La verdad es la primera víctima de la batalla entre las corporaciones -la estatal y la privada- por eso, en lugar de producciones periodísticas, lo que abundan son las operaciones de prensa que sirven a los intereses del oligopolio para el que trabajan. Pero en ciudades, pueblos y barrios, a través de pequeñas radios, periódicos y revistas, todavía se puede escuchar y leer a periodistas que -sin condicionamientos- “te levantan una lápida o te hacen un buraco así”, como amenazaba Minguito.
La actividad periodística fue retratada en incontables películas, series y programas de TV. No faltan los estereotipos, y suele haber mucho de mito y algo de verdad, en esos retratos de una profesión cuyo objetivo debería ser reflejar la realidad, a través de los diferentes formatos mediáticos: periódicos, radios, canales de televisión, portales de internet, etc.
La misma realidad de los medios y su estructura -empresarios dueños que definen el mensaje, periodistas empleados que relatan lo que les ordena su jefe, aún a costa de su propia conciencia- atenta contra ese concepto. Aquella idea de reflejar la realidad lo más fielmente posible, suena demasiado romántica, a estas alturas del enfrentamiento entre las corporaciones mediáticas (la estatal y la privada).
Ahora bien: desde el cine y la TV, dos ejemplos mostrarán que la ficción, no es tal. Y que la realidad se asemeja bastante al relato ficcional. Es mi pequeño pero sincero homenaje a todos los colegas que siguen ejerciendo la profesión sin condicionamientos, en su día (7 de Junio).
“EL CIUDADANO”: ORSON WELLES VS. LA CORPORACIÓN MEDIÁTICA
La película “El ciudadano” (nombre original: “Citizen Kane”), dirigida por Orson Welles, es considerada por algunos críticos como la mejor de todos los tiempos. Cuenta la historia de Charles Foster Kane, un personaje de ficción inspirado en el real William Randolph Hearst, magnate de medios de principios del siglo XX en EEUU.
La historia del ciudadano Kane en la industria editorial nace del idealismo y del servicio social, pero se deforma, hasta culminar en una implacable búsqueda de poder. Es decir, quiere modificar la realidad según sus gustos, caprichos o conveniencias.
El protagonista de la historia no duda en intentar provocar una guerra para vender más diarios, o en convertir a su amante en cantante de ópera (para lo cual, obviamente, no tenía condiciones), o incluso, convertirse él mismo en candidato político. Para lograr sus objetivos, se vale de su cadena de periódicos, que invariablemente se encolumna al servicio de las “causas” que se le van ocurriendo al empresario mediático.
[pullquote]Buena parte de “El ciudadano” transcurre en el ámbito de las redacciones de diarios. Sin embargo, los periodistas son personajes grises, que no influyen para nada en la historia.[/pullquote]
Buena parte de “El ciudadano” transcurre en el ámbito de las redacciones de diarios. Sin embargo, los periodistas son personajes grises, que no influyen para nada en la historia. Escriben lo que les indican, es decir: “levantan una lápida o le hacen un buraco así” (como bien lo definía Minguito Tinguitella) a los distintos estamentos políticos, sociales ó artísticos, según las instrucciones de Kane.
Realidad y ficción volvieron a interactuar. El director de cine y el magnate mediático se cruzaron, antes del estreno del “Citizen Kane”. Allegados a Hearst exigieron a la productora RKO que archivara para siempre la película, bajo la amenaza de cortar sus vías de financiación.
Ante la negativa de la RKO, los amigos del millonario volvieron al ataque con una oferta tentadora: les pagaban una fortuna para comprar todas las copias y quemarlas. Tampoco tuvieron éxito.
La película se estrenó el 1º de Mayo de 1941. Orson Welles envió una carta personal a William Hearst invitándolo a la premiere, pero fue rechazada. “Kane hubiera aceptado”, respondió el director en un nuevo gesto de irónico desafío.
Con la película en el circuito comercial, la presión del magnate recayó entonces sobre los principales propietarios de cines de EEUU: “Si exhiben la película, acabaremos con sus negocios”.
“Citizen Kane” fue un fracaso de público. Sin embargo, recibió nueve nominaciones al Oscar. “Gracias” a las presiones de Hearst, sólo ganó el premio al mejor guión. Después, la persecución a Welles siguió: el magnate hizo correr el rumor que el director de cine era comunista. Fue investigado y perseguido hasta que el protagonista “real” de “Citizen Kane” falleció, en 1951.
“LA VOZ DEL RIOBA”: ALTAVISTA LEVANTANDO LÁPIDAS Y HACIENDO BURACOS
Minguito Tinguitella fue uno de los personajes cómicos que instaló la TV en el inconsciente colectivo de los argentinos. Sus frases aún perduran en el lenguaje porteño: algunos todavía saludan diciendo “qué hacé tri tri”, frase con la cual Mingo hacía lo propio con Jorge Porcel en “Polémica en el bar”.
Peronista, hincha de Boca, un poco bruto, pero de buen corazón, el personaje que encarnó el actor Juan Carlos Altavista apareció por primera vez en el programa “Operación Ja Ja”. Allí, trabajaba en “La Voz del Rioba”, un periódico que dirigía Gerardo Sofovich. La ignorancia del Mingo no le impedía emitir un juicio de opinión sobre su patrón: lo calificaba como “malino y dañino”.
Su compañero era El Preso (Vicente Larussa), que andaba con una cámara fotográfica y “escrachaba” a los entrevistados, quienes siempre terminaban el reportaje abruptamente, hartos de los comentarios zarpados de Minguito. La frase con la que amenazaba a las figuras que intentaba reportear, era: “te levanto una lápida, o te hago un buraco así de grande”. “La Voz del Rioba” llegó a ser una historieta. En su primer número, entrevistó al “Tío” Héctor Cámpora, después de su triunfo en las elecciones de 1973.
Con el tiempo, Minguito tuvo su propio programa, que se llamó “Super Mingo” (llegó a medir 39 puntos de rating, más que “No toca botón”, de Alberto Olmedo). Hacía la parodia de una redacción junto a Riverito, Brizuela Méndez, Alberto Muney y Ernesto Vila. Los periodistas pretendían comentar las noticias más importantes de la semana, mientras Mingo hacía de las suyas. Una vez, Diego Maradona visitó a Minguito en la redacción, y jugaron a la pelota. Los periodistas “serios” quedaron con la boca abierta.
ARGENTINA SIGLO XXI: CORPORACIONES Ó LA VOZ DEL RIOBA
La mejor jugada mediática del gobierno de Cristina fue desechar a sus adversarios políticos, y elegir un “enemigo”, al cual plantar frente a la sociedad como un “monstruo grande que pisa fuerte”, como decía Gieco en “Solo le pido a Dios”. El rival elegido fue la corporación que encabeza el periódico de la trompetita.
El multimedios de “Clarín” (el diario y todos sus subproductos, más el diario Olé, revista Genios, Canal 13, Radio Mitre, FM 100, parte de la Agencia DYN, Cablevisión) recogió el guante y se alió con “La Nación”.
El segundo escalón en la estrategia K fue armar un multimedios paraestatal: así, empezó a sumar a Canal 7, la Agencia Telam y Radio Nacional, una serie de medios privados, pero con inocultable cercanía al gobierno: los diarios “Página/12”, “Sur” y “Tiempo Argentino”, las revistas “Veintitres”, “Debate”, los canales de cable “Encuentro” y “CN23”, y como frutilla del postre, el ex multimedios de Daniel Hadad: Radio 10, C5N, y diversas FM que pertenecían al ex vecino de Floresta, y que adquirió el empresario amigo de los K, Cristóbal López.
En el medio, miles de periodistas ven jugar su suerte junto a la de sus patrones: a la hora de la batalla, no les queda otra que alinearse con “Clarín” o los “K” (según sea quien les paga el sueldo). Y ya se sabe: en toda guerra, la primera víctima es la verdad…
[pullquote]Se tergiversan noticias, se cortan y editan reportajes, se olvidan del periodismo y se dedican a producir turbias operaciones de prensa. Los espectadores son rehenes de los medios que consumen, aunque el enfrentamiento es tan burdo que casi todos aprendieron a leer entrelíneas.[/pullquote]
Así, se tergiversan noticias, se cortan y editan reportajes, se olvidan del periodismo y se dedican a producir turbias operaciones de prensa. Los espectadores son rehenes de los medios que consumen, aunque el enfrentamiento es tan burdo que casi todos aprendieron a leer entrelíneas.
Lejos del ruido de las bombas mediáticas, hay una legión de pequeños y medianos editores, que escapan a esa falsa opción: los medios que se ocupan de lo social y lo cultural, las revistas y periódicos vecinales, las FM zonales que además de vender espacios saben cultivar su línea artística, los “blogueros” que a través de un sitio gratuito en internet publican sus investigaciones periodísticas o sus conclusiones sobre tal o cual cosa, siguen trabajando con independencia de criterio: no tienen patrones a los que rendirles cuentas. Opinan -opinamos- con libertad y esa gimnasia es muy refrescante, para quienes la ejercemos, y también, para quienes nos leen y escuchan. Al menos, así nos lo hacen saber lectores y oyentes.
Entre todos, mantenemos la esencia de los medios de comunicación: informar, formar y entretener con responsabilidad. Algo que, en busca del poder y los negocios, los grandes medios han olvidado.
A ellos, a mis colegas, que sin recursos y con limitado -¡pero vital!- apoyo publicitario insisten en la dura tarea de parir un medio que refleje sus inquietudes, con el excelso objetivo de ejercer la libertad de expresión, quiero dedicarles esta nota: ustedes, colegas-amigos, son los que mantienen viva la llama del periodismo.
Claudio Serrentino
Imágenes: www.hoymujer.com
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