Hace tiempo que quería hacerle una nota a Luis Spadafora, creador y alma mater del Museo de la Ciudad que está en el Barrio de Villa Real. Lo conozco desde que integraba la Junta de Estudios Históricos del Barrio. Siempre está muy activo y pensé que tenía cosas para contarme. Y así sucedió.
En 2022 recibió un premio importante, tanto para Luis como para el país. Se lo dio la FIVA, Federación Internacional de Vehículos Antiguos, con sede en Suiza. A esta institución están adheridos 97 países, y cada uno propone a quienes se destacaron en sus actividades, como ser: trabajos de restauración, salvar unidades irrecuperables, crear un museo, etc. Existe un jurado que selecciona al ganador. Para entregar el premio llegaron el presidente y vice desde Suiza, y “me lo entregaron en la Exposición de Autos Clásicos. Fue un acto emocionante. Ellos recorrieron Argentina, Chile, Uruguay Paraguay, y dijeron que no habían visto un Museo de la calidad del que tenemos aquí. El A.C.A. cuenta con una muestra de pocos coches, está el de Fangio, en Balcarce pero es de un corredor, aquí encontraron otra cosa, muy completo…”.
¿Cómo surgió la idea de crear un Museo?
La idea fue despacio, y surgió porque vi un aviso en el diario que se vendía un auto marca Chartear Dear, 1904. Llamé por teléfono, y… estaba en la calle Castillo, entre la Av. Juan B. Justo y Darwin. El lugar contaba con las paredes con radiadores y otras piezas… y dije “qué buena idea”. Después compré un Ford ‘42 y se lo llevé a Toto Della Romana, un mecánico excelente, para que me lo ponga a punto. Me compré un Ford ‘36, negro, y le puse el motor que me reparó Toto, y así lo usé. Hace poco lo hice correr en un encuentro en el Aeródromo de Morón, era una carrera de legendarios y anduvo bárbaro.
¿Como fueron tus primeros trabajos?
Comencé en Caballito, mi barrio por entonces, entré de cadete en una fábrica de joyería en Franklin 821, era la época que se usaban las esclavas, unas pulseras para señoras. El esposo le obsequiaba una por cada aniversario. Y así fui aprendiendo y llegué a oficial joyero. Pero después me quedé sin trabajo, nos mudamos a V. Devoto en la calle Bermúdez. Entré a trabajar en Faros David donde trabajé 15 años. Conocí a un cliente, Ernesto Torres, que era dueño de Vanderbit, fabricaba los perfumes Pachuli, Siete brujas, etc Se armó una buena amistad y en horas extras le empecé a trabajar para él. Torres alquilaba las vidrieras de las farmacias y yo les hacía unos trabajos únicos. Me dibujaba lo que quería y le respondía…ganaba bien. Este señor me abrió la cabeza, aprendí mucho.
Yo ya estaba de novio con Susana, después mi señora, no teníamos casa ni departamento para ir a vivir. Ella trabajaba conmigo y hacíamos de todo. Ahorrábamos para poder comprar la vivienda pero me enteré que se vendía una cupé Ford 42. Como trabajaba con un camión, haciendo viajes, se lo ofrecí como parte de pago y el resto de los ahorros que habíamos juntado los dos y sin consultarla compré la Cupé,… mi novia casi me mata cuando se enteró,… pero después la usábamos para trabajar, ella también la manejaba, hacíamos entrega de los trabajos…nos íbamos al autocine de Constituyente. También yo cirujeaba, compraba material de rezago, lo molía y lo vendía….era un busca. Y seguía trabajando para Ernesto. Eso me permitió comprar una casa para arreglar, la pague en 64 cuotas, el sueldo mío iba todo para la cuota. Cuando la terminé de pagar fui y le dije a Torres:… no trabajo más. No lo podía creer. Se preocupó. La casa estaba invadida de cajas, envasábamos perfumes, cosas de laboratorios, el me seguí dibujando y yo hacía todo. Entonces me dijo que comprara otra casa solo para trabajar, encontré una por 100.000 pesos, contaba con un ahorro de 25.mil dólares, faltaban 70.000 mil. Torres me dijo…comprala… Estaba en la calle Bauzá, firmé el boleto por 30.000 y cuando tuve que escriturar lo fui a ver a Torres, él hablaba de todo, pero yo necesitaba el resto, al final me dijo anda ver al gerente y ahí me dio los 70.000 dólares restantes,… todo un caballero. En ese lugar seguimos creciendo, el barrio ayudaba, dimos trabajo a mucha gente. Hacíamos cosas que nadie hacía, trabajábamos para cosméticos Avon…y otras firmas. Mi familia me ayudó en todo, le debo mucho a ellos. Mientras tanto, iba sumando para mi museo, comprando y reparando vehículos. Después compré esta casa para vivienda, había sido una fábrica de soda, la empecé a arreglar, pero al final quedó para el Museo.
