Estas tierras que desde hace más de cien años se llaman “Versailles” (o su versión porteñizada “Versalles”, sin la “i”), pertenecieron a Don Pedro Fernández de Castro.
Sus descendientes las vendieron, en el siglo XIX, a diversos compradores, entre ellos, los más importantes: Eduardo Rodríguez Visillac y Esteban Massini.
Cuando la Municipalidad diagramó el trazado de las calles, en 1893, tomó como base la calle Barragán (entonces, llamada Magán) y también, Alvarez Jonte, un viejo camino que iba de este a oeste.
Versailles se llama así gracias al médico del Ferrocarril del Oeste, Dr. José Guerrico, quien había regresado de un viaje a Francia, y estaba impactado con la belleza del palacio de Versailles, cerca de París. Guerrico sugirió el nombre para la estación, y su sugerencia fue aceptada.
LLEGA (Y SE VA) EL TRENCITO DE VERSAILLES
De no ser por la aparición del “Trencito de Versailles”, el barrio no se hubiera desarrollado, como ocurrió con muchísimas ciudades y pueblos del interior del país.
En 1911, el Ferrocarril del Oeste tiende el ramal entre Villa Luro y la nueva estación Versailles. De esa manera, se podía estar en el centro de manera rápida, ya que el viaje hasta la estación de Once tardaba sólo 23 minutos.
El 11 de Diciembre de 1911 se inaugura el servicio, con la locomotora a vapor. Había dos vías que llegaban hasta Nogoyá, pues la locomotora se desenganchaba y daba la vuelta para ponerse delante de los vagones.
El 1º de Mayo de 1923, las vías se electrifican. En 1925. a pedido de la Sociedad de Fomento “Luz de Porvenir”, el “Ferrocarril del Oeste” construye dos apeaderos viniendo de Villa Luro: el primero en el kilómetro 10.510, y el segundo en el kilómetro 11.100 (la estación Versailles estaba en el kilómetro 11,800).
En 1932, al trencito le sumaron un vagón.
El último servicio del “Trencito de Versailles” fue el 5 de Octubre de 1952 a las 24 horas. Sus últimos conductores fueron los señores Ruffa y Marsilli, y como guarda, el Sr. Castrillón.
Pero el tren no era el único medio de transporte con el que los vecinos de Versailles iban y venían.
En 1910, La Compañía del tranvía eléctrico “Anglo Argentino” extiende la línea 2, por Rivadavia hasta el “Camino de Circunvalación” (que más tarde se llamaría Avenida General Paz).
El 22 de Julio de 1944, comenzó a funcionar la línea 106, que salía de Manuel Porcel de Peralta 835 y llegaba hasta Corrientes y Malabia.
EL VERSAILLES OBRERO Y SOCIALISTA
A principios del siglo XX, el negocio del Ferrocarril del Oeste no era sólo transportar pasajeros. Su subsidiaria, la “Compañía de Tierras del Oeste”, realizaba otro tipo de negocios.
En aquellas tierras vírgenes, al borde del arroyo Maldonado, instaló un saladero y una curtiembre. Luego, se encargó de los loteos de aquellos terrenos por donde pasaban las vías. La “Compañía de Tierras del Oeste” había decidido mejorar la zona, adoquinando calles de comunicación con la Avenida Rivadavia, con vistas a un loteo realizado en 1913.
Pero aquel negocio no tuvo el resultado esperado, con lo cual, hasta la década del ‘20 Versailles era, apenas, un puñado de casitas.
Luego de la Primera Guerra Mundial, miles de inmigrantes europeos se afincaron en la Argentina. Cuando la Compañía realizó un nuevo loteo, en 1921, muchos de ellos convirtieron su “sueño de la casa propia” en Versailles.
Claro, aquellos compradores traían muchos sueños pero nada de “cash”, con lo cual, las ventas se hacían a través de cuotas mensuales. Además, en los remates se ofrecían como obsequio quince mil ladrillos y arena.
Este sector vecinal será clasificado por algunos historiadores como “la zona pobre” o “proletaria” de Versailles, delimitada por las calles Juan B. Justo, Arregui e Yrigoyen.
Muchos de sus habitantes eran obreros que trabajaban en los talleres ferroviarios de Liniers, o en la fábrica de pinturas “El mono”. Por eso, para mejorar su standard de vida se agruparon en sociedades de fomento.
Cuentan que la “Sociedad de Fomento Luz del Porvenir” nace porque la Municipalidad decide quitar un tablón que permitía el cruce del Arroyo Maldonado. Se juntaron un grupo de mujeres y lograron reponer el tablón.
La lucha de “Luz del Porvenir” no se terminó con el tablón: debe su nombre, justamente, porque los vecinos se agruparon para conseguir el alumbrado público (que fue con faroles de kerosén hasta 1930), la construcción de veredas, el empedrado de calles, y un sin fin de actividades sociales impulsadas por trabajadores que se sentían identificados con las ideas del socialismo, el comunismo y el anarquismo.
EL “BARRIO DEL CURA”
Del otro lado de Arregui, hacia el norte, se fue formando otra zona, igualmente pobre, pero donde las actividades sociales eran impulsadas por la Parroquia “Nuestra Señora de la Salud”.
Su primer Cura Ecónomo fue el Padre Julio Meinvielle, que llegó al barrio en Marzo de 1933.
El Padre Julio se dedicó a generar actividades para los niños y los jóvenes, y su obra giró en torno a ellos.
La prolífica obra de Meinville -hombre polémico por sus ideas- en Versailles, dejó huellas imborrables para el barrio.
Creó el primer grupo de Scouts Católicos del país. Organizó una Biblioteca (gracias a una donación de la familia Navarro Viola, la misma funciona actualmente en el Ateneo Popular de Versailles).
En 1933, creó la Universidad Popular, con rama femenina (en Caranday) y masculina (en Manuel Porcel de Peralta).
En 1937 fundó con los jóvenes de la Acción Católica el Ateneo Católico, que pronto cedió paso al Ateneo Popular de Versailles, club pensado como centro de recreación y formación para los niños del lugar y del que se habló en toda la Capital por la excelencia que alcanzaron los jóvenes en la práctica de deportes.
La piedra fundamental de la Parroquia “Nuestra Señora de la Salud” se colocó en 1947, en la Navidad de 1951 se ofició la primera Misa y durante las Fiestas Patronales de 1953, Monseñor Copello realizó la inauguración oficial.
EL VERSAILLES “ARISTOCRÁTICO”
La tercer zona sería la “aristocrática”, detrás de donde entonces era la estación del tren.
Ese proyecto de casas a dos aguas nació en 1924: chalets de estilo inglés o coloniales, que se extendieron de Marcelo Gamboa a Nogoyá y de Barragán a Gana, dando una fisonomía característica al barrio y unificando su aspecto. Según cuenta la vecina Olga en el documental “El trencito de Versailles”, en esos chalets vivían los ingleses que trabajaban en altos cargos del Ferrocarril del Oeste.
SOCIEDADES DE FOMENTO, CLUBES Y BIBLIOTECAS
La dinámica que daba el crecimiento poblacional, generaba nuevas necesidades, para canalizar las inquietudes de los vecinos. Así, en todo el territorio del novel barrio de Versailles fueron fundándose sociedades de fomento, clubes y bibliotecas. Muchas de estas instituciones vecinales siguen funcionando en la actualidad, a saber:
- En 1921, se funda el Club “Atlético Versalles” (sede actual: Arregui 6750).
- En 1923, nace la Sociedad de Fomento “Luz del Porvenir” (Dupuy 1135).
- En 1930 nace el Club “Liniers Norte” (Gana 687).
- En 1931, se funda el Club “El Luchador” (Barragán 598).
- En 1934, un grupo de jóvenes vecinos crea la Biblioteca “Belisario Roldán” (actualmente en Gallardo 616, hoy Asociación Civil).
- En 1937 nace el Ateneo Católico, luego “Ateneo Popular de Versailles” (Roma 950).
LA PRIMERA ESCUELA
Si la llegada de los inmigrantes impulsó, primero, la creación de lugares de reunión, como sociedades de fomento y clubes, era inevitable que con el correr de los años, necesiten escuelas para sus hijos.
Al principio, se las arreglaban mandándolos a establecimientos escolares de los barrios vecinos. Con el tiempo, los vecinos de Versailles empezaron a realizar gestiones ante la Municipalidad (para que ceda el espacio físico) y el Ministerio Nacional de Educación, para lograr la instalación de una escuela.
En 1928, El Consejo Nacional de Educación construye la primera escuela de Versailles -proyectada por la “compañía de Tierras del Oeste” en el sector de los chalets coloniales- que se llamará (por sugerencia del señor Kraft -dueño de una imprenta- “Guillermo E. Hudson”), ubicada en Arregui 6840.
La escuela fue inaugurada el 5 de Agosto de 1929, y concurrieron las autoridades del Consejo Nacional de Educación, según un diario de la época.
En síntesis: lo hermoso que tiene Versailles hoy, se debe en buena parte a los luchadores de ayer, que quisieron vivir mejor en un lindo lugar.
Sus actuales vecinos y los que vendrán, en honor a ese pasado de esfuerzo y lucha, sabrán mantener y profundizar ese espíritu que combina humildad, sencillez y sacrificio. Ante lo cual, sólo resta decir: feliz cumpleaños, Versailles!
Claudio Serrentino
Fuentes consultadas: Archivo de las Juntas de Estudios Históricos de Versailles y Villa Real, sitio web todo tren.com.ar, documental “El trencito de Versailles”, Archivo Escuela “Guillermo Hudson”, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.