
El debate televisivo de los 17 candidatos a legislador por la Ciudad fue dinámico y correcto, sin llegar a los “grandes” o “polémicos” momentos.
En primer término, no sé cuántos espectadores habrán podido aguantar las dos horas y media que duró el debate. Yo me la banqué porque trabajo de esto (en 2019, ví tres debates entre los candidatos a comuneros…). Un ciudadano común y corriente, si no ve cruces e intercambios fuertes, quizás cambie de canal.
Lo cierto es que me fumé las dos horas y media, pero no me agotó. El formato fue correcto, los candidatos hablaban, como máximo, 2 minutos.
La idea de que los otros candidatos pregunten está buena. Lamentablemente, la mayoría de las veces no se “integraron” al debate en sí. Algunos lo aprovechaban para decir la parte del discurso que les había quedado pendiente, y luego remataban con un “qué te parece esta idea”. Mal. Deberían demostrar que están dispuestos a escuchar, a intercambiar ideas y conceptos. Eso es lo que van a tener que hacer con los tres millones de porteños, si salen electos.
Había caras conocidas, otras no tanto, y otras debutantes. Encontré un nivel parejo entre todos. Transmitieron sus ideas claramente, y el formato los obligó a ejercer el poder de síntesis. No hubo uno que me hiciera pensar “este no está preparado”.
Algunos cruces fueron interesantes, y también se dieron los momentos amorosos. Debido al sorteo, Lospennato y Santoro no se cruzaron, por ejemplo. Pero la candidata del PRO agitó el fantasma del “regreso del kirchnerismo” cada vez que pudo (nota de la redacción: el kirchnerismo jamás gobernó la Ciudad). Sin obras recientes para mostrar, Lospennato recurrió al archivo del “no se inunda más”, y otras obras realizadas en los últimos 16 años.
Leandro Santoro no respondió a esos estímulos, que también agitaron Adorni y Marra. El candidato de Es Ahora Buenos Aires eligió como puching ball al gobierno de Milei, a quien calificó de cruel e insensible. Se desmarcó del mote de “zurdo”, dijo que le gusta el mercado, pero también el Estado. Y sobre todo, la solidaridad social.
Los momentos amorosos fueron dos: uno, la declaración de afinidades entre Mila Zurbriggen y César Biondini (ambos nacionalistas). La otra, Ramiro Marra invitó a Adorni a trabajar juntos en la Legislatura. Éste dió vueltas y rodeos, pero al final pareció dar el sí.
Horacio Rodríguez Larreta no terminaba de encajar allí. Fue jefe de gabinete los 8 años de Macri. Luego, otros 8 años jefe de Gobierno. Hace poco menos de dos años, levantaba la bandera de precandidato presidencial; ahora estaba entre otros 16, luchando por un cargo local. Obviamente, se la pasó resaltando los logros de su gestión, y la obra pública “cero” de Jorge Macri.
La bandera de los desposeídos fue levantada por los candidatos de izquierda, ambos bien plantados: Luca Bonfante del FIT (tuvo un día solo para prepararse, ya que apareció en el debate porque se enfermó la primer candidata Vanina Biasi) fue el único que habló de la crisis de vivienda que padecen los porteños. Federico Winokur (Nuevo Mas) resaltó “no puedo creer que no estemos hablando de los salarios de miseria”.
Caruso Lombardi le puso potrero al debate, fue el más pasional, e instó a todos a “tratar de buscar acuerdos, en lugar de reprocharse el pasado”. Paula Oliveto convocó a no hacer política a través del odio.
Los candidatos oficialistas se destacaron por su vocación destructiva: Adorni prometió trabajar “para cerrar el Canal de la Ciudad” (desde donde se estaba transmitiendo el debate), Ramiro Marra no cesó de repetir la palabra “fisuras” en cada intervención. Yamil Santoro contó su proyecto de “desalojo express” y otro de “erradicación de las villas”. Quedó claro el nulo compromiso social de este sector. Y se resumió en la pregunta que Abal Medina le hizo a Marra: “¿tenés corazón…?”.
Adorni vivió un momento muy incómodo, cuando el candidato de izquierda Winokur le planteó por las jubilaciones de miseria. El vocero presidencial se rió. “No sé de qué te reís, es muy grave lo que viven los jubilados”, le señaló Winokur. La expresión de Adorni se congeló.
La ingeniera Eva Koutsovitis centró sus intervenciones en su trabajo en la Ciudad, junto a organizaciones civiles. Fue la que más conocimientos mostró sobre los problemas urbanísticos de Buenos Aires.
El farmacéutico Marcelo Peretta divulgó su proyecto abaratar los medicamentos, y retomó la vieja propuesta de Macri: “sacar a los comuneros”.
La radical Lucille Levy dió a conocer diversas propuestas del ámbito educativo.
Tanto Zurbriggen, como Biondini y Kim, coincidieron en promover la industrialización en la Ciudad.
Claudio Serrentino