Se ve mucha pasión y entusiasmo que le pones al Museo.
Si, es cierto. Hay que trabajar para que el Museo se mantenga abierto. Cuando me dieron el premio me preguntaron cuánto aportaba el Gobierno de la Ciudad. Me dio vergüenza ajena, le tuve que decir, nada. Tenemos una deuda del ABL, porque teníamos una excepción y en la pandemia cayó la excepción, ahora estamos tramitándolo nuevamente, es un tema burocrático, estamos esperando la recuperación de ese beneficio.
Por suerte colabora mucho el Programa de T.V. El Garage, nos hace notas, estamos siempre en el aire y también nos ayudan las redes sociales, los que visitan el Museo y lo recomiendan, también está el boca a boca. La misión del Museo es recuperar autos que encontramos archivados, abandonados, etc, lo restauramos y así lo podemos mostrar. Hoy lo visitan tres generaciones, el abuelo, el padre y el hijo, eso es muy bueno para nosotros. Ahora incorporamos un bar, el público se puede sentar y tomar un cafecito en este ambiente de estos coches históricos, y ya contamos con 10 libros que escribe la gente que lo visita dejándonos un recuerdo.
Otra actividad interesante que realizamos son la visitas guiadas a jardines de infantes, primarios y secundarios. También a grupos de jubilados, se tienen que comunicarse con Gisela al 15. 4445.0008 y solicitar un turno de visita, ahí le contamos el costo de la visita y le damos fecha. Eso hace que después vengan otros a conocerlos, nos recomiendan…
El Museo abre Sábados, Domingos y Feriados de 14 a 19 horas. La mayoría de estos coches que exhibimos lo reparamos en nuestro taller de restauro, cundo tenemos dificultades, mandamos a pedir los planos a las fábricas de Europa para respetar el modelo.}. También, hace unos años, restauramos el coche presidencial que está en el Museo de la Casa Rosada, totalmente a nuestro costo. Otra cosa que hicimos y está en el Museo un coche que es la copia fiel del Alfa Romeo 308 que corrió Alfredo Gálvez en el año 1949, y les ganó a los ases europeos con el Premio Argentino en el circuito de Palermo. Argentina no tenía Autódromo y se vio el entusiasmo de la gente. Froilán González y Fangio hablaron con Perón y le sugirieron contar con un autódromo. Y así ocurrió, en el año 1950 Perón invitó a F. González para que viera lo avanzado de las obras y el Autódromo fue inaugurado en 1952.
Otra cosa que quiero comentar es que la gente cree que la primera moto que se fabricó en el país fue la Puma. Pero te tengo que decir que no. Fue la Tehuelche, con todas las piezas nacionales. Fue obra de Roberto Fatorini y Roberto Raffaldi, dos italianos que la fabricaron en la localidad de San Andrés, Partido de San Martín, yo corrí con una Tehelche, después quedó en el galpón y mi papa la vendió como chatarra.
Siempre estamos incorporando más vehículos. En el Museo tengo restaurada una autobomba Tornicroft, era utilizada ´para apagar los incendios de aviones en pista, tiene dos motores, un Ford con circuito de bomba de agua y un motor Rolls. Royce. Otra cosa importante para nosotros fue que nos donaron un coche del Subte de Buenos Aires.
Felicitaciones Luis por todo lo que haces, es todo muy valiosos para todos los que visitan este lugar.
QUÉ ENCONTRAMOS AL ATRAVESAR LAS PUERTAS DEL MUSEO
Quien se atreve a pasar la puerta de Irigoyen 2265, C.A.B.A. se encontrará sorprendido de tantos coches antiguos, todos con mucha historia, como el Hudson 1929 que perteneció a Jorge Luis Borges, el Dodge Brother 1937 con el que se casó Maradona y fue utilizado en la película Evita, Monopostos de mecánica nacional, década 40 y 50, Coupé Torino N°1, que participó en las 84 horas de Núrburgring (1969), los famosos Buses inglés de dos pisos, el Clásico Double-Decker. Se puede encontrar un Hispano Suizo, un Packard, un Rolls Royce de 1929, un Oldsmobile, Studebaker, un Buick tipo cola de bote de 1925, carrozado por carpinteros navales en madera y aluminio, el clásico Ford T de 1923 que conducían los médicos rurales, un tradicional repartidor de leche, etc, etc. Todas estas joyas están ahí. A esto se le agrega una calle de los recuerdos con fachadas nostálgicas, una peluquería, una bicicletería, recreación de un conventillo, modelos de estaciones de servicios con los primitivos surtidores. Se puede encontrar piezas exclusivas que permiten conocer y admirar su uso en épocas pasadas, desde fines del siglo XIX hasta avanzado el tiempo.
Se exhiben trofeos obtenidos, fotografías, recuerdos. Objetos personales del inolvidable Oscar Alfredo Gálvez, el Aguilucho como la famosa “empanada” que utilizó en el Autódromo y la legendaria coupe Ford que le dio tantos triunfos en su campaña de Turismo Carretera.
Cuenta con un espacio de Oscar A. Gálvez, de Juan Manuel Fangio, tributo a Henry Ford y un homenaje al corredor, mecánico y vecino Toto De La Romana. Se puede encontrar un siglo de historia reunida en un ámbito agradable, prolijo y recreativo, con una renovación permanente de las figuras que participaron de las tantas competencias realizadas en el país y en el exterior. Todo está ahí, para los fanáticos fierreros y para los chicos que empiezan a gustar de todo lo que se muestra en el Museo.
Dentro de su espacio, en el subsuelo funciona una Sala Auditorio con 80 butacas con material fílmico, de carreras en temporadas internacionales, Noticieros Panamericanos, Sucesos Argentinos. Se dictan conferencias temáticas y cursos sobre la historia del automóvil. Dice Luis que uno de los objetivos del Museo es difundir el pasado del automóvil y cuenta con una biblioteca que se está organizando.
El Museo es una buena forma de resistir el paso del tiempo, para no olvidar esas joyitas y rescatarlas del olvido y preservarlas. Encierra recuerdos y curiosidades del mundo automovilístico. Transitar por el Museo en un privilegio y una cita que no se puede dejar pasar. Spadafora pudo instalarlo en el Barrio de Recoleta, pero no, está aquí, en el Barrio de Villa Real y accesible para los Barrios vecinos, Versalles, Villa Devoto, Villa Luro, Monte Castro, Floresta, etc. y muy cercano a la Avenida General Paz.
En el primer piso se puede encontrar una la recreación histórica de un taller mecánico, un viejo almacén de ramos generales con esas registradoras en cobre y bronce, una barbería con un cliente y peluquero incluido como eran las de antes. Todos estos elementos evocan una época que ya no está, es memoria y patrimonio, bueno para quienes lo conocimos y para los que no lo vivieron como jóvenes y niños. Toda una realidad pasada puesta visualmente para recorrer esos tiempos. También se pueden ver los surtidores antiguos, una locomotora. Están muy bien exhibidas, la idea es que el visitante se proyecte en el tiempo…
Algo más…El Museo recibió uno de los coches La Brugeoise que recorrieron en la Linea de Subte A desde su inauguración en el año 1913 hasta el 11 de enero de 2013. Hay que recordar que fueron los primeros coches para el Subte de América Latina. Es el N° 71 y está hoy en el Museo del Automóvil. Spadafora lo solicitó cuando se enteró que esos coches estaban en un depósito. Grande fue el operativo para traerlo al Museo. Mide 16 metros y pesa unos 10.000 kilos. Construyó en el costado del Museo, para poder exhibirlos bien, una vía y un andén que simula en su decoración de azulejos blancos y negros, a la histórica Estación Sáenz Peña, con carteles originarios. El coche se restauró, fue una fatigosa tarea de muchos y con los aportes de privados que ayudaron con elementos, pinturas, barnices, pinceles etc. y horas de trabajo para ponerlo en valor. “lo dejamos como nuevo y en forma y con su color original, cuesta conseguir las tulipas de luces originales, los marcos de las ventanas. Es un patrimonio porteño y nacional que debemos cuidar” Otros coches fueron al Museo de Luján, la Facultad de Arquitectura, etc Estos coches fueron fabricados en la empresa La Brugeoise et Nivelles S.A. que tenía una de sus plantas en Brujas, Bélgica. Llegaron al país entre 1914 y 1919, y funcionaron hasta que fueron reemplazados.
Después de todo esto, la visita al Museo es una necesidad y un disfrute. Nuevamente FELICITAMOS a Luis Spadafora e invitamos a conocer el Museo del Automóvil de la Ciudad.
Susana Boragno