Se extinguió en horas de la mañana del 24 de octubre, la vida de Ricardo Horacio Iorio, baluarte del género musical Heavy Metal en nuestro país, al tiempo que difusor de ideas y pensamientos nacionales que le llevó a granjearse la admiración de un público muy variado.
Cultor de un estilo único, genuino, sin medias tintas diríamos, plasmó en las letras y en el habla cotidiana sentimientos que, día tras día, vive el hombre común del pueblo. Esto es: el que debe salir a trabajar para tener dignidad, el que padece las injusticias de un sistema corrupto que posterga o escupe sus proyectos, el que atiende los quebrantos de su familia o el que siempre está al lado de sus amistades para, juntos, pecharla ante las más dañinas adversidades.
Iorio también evocó, con sonidos modernos cargados de raíces históricas, a muchas personalidades y hechos de nuestra historia desde una óptica inconfundiblemente nacionalista, como la patriada de Malvinas en 1982, la figura del coronel Mohamed Alí Seineldín (“Guardo de un hombre grande/ guerrero nacional que hoy tienen preso./ Puede haber caballo verde,/ más no uno de ellos honesto,/ y en esta, mi canción, lo manifiesto.”) así como la de Juan Perón (tema “Orgullo Argentino”) y un largo etcétera más.
Durante su trayectoria, revalorizó otros géneros como el tango y el folklore, rescatando, en este último, al gran José Larralde, con quien compartió escenario y por quien sentía profunda admiración y respeto, al punto de nombrarlo en un famoso estribillo como arquetipo totalmente opuesto al del guerrillero marxista Ernesto “Che” Guevara Lynch de la Serna (tema “Cumpliendo mi destino”, disco Piedra Libre, 2001).
Pero además de artífice, Ricardo Iorio fue también espectador de otros músicos que le aportaron nuevos emprendimientos y nuevas amistades, por eso no perdía la oportunidad de ir a presenciar varios recitales de Roberto Rimoldi Fraga. Con él se deleitaba escuchando aquellas piezas que evocaban el tiempo de los caudillos federales del siglo XIX, como Juan Manuel de Rosas, Facundo Quiroga o la gesta del combate de la Vuelta de Obligado de 1845.
Los integrantes de la Comisión Directiva de Patricios de Vuelta de Obligado (PVO) lo hemos conocido personalmente en los pagos bonaerenses de Lobos, la noche del 2 de julio de 2022, durante un recital que en dicho pueblo ofrecía Rimoldi Fraga. En las horas previas acudimos en un restaurante donde, de modo totalmente fortuito, Ricardo Iorio y un grupo de allegados estaban cenando previo al espectáculo que también lo iba a tener por protagonista a él, pues invitado por Rimoldi Fraga se subió al escenario del teatro Italiano del pueblo para cantar “Revuelo de Ponchos Rojos”. De ese encuentro casual en el restaurante es la imagen aquí publicada, donde, para nuestra enorme sorpresa, el recordado Iorio lucía en el costado derecho de su pecho una divisa punzó como la de los tiempos gauchos de la Santa Federación.
Murió Iorio en las orillas de la pampa, en su chacra de Coronel Suárez, de un ataque cardíaco. Se fue. Pero antes nos legó, como blasón de lucha, sus letras, su fuerza, su inquebrantable fe en el porvenir venturoso de la patria que tanto quiso desde que vio la luz en Ciudadela, el oeste, donde dicen que está el agite.
Comisión Directiva Patricios Vuelta de Obligado