Otra muerte. Otra familia que se desangra. Otro dolor que quedará para siempre. Sin el menor pudor, los medios convierten la desgracia en otra noticia más. Y las autoridades desaparecen, como cada vez que los ciudadanos necesitan respuestas concretas.
El vacío. El terrible y nada sutil vacío que se genera cada vez que ocurre un hecho como el que se llevó la vida de Brian. Ese vacío que ningún funcionario se atreve a llenar con su cara de circunstancia, quizás porque no les de ni la circunstancia, ni la cara.
Desde que se murió el pibe de Flores asesinado por motochorros, las horas fueron largas, larguísimas. Mucha gente en la calle, alrededor de la Comisaría 38°, buscando respuestas, explicaciones, alguna señal que ayude a frenar la inseguridad que viven cotidianamente.
Y nada. Los guardias de Infantería en posición de ataque. El Jefe de Circunscripción intentando explicar lo inexplicable. Por lo menos, la del Comisario Monzón fue la única cara visible, mientras las autoridades políticas seguían el hecho por TV (Crónica transmitió casi toda la jornada en vivo desde allí) y no tenían reacción.
La toma de la Comisaría duró varias horas, y recién pudo desactivarse cuando desde el Ministerio de Seguridad prometieron una reunión para el día siguiente.
¿El Jefe de Gobierno desconocía qué estaba pasando en la Comisaría de Flores? ¿Y el Ministro de Seguridad Martín Ocampo? ¡Cuánto tiempo debió pasar para que reaccionen…!
Recién a las nueve y cinco de la noche, Ocampo salió por teléfono por TN, para reconocer que el reclamo “es justo”, y que no es el momento para hablar de estadísticas (según datos de la Corte Suprema de Justicia, Flores es el barrio con mayor tasa de asesinato en robos del país).
No sé si fue ineptitud o desidia. En todo caso, la tardanza complicó aún más las cosas, y la virulencia de los vecinos iba “in crescendo” mientras las autoridades, en lugar de hablar con ellos, hablaban con los medios.
La crisis de seguridad que estalló en Flores, ocurrió horas después de que el Gobierno de la Ciudad anunciara que José Potocar asumirá como nuevo Jefe de Policía de la Ciudad. Potocar ni siquiera había tomado posesión del cargo…
Mientras tanto, el abuelo de Brian intentó hablar a medianoche, para anunciar que se retiraban de la dependencia policial, pero cánticos mezclados con puteadas no lo dejaron hablar. “Los vecinos de Flores nos vamos, los que se quedan son políticos”, definió el hombre.
Advenedizos nunca faltan. Que son barras de San Lorenzo, que los mandó Tinelli. El problema es que existan, y que cualquiera pueda disfrazarse de “vecino” para digitar los movimientos de la masa enojada. Por fortuna, eso no pasa porque los vecinos saben distinguir a los “vecinos”.
En la reunión con el Ministro de Seguridad de la Ciudad, Martín Ocampo, la delegación vecinal se enteró de que al Comisario de la 38° lo fueron. “A partir de hoy cambia todo”, aseguró el abuelo del chico asesinado. “Van a atacar el corredor de la villa y removieron a otros jefes de la 38, tengo un compromiso firmado”.
Habrá que ver si “atacar el corredor de la villa” significa darle seguridad a los que viven allí y tienen un trabajo decente (la gran mayoría), y que son las primeras víctimas de la delincuencia, ya que ésta controla esa zona a su antojo, por la ausencia policial. O si van a joder a los honestos, como siempre.
Luego de la reunión con los vecinos, el ministro Ocampo habló con la prensa sobre las “nuevas” medidas de seguridad que se tomarán en Flores: “controles de motos con pasajeros” (implementación de la norma que obliga a los acompañantes a llevar chaleco identificatorio, se implementó como “prueba” en 2014, con poco o nulo éxito), “reforzar la cantidad de efectivos” (sacan de una comisaría para llevar a otra, medida que dura hasta que se desactiva el reclamo), “revisar situaciones con fuerzas nacionales” que actúan en la zona y el control de las patentes de los autos.
Para Ocampo, la reunión fue “satisfactoria” y dijo que el reclamo vecinal fue “genuino” (menos mal… costó una vida), pero… “una minoría que lo usó para hacer destrozos”. Y la frase de siempre que enarbolan los funcionarios de cualquier gobierno: “Los cambios estructurales no son mágicos, son estructurales, y llevan su tiempo”.
Una promesa –una promesa más…- a la que habrá que darle algún tiempo para que se concrete, y que pone en duda la concreción de la marcha a la sede de la Comuna 7; quizás, el resultado que más buscaba el gobierno porteño, al conceder esta reunión.
Claudio Serrentino
Foto: Seprin