14 de Agosto. Pasaron las PASO. Una recorrida por lo que vendrá, de la mano de lo que pasó.
Desde las 7 de la mañana, los medios audiovisuales se ocuparon de “cubrir” las PASO, esto es: llenar horas de programación, tratando de generar expectativas sobre los resultados que recién se conocerían después de las 22.30 horas (horario definido por las autoridades electorales).
Pero ya desde esa hora, lejos de las cámaras todavía, la jueza María Servini se comunicaba con Horacio Rodríguez Larreta, porque las máquinas para el voto electrónico no habían sido probadas. “Impericia nunca vista”, calificó la magistrada al desorden generado por las autoridades electorales de CABA. El precandidato presidencial arrancaba la jornada con una mala noticia. No sería la única.
Mientras tanto, las horas pasaban, la gente se amontonaba, el desorden trascendía. Pese a todo, la concurrencia electoral en la ciudad llegó al 70,22%. Nada mal, visto el promedio del país.
Cerca de las 18, se anuncia que se podrá votar hasta las 19.30, pero no en todos lados: sólo en algunas escuelas. Un desastre organizativo que matizó la jornada. ¿Influyeron el desorden y las demoras, en el resultado final? Difícil saberlo. Lo cierto es que Rodríguez Larreta fue uno de los grandes derrotados del 13 de Agosto.
Sin resultados oficiales, la noche prometía ser larga. El gobernador cordobés Juan Schiaretti aprovechó la ausencia de números, para obtener sus 15 segundos de fama. ¿Para qué salir a saludar, si había perdido en su propia provincia? Quién sabe. Lo cierto es que felicitó a Javier Milei, y se fue a brindar por su propio fracaso.
Ante la falta de datos, UxP mandó a Daniel Scioli y Julián Domínguez, para llenar el espacio. Al chivo Rossi le tocó una difícil, hacer de motivador: salió a difundir una encuesta de “más de 2.000 mesas testigo” que le daban a Unión por la Patria el 30% de los votos a nivel país. Parecía el gol de oro. Pero las caras decían otra cosa, y los números lo confirmarían una hora después.
Jorge Macri y Martín Lousteau compartieron escenario, se esmeraron en destacar que “desde ahora trabajaremos juntos”. En este espacio también, las caras confirmaban lo que desde el escenario se intentaba disimular. Un dron muestra desde arriba, la llegada triunfal de Patricia Bullrich, rodeada por no más de 20 personas que gritaban “se siente, se siente, Patricia presidente”. La precandidata, cuando todavía no había datos oficiales, declaró: “Horacio me llamó para felicitarme”. Se filtra un video en el que Mauricio Macri la saluda.
El hotel Libertador, bunker de La Libertad Avanza, desbordaba de alegría. Muchachos trajeados, pibes con gorrita, se unían al grito de “la casta tiene miedo”. Uno de los primeros en salir a hablar fue el precandidato del espacio, Ramiro Marra, para exigirle al gobierno porteño explicaciones por las fallas en la boleta electrónica. Uno de los que lo secundaba era Oscar Zago, ex legislador del PRO, y ex defensor del Pueblo adjunto bajo la gestión del peronista Alejandro Amor.
Las caras largas en los búnkers de JxC y UxP, pronto encontrarían explicación, al empezar a difundirse los resultados: el impresionante resultado de La Libertad Avanza, triunfando en 16 provincias, y superando los 7 millones de votos.
Mientras tanto, había que seguir con las ceremonias. Patricia Bullrich subió al escenario, dió un discurso aprendido de memoria, mal dicho. La incomodidad del momento en ese ámbito, se palpaba desde los televisores. Pero se convirtió en el “Show de la incomodidad” cuando invitaron a Rodríguez Larreta y Gerardo Morales.
Si Patricia estaba nerviosa, Horacio parecía no entender por qué tendría que estar allí, en el lugar del perdedor. Le costó encarar el discurso, casi como no queriendo expresar lo que tenía que expresar: que a partir de ahora irían juntos, y demás formalismos del caso. El broche final para él, el trago más amargo, fue cuando apareció Mauricio Macri. El abrazo fue de freezer. La situación, en sí misma, desmentía el nombre de la coalición: un ex presidente que volvió a endeudar al país con el FMI, y que increíblemente volvía a retomar el centro de la escena luego de una elección, no podría significar cambio. Y juntos, lo que se dice juntos… quedó demostrado. Quizás, lo único que los una sea el cantito: “hay que saltar, hay que saltar, el kirchnerismo no existe más”.
Javier Milei hizo su presentación al estilo stand up que lo consagró como personaje, apelando a conocimientos sobre economía, desvirtuando el concepto de justicia social, y proponiendo volver a la Argentina (con Constitución, pero sin derechos) de 1853, donde unos pocos podían vivir en democracia (la clase alta), a los pueblos originarios los mataban (o los esclavizaban) y los gauchos era mano de obra hiper explotada. Basta con leer el Martín Fierro.
El cierre de la noche fue con Unión por la Patria. Sin Cristina, pero con Máximo Kirchner lejos del centro, casi perdido entre los pocos dirigentes que ocuparon el escenario. El ambiente que se vivió en ese búnker fue desolador. Juan Grabois, que hizo una elección no tan mala, siguió construyendo su personaje, y fue el encargado de abrir, resaltando la figura de CFK. El ambiente era tan tenso, que aplaudieron tibiamente una mención que en otro momento, hubiera desatado gritos de euforia.
Leandro Santoro está en plan de construir su propia épica, le puso polenta a la triste noche de UxP, y prometió derrotar a Jorge Macri. Axel Kicillof leyó aparatosamente un discurso demasiado largo, quizás para remarcar que fue el único ganador de la noche. Sergio Massa intenta ocupar el lugar racional entre los candidatos a presidente. Su tarea es ardua: se cargó al hombro la herencia de Mauricio, el fracaso de Alberto-Cristina, y también va por la épica.
La izquierda, durante toda la campaña electoral, fue prácticamente borrada del mapa de difusión mediático. La cobertura del 13 de agosto no fue la excepción.
Los votantes dijeron qué pensaban, y cada uno de los candidatos lo interpretó a su manera, eligiendo la parte que más les conviene.
El asunto es cómo encontrar soluciones, en medio de esta incertidumbre.
Claudio Serrentino
Foto: Infobae