
Les guste o no a las autoridades actuales, Juan Domingo Perón es el único presidente constitucional de la historia argentina que fue elegido tres veces para conducir los destinos del país.
Esa distinción que, con su voto, le hiciera el Pueblo Argentino, bien merece que el nombre de Perón esté en calles, hospitales, monumentos, e incluso, que la casa donde vivió con Evita sea un museo y “Un café con Perón” (Austria 2601), lugar declarado de interés cultural donde se puede tomar algo, y recorrerlo.
Intentar cerrar ese sitio histórico, es como intentar clausurar el Museo de Manuel Belgrano en el barrio Velez Sarsfield, el museo Carlos Gardel en el Abasto, o la casa histórica de Raúl Alfonsín en Chascomús. Decisiones que van a contramano de la historia. De nuestra historia.
“Un café con Perón” tenía contrato de alquiler hasta 2027. Sin embargo, recibieron una intimación para dejar el local.
Juan Grabois fue a defender el lugar histórico. Rápidamente (ojalá tuvieran esa dinámica a la hora de mejorar las jubilaciones de miseria), desde el Poder Ejecutivo dieron la orden de detenerlo: según el jefe de la Policía Federal, “por orden del presidente y la ministra de seguridad”. Como ocurrió en este desgraciado país durante la dictadura militar: entonces, había miles de personas “detenidas por orden del PEN (Poder Ejecutivo Nacional)”.
Se sabe que el presidente no tiene demasiado apego por las leyes, o quizás sólo esté pensando -como la mayoría de las veces- en cuántos retuits cosecharía con el comentario. En ese tuit, Milei publicó una lista de “tareas hechas”, entre las que incluyó “Grabois en cana”. Humor berreta y además, ilegal: nadie, en una República, puede ser detenido sin orden judicial. Pero Milei parece regodearse cuando imita a la dictadura. En la misma tónica, celebra el dólar barato, el achique del Estado, el quiebre de empresas.
Juan Grabois, abogado, viene de marcar tendencia judicial contra funcionarios del gobierno nacional, entre ellos Javier Milei y su “affaire” de $LIBRA. ¿Esta orden presidencial fue una reacción destemplada frente al acoso judicial de Grabois? Puede ser. Lo detuvieron entre muchos policías. ¿Serán tan valientes, a la hora de enfrentar a la delincuencia que atosiga a la población…?
Hasta Villa Lugano, donde estaba preso Grabois, se movilizaron cientos de personas y varios dirigentes políticos.
Poco tiempo duró su detención. Cuando recuperó la libertad, declaró: “no hay que tenerles miedo. Enfrentarlos, antagonizar con estos hijos de puta, está entre las mejores cosas que he hecho en mi vida”.
Claudio Serrentino