Pepe Soriano, notable intérprete que paseó su talento por escenarios y sets de Argentina y España, falleció hoy a los 93 años tras una intensa vida artística que se extendió hasta hace apenas dos años, cuando se integró a la lista de veteranas celebridades del cine al protagonizar el thriller psicológico “Nocturna”, de Gonzalo Calzada.
En julio de aquel año, además, tomó parte en el rodaje de la tercera temporada de la serie “El jardín de bronce” donde tuvo una participación especial en la que constituye su último labor y que desde julio pasado puede verse por HBO y HBO Max.
“El cine es el gran medio. Es realmente la posibilidad de mostrar el trabajo para la posteridad. El teatro es como agua entre las manos. Empieza y termina y queda en la memoria. El cine, en cambio, rescata desde los grandes como Charles Chaplin, como aquella época dorada de Hollywood, con cuyos actores yo he compartido momentos muy agradables. Los conocía por el cine, porque si no hubiera sido por el cine, en mi vida no los hubiera conocido”, dijo Soriano a Télam en enero de 2021.
Con aquella actuación –que hacia noviembre del mismo año fue distinguida en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata- Pepe se integró a la selecta nomina actoral capaz de hacer cine con más de 90 años.
Entre el puñado de intérpretes que con más de 90 años se pusieron frente a cámara figuran Angela Lansbury en “Buttons”, de Tim Janis, que la hizo en 2018 con 90, Héctor Alterio (91) en “Las consecuencias”, de Claudia Pinto; la francesa Danielle Darrieux, que a sus 93 años actuó en “Pièce montée” (2010); la estadounidense Lilien Gish en “Las ballenas de Agosto” (1987), a los 97 años; y nuestro Max Berliner a los 91 en “El invierno de los raros” (2011), además de una participación a los 98 en “El último traje” (2017).
“No es frecuente hacer cine a esta edad. Para mí significaba un enorme desafío, acompañado por un director y una producción de un muy buen nivel, aunque no sea gente que está con su nombre en los medios”, sostuvo entonces sobre su rol como Ulses, un hombre centenario que conversa con los fantasmas de su pasado y repasa las cuentas pendientes con la vida.
Y demostrando esa pulsión vital proyectada, apuntó: “A mí me gusta trabajar con gente joven porque es donde está el futuro del cine. Nosotros más o menos sabemos los límites que podemos tener. Pero de repente aparece un director joven que nos da una nueva posibilidad expresiva. Esto fue lo que me llevó a hacer la película. Aunque a veces me he equivocado”.
Antes, en cine, su camino en la pantalla grande arrancó en 1955 con “Adiós muchachos”, de Armando Bo; en los 70, luego llegó la memorable “Tute Cabrero”, de Juan José Jusid, con libro de Tito Cossa, protagonizó el filme de Raúl de la Torre “Juan Lamaglia y señora”, y en los 90, bajo la dirección de Héctor Olivera reafirmó la consagración con “Una sombra ya pronto serás”. Hasta hizo reír en “Cohen vs Rossi”, de Daniel Barone, cinta que inició las comedias producidas por Adrián Suar.
Entre sus más de 50 participaciones se contaron “Los gauchos judíos”, “No toquen a la nena”, “Pobre mariposa”, “Pubis angelical”, “La nona”, “Mi primera boda” y “Funes, un gran amor”, “El ayudante”, de Mario David o “Los gauchos judíos” por tercera vez con Jusid, pero dos de sus papeles consagratorios en la pantalla grande lo constituyeron el protagonista de “Las venganzas de Beto Sanchez” (1973) y el alemán Schultz en “La Patagonia Rebelde” (1974), una vez mas con Olivera y las dos con problemas con la censura; y una década después como Lisandro de la Torre en “Asesinato en el Senado de la Nación” (1984), nuevamente con Jusid.
Nacido el 25 de septiembre de 1929 en el barrio porteño de Colegiales trabajó profusamente también en España, donde debió encarnar a un doble del dictador Francisco Franco en “Espérame en el cielo” (1988), de Antonio Mercero, país donde brilló en la primera temporada de la exitosa serie de televisión “Farmacia de guardia” (1991-1992).
En la TV local dejó su sello en ciclos como “La familia Falcón”, “Alta Comedia”, “Farmacia de guardia”, “RRDT”, “La Leona”, “Trillizos… dijo la partera”.
Pero fue en teatro donde su carácter quedó impreso en la memoria popular gracias a dos creaciones imponentes: “El Loro Calabrés” (también como autor y director, desde 1975) y “La nona” (a partir de 1979).
Otros títulos que asumió sobre tablas con probado talento fueron “Visitando al Sr. Green”, “Rotos de amor”, “La laguna dorada”, “Conversaciones con mamá”, “El precio”, “Gris de ausencia”, “El loro sigue contando” y “El padre”, este último por el que mereció el Premio Florencio Sánchez en 2017.
El empresario teatral Carlos Rottemberg quien a través de su cuenta de Twitter dio la noticia del deceso, escribió más tarde en esa misma red social: “Pepe fue el primer actor con el que trabajé e inicié en esta profesión. Cuando nos sacamos esta fotografía nos prometimos repetirla cada año en la misma fecha para mantener viva nuestra amistad, la cual excedió por lejos el trabajo. Se te va a extrañar, querido!”.
Soriano se encontraba muy delicado de salud e internado en la Clínica Zabala del barrio porteño de Belgrano, donde falleció la tarde de este martes rodeado de sus seres queridos y también por Pablo Echarri, junto a quien conformó la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai), entidad de la que fue su primer presidente.
Una comunicación de la Asociación Argentina de Actores recordó que Pepe estaba afiliado desde 1953 con el número 1599 y se desempeñó como dirigente sindical en la Secretaría de Cultura durante la presidencia de Juan Carlos Gené, en 1972.
Por ese doble don profesional y militante, Actores recordó que “nuestro sindicato y el Senado de la Nación le otorgamos el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable”.
Fuente: Télam