Monumentos a San Martín, de Santiago a Buenos Aires

La gran epopeya que fue el cruce de los Andes, y el noble objetivo de liberar a Argentina, Chile y Perú, no fue valorado en su tiempo.

El 5 de Abril de 1818 fue la Batalla de Maipo, una acción cruenta, riesgosa y con éxito, que logró erradicar definitivamente a las fuerzas realistas de Chile.

San Martín anunciaba el parte de la victoria: “Acabamos de ganar completamente la acción. Un pequeño resto huye precipitadamente. Nuestra caballería lo persigue hasta concluirlo. La Patria es libre. Dios guarde a V.E. muchos años…”

CHILE: DE LA NEGACIÓN AL HOMENAJE

Habían pasado más de treinta años de estos acontecimientos, cuando surgió en Chile la idea de honrar a sus próceres, consagrando estatuas a Bernardo O’Higgins, José M. Carreras y Javier Portales.

El historiador y político chileno Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) consideró que ese pensamiento quedaba incompleto; faltaba un nombre: San Martín. Tenía críticas en su contra porque “el hombre” no había nacido en Chile… pero el entusiasmo de una generación que había aceptado sólo la herencia de la gloria de sus mayores, repudiando los odios y sus discordias, acalló en breve aquel mezquino murmullo.

Decía Vicuña: “nosotros creíamos que no podía ser sino un error y guardamos silencio, esperando que se reparara lo que juzgábamos el descuido de un momento. Creíamos que la gloria de San Martín era demasiado grande para todos, y nos callamos…El plazo de la modestia, o más bien: de la resignación, está vencido. El plazo de la acción ha comenzado. La América del Sur prestará su mano desde todos los confines para llevarlo a cabo”.

Vicuña Mackenna vio a su héroe con ojos americanos, y quiso honrarlo en medida continental. Por entonces tenía una actividad revolucionaria: combatir el régimen del presidente Montt. Fue condenado a muerte y obligado al ostracismo por casi un lustro. Eso no le impidió ocuparse del homenaje a San Martín desde la cárcel. Se organizó una vasta suscripción sudamericana: El encabezamiento decía “Estatua sudamericana del general don José de San Martín, emprendida bajo los auspicios de una comisión argentina-peruana-chilena”. La integraban los ministros plenipotenciarios de Argentina y del Perú.

Vicuña visitó al General Las Heras en su quinta en Santiago, invitándolo a que su nombre figurara a la cabeza de la comisión: “Para don José, disponga Ud. de mi cuanto guste y sin consulta”. Los residentes argentinos en Chile colaboraron con una fuerte suma. Se amplió con una suscripción americana en Europa. Vicuña Mackenna le solicitó a su tío, Javier Rosales, embajador de Chile en Francia, que se ocupara de contactarse con algún escultor experto en estatuas ecuestres. Se obtuvieron unos 22.000 francos. El 21 de Noviembre de 1857 se celebró en París el contrato con el escultor francés Louis Joseph Daumas (1801/1887) por el precio de 9.000 pesos, sin contar el pedestal para realizar la estatua ecuestre de San Martín. En 1859, terminado el modelo de yeso y aprobado por la comisión, y en 1860 fue fundida en tres partes por Eck y Durand.

A principios de 1861, la estatua llegó a Chile. El costo total de la estatua, su pedestal, flete y la colocación fue de 20.000 pesos. Fue necesario construir una carreta especial para poder trasladarla del puerto de Santiago a su lugar definitivo. En esos momentos, Vicuña se hallaba en el ostracismo, por lo que tuvo que postergarse la inauguración hasta el 5 de Abril de 1863.

La estatua del general San Martín está representada en el acto de dar la libertad a Chile. Lleva una bandera oriflama, coronado por la efigie de la libertad. Daumas trató de ajustarse con la mayor fidelidad a las instrucciones de Vicuña, quien opinó: “la parte más bella del monumento es su rostro”. El busto del jinete era un mérito incomparable aunque el traje histórico de San Martín, su sombrero es anticuado. Sus botas granaderas, su silla que realzan su figura, habían sido fielmente copiado de los objetos de uso personal, que habían pertenecido al prócer, y estaban en Grand Bourg.

“Paris, 28 de febo. 1857- Sor Dn B. Vicuña Mackenna
…al tener hoy el gusto de contestarla permítame U. le exprese en nombre de mi Señora y en el mío propio, mi sincero agradecimiento por la patriótica iniciativa de U. en el proyecto de consagrar un Monumento Sud-Americano a la memoria de mi venerado Sor Padre Político, el Gral. San Martín”. Fdo.M. Balcarce

Existe una crítica al caballo, porque se le había pedido al escultor que imitara lo más posible al caballo chileno, que se reprodujera un término medio entre el caballo normando y el árabe, pero el escultor carecía de un modelo para esculpirlo. Se dijo que Daumas no había alcanzado el éxito completo, sin embargo en su conjunto se afirmó “que era un monumento armonioso”.

Vicuña escribió la primera biografía de San Martín. Ob-tuvo importantes y valiosos archivos inéditos del propio Libertador, guardados celosamente por su hijo político Mariano Balcarce que lo puso a disposición, sin reservas.

Sumó la correspondencia de O´Higgins y San Martín que le obsequiara en Lima su hijo Demetrio en 1860. Un nutrido material, dada la gran amistad de ambos próceres. Incluso descubrió la clave secreta utilizada entre ellos. Por decisión de Vicuña, fue impresa por primera vez en 1863, coincidiendo con la inauguración del monumento.

La inauguración fue el 5 de Abril de 1863, a los 45 años de la gloriosa batalla de Maipú.

Decía Vicuña: “el 5 de Abril no será una cifra muda que vaya a perderse. San Martín, Maipú y la Independencia de Chile forman una sola entidad de gloria…”.

La alegría de la inauguración coronaba sus esfuerzos junto a la publicación de la biografía. Se leía en el Diario “El Mercurio”:

“Los capitalinos concurrieron en masa a la ceremonia. Tanto es así, que la policía hacía esfuerzos para contener las olas del pueblo que se suceden en dirección al pedestal de la estatua. La fecha simboliza el 45 aniversario de la Batalla de Maipú. El 5 de Abril de 1918 había mucha gente colgada de los árboles de la alameda, más de 30.000 almas. Los ancianos aseguraban que desde la jura de la Independencia no se había visto en Chile, una solemnidad patriótica más hermosa y más conmovedora. Se destacaba a su propulsor, Vicuña Mackenna.

Se encontraban formado los batallones de la Guardia Nacional, una Banda de Artillería y el Regimiento de Cazadores a Caballo, mientras el venerable General Benjamín Viel, bizarramente montado en su caballo blanco, recorría la línea dictando sus órdenes. Estaban presentes los integrantes de la Unión Americana que portaban banderas de los países del continente. El presidente de la República, don José Joaquín Pérez y su comitiva ocupaban una cuadra de extensión, más los ministros, generales y profesores del Instituto Nacional, miembros de la Universidad de Chile y sacerdotes como Joaquín Larrain y Mariano Casanova.

El que más llamaba la atención era el anciano, general Gregorio de Las Heras, famoso militar argentino del Ejército Libertador. La gente le gritaba: ‘Héroe de Maipú, Salvador de Cancha Rayada… Él, con un semblante conmovido y mirando al monumento dijo: San Martín, Gran y Glorioso Libertador de las dos Repúblicas, un antiguo oficial de vuestro ejército os saluda…’.

Hablaron el ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Antonio Tocornal: hace 45 años, el ilustre guerrero, en un día como hoy, en cuyo honor se erige este monumento, alcanzó en el vecino campo de Maipú, la gran victoria que afianzó la Independencia de Chile y contribuyó poderosamente a la toda América española. Otro orador fue José Victorio Lastarria. Literatos recitaron poemas dedicados al prócer.

Al momento de retirar la funda tricolor que lo cubría, apareció la figura de bronce del héroe y a los disparos de los cañones se unieron todas las voces de un pueblo que gritaba: ¡¡¡San Martín, San Martín…!!!”

MIENTRAS TANTO, EN BUENOS AIRES…

Hubo varios intentos de homenajear a San Martín que no llegaron a concretarse. En 1851, se pensó en levantar una columna conmemorativa en la Plaza “1° de Mayo” de Paraná, Entre Ríos. Una comisión propiciaba recaudar fondos para costear una figura ecuestre en el “llano de Maipo”; Chile, y en el mismo año el General Guido, patrocinaron la idea de levantarle una estatua en “la llanura de San Lorenzo”.

Cuando llegó a Buenos Aires la noticia de que en Chile se levantaría un monumento a San Martín, el gobierno se movilizó en igual sentido. La Municipalidad tomó a su cargo la iniciativa. Se formó una comisión de vecinos del Retiro, presidida por Joaquín Cazón, y su secretario era Leonardo Pereira. Tenía una doble tarea: por un lado, contratar la ejecución de la obra escultórica y preparar el lugar para remodelar el Paseo de Marte (Retiro). Convocó a “todos los ingenieros y demás personas inteligentes, nacionales y extranjeros, para obtener diferentes planos o proyectos de embellecimiento” del Paseo de Marte, donde se iba a colocar el monumento.

En 1879, pasó a llamarse Plaza “San Martín”. El proyecto original era colocar estatuas de los héroes argentinos y americanos. Una comisión de ingenieros compuesta por los señores Moreno, Sourdeaux y Landois examinó los proyectos de