacional: Argentina, entre 1880 más o menos y 1950, fue receptora de tres grandes ciclos de oleadas inmigratorias europeas, y esas oleadas tuvieron mucho impacto en la vida cultural del país, y lo digo en sentido amplio, en el trabajo, en la política, en la sociedad, en la lengua también, con el lunfardo. Esos hijos de inmigrantes, esos inmigrantes e inmigrantas que todavía están vivos viejitos y siguen siendo tanos, gallegos, etcétera. En ese elemento afectivo, tano, gallego, turco, me parece que se cifra, o yo tiendo a entender eso, que en esos elementos lingüísticos se cifra lo que te decía antes, lo irreparable de la condición extranjera. Entonces, siempre la condición extranjera implica una dificultad, al mismo tiempo te puedo decir que si me preguntás por Argentina, yo no lo cambiaría por ningún otro país, ni siquiera por el de origen. Es atractivo, y al mismo tiempo, complejo.
Contame de qué trata este libro que te prohibieron presentar en Mar de Plata, “Lanzallamas” .
En realidad, esa prohibición no debe ser leída, me parece a mí, en la clave de la individualidad. Cuando se prohíbe algo, si somos capaces de considerarlo oportunamente, lo que se prohíbe es siempre a comunidades disidentes que se organizan alrededor de la cultura, de la política, de la música, que vos mencionabas a Milo J. Milo J es un individuo, pero cuando decimos Milo J, estamos nombrando en realidad a una comunidad que se organiza alrededor de la música de Milo J, de una expresión artístico-musical disidente, respecto a lo que está pasando políticamente en Argentina, a nivel de la expresividad del poder. Y entonces, cuando hablamos de Milo J en realidad estamos hablando de todas esas cientos o miles de personas jóvenes, que se sienten identificadas por esa música, ese nombre y que incluso bien visto es una reescritura disidente de Milei. Y cuando se censura algo, se están censurando a esas comunidades disidentes. “Lanzallamas” es un libro de, según el caso, según los capítulos, de sociología, política, filosofía política, crítica literaria también ; trata de reflexionar sobre objetos clásicos, de los estudios vinculados con las ciencias sociales y humanas, que es el fascismo, un objeto clásico de los estudios científicos nacionales e internacionales. Trata de pensar esa categoría, vinculada con la expresividad y con la operatividad política del presidente Milei. No se trata de una improperio cuando decimos fascismo, sino recuperamos una categoría política transhistórica que habla de la operatividad, y del discurso, y de las formas políticas de un poder.
Sin embargo, Milei dice que es liberal libertario.
Yo también te puedo decir que sé volar… Los militares también te decían que eran derechos y humanos sin embargo, ahí tenés un argumento a esa línea expuesta. Quiero decir: ellos tienen el derecho de decir de sí mismos lo que quieran, yo también tengo el derecho de decirte: sé volar. Ellos pueden decir lo que quieran de su devenir identitario; nosotros, en función de otras tradiciones científicas, culturales, políticas, teoréticas y teóricas, también podemos decir otra cosa, porque esas tradiciones existen. Las identidades se construyen siempre en un contrapunto entre el sujeto que porta la identidad y la identidad construida por otro. La identidad es social, ellos pueden decir que son liberales libertarios, claro, porque luego de la experiencia tanática del siglo pasado, decir fascista es complejo, pero la operatividad del poder está.
Hablando de identidades ¿por qué creés que gran parte de los ciudadanos se fueron para ese lado políticamente, cuál es la explicación?
No se fueron para ese lado. Gran parte de la ciudadanía fue embargada, fue manipulada, fue atraída, fue fascinada, con una operatividad propia del show elaborado en la televisión, y en los sets de televisión, y ampliado a través de las redes sociales. El fascismo es un fenómeno fascinante. A los políticos fascistas tenemos que ser capaces de escucharlos. Cuando Milei decía: “vengo a destruir la casta”, quiere decir traducido que viene a destruir y está destruyendo el estado de lo social, el estado de lo público, el estado de lo común, y reconvertirlo en negocio. Banco Nación, soberanía monetaria, soberanía nacional, reconvertir el negocio para las clases que se ocupan de los negocios. Vos que sos un laburante, yo que soy un laburante, el lector, que es un laburante, no está en esos negocios. Quieren achatar todo lo que sea posible la condición social inherente al estado republicano, democrático liberal, y apropiarse de eso. Las clases poseedoras de siempre vienen a descargar la patología del liberalismo sobre los laburantes, que es lo que hicieron siempre.
En tu libro debe haber referencias a los amiguitos de Milei, Trump, Elon Musk.
Sí, y esas personas son clases sociales en realidad, son individuos que integran clases sociales, que hoy en día podríamos llamar como monopolios absolutistas globales. Un monopolio absolutista global es Twitter, cada vez que Elon Musk saca un tuit, gobierna sobre la cabeza de miles de millones de personas en el mundo, es un monopolio absolutista global. Porque al sacar un twit él y no nosotros, él, que accede al algoritmo creado por los ingenieros que laburan para él… tiene un poder sobre la conciencia, las formas psicológicas, los modos lingüísticos de miles de millones de habitantes de todo el mundo. También son clases sociales que podemos identificar como aristocracia tecnológicas financieras, estos son los amigos de Milei, son personajes todopoderosos que efectivamente se dedican a hacer negocios, y ahora quieren hacerlos usando la maquinaria del Estado, de la República, que es de todos y todas, pero ellos se lo quieren apropiar.
Claudio Serrentino
Foto: Asamblea Barrial de Floresta