El legislador porteño Roberto Quattromano (PRO) arremetió duro contra el Papa Francisco, a través de una carta abierta en la que le reprocha a Su Santidad que ” desestima lo que proviene de Cambiemos y recibe con los brazos abiertos a los que tanto daño le han hecho a nuestro país”.
Quién sabe por qué tanto enojo. Quizás, porque antes era Bergoglio, y era “amigo”. Y ahora es Francisco, y no sólo Francisco sino Papa Francisco; y desde miles de kilómetros de distancia, un sólo gesto suyo mueve las estanterías de la política argentina.
Parece que eso molesta al gobierno de Cambiemos. Y Quattromano lo hizo explícito, a través de una carta abierta que seguramente, levantará revuelo. Y provocará minutos de debate inútil en “Intratables”.
¿Inútil? ¡Por supuesto! ¿O alguna vez, algún programa de radio o de TV llegó a alguna conclusión que resuelva algunos de los problemas que nos aquejan como sociedad?
Al fin y al cabo, Quattromano tiene la libertad de expresarse como le plazca sobre Francisco y cualquier otra cosa. Y el Papa tiene el mismo derecho: ponerle cara de tujes al Presidente argentino, recibir -o no- a quien él considere -o no-… ¿Cuál es el problema?
Ah. Que es Papa. Que debería ser ecuánime (o al menos, parecerlo). Que como Jefe de Estado que es, no debería inmiscuirse en asuntos internos de otro Estado. Que…
Justamente porque es Papa, o porque es una autoridad, va a recibir a quien él crea conveniente, y desechará a los otros. Él sabrá por qué.
Lo mismo hace Macri, hizo Cristina, y hará cualquier Presidente, Senador, Diputado, Legislador…
La influencia de los Papas en sus países de origen no es para despreciar: la llegada de Juan Pablo II al trono de Pedro, y su bendición al movimiento sindical “Solidaridad” de Lech Walesa, marcó el principio del fin del comunismo; primero, como gran dominador de los países del este europeo, y como potencia hegemónica después.
El gran problema que tienen los políticos argentinos -en general, hay excepciones, por supuesto- es que están tan desprestigiados, han cambiado tantas veces de ideas y de cargos y de banderas, que necesitan colgarse de la sotana blanca de Francisco (que no es sólo la autoridad máxima de la Iglesia Católica: es querido, aquí y en todo el mundo) para intentar tener un poquito de buena prensa.
La foto con el Papa fue buscada por decenas de dirigentes de todos los partidos políticos, y muchas veces fue exhibida para “blanquear” al fulano de turno.
El Presidente Macri no pudo exhibir su foto con Francisco; fue evidente la cara de fastidio del Papa. En el gobierno nacional cayó mal esa actitud.
Quattromano, socio político de Ritondo, hizo un resumen de los desprecios públicos que, según su criterio, tuvo el Sumo Pontífice con su sector partidario. Le critica a Francisco “los gestos políticos que está teniendo, como el haber rechazado la donación de 16 millones de pesos del Gobierno Nacional a la ONG Scholas Ocurrentes”.
No dejó pasar la oportunidad para reprocharle “la diferencia en cuanto a la predisposición con la que recibió a Cristina Fernández de Kirchner y a Mauricio Macri. También cómo le cerró las puertas del Vaticano a Margarita Barrientos, en contraposición al encuentro privado con Hebe de Bonafini, quien se cansó de criticarlo”.
Lo hace cargo de ensanchar la famosa grieta: “Si usted pretende que haya reconciliación en nuestra sociedad, sus actos no condicen con su intención. Por el contrario, profundiza la grieta que generó el gobierno anterior“.
La conclusión a la que llegó el legislador porteño: que el Papa “desestima lo que proviene de Cambiemos y recibe con los brazos abiertos a los que tanto daño le han hecho a nuestro país”.
Luego de señalar las fallas de los actos del Santo Padre, le pide que tome sus palabras “no como un reproche sino como una reflexión y que de una vez por todas los argentinos trabajemos por eso que usted tanto predica, la cultura del encuentro”.
A través de esta carta, ¿está buscando Quattromano llamar la atención del Papa, y que éste lo reciba en el Vaticano, como hizo con Hebe de Bonafini, quien se cansó de tirarle dardos verbales, hasta que finalmente fue recibida por el Pontífice?
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Claudio Serrentino
Foto: AP