
Se fue Mario Mactas, escritor, periodista, guionista, gato o zorro según la ocasión. Un personaje de Buenos Aires, de aquel Buenos Aires céntrico, de bares y redacciones.
Mario fue una de las plumas brillantes de “Satiricón”, aquella emblemática revista que, en lo personal, me fue abriendo la puerta de la adultez con inteligencia y humor.
Mactas esquivaba lo lineal, revolvía en la complejidad, le escapaba a lo obvio. Era un exquisito, entre la vulgaridad.
En los ’80 era el gran preguntador, en un programa que también marcó época en la TV argentina: “Badía y Cía“.
Y desde los ’90, en la radio, no dudó en convertirse en gato o zorro -según la ocasión- con su compinche Rolando Hanglin, en un ciclo tan delirante como duradero. Creo que llegaron a estar en el aire hasta hace pocos años, cuando Hanglin ocupaba las noches de Radio Rivadavia.
Pluma brillante, periodista inquisidor, observador implacable de la realidad, Mactas llegó a las nuevas generaciones a través de su columna “El toque Mactas“, por TN.
Alguna vez lo crucé en “Guerrín“, intercambiamos opiniones sobre si era gato o zorro. Él salió del brete con alguna de sus frases geniales.
Su hija Mariana hizo un documental sobre su vida.
Gracias por tu talento, querido Mario.
Claudio Serrentino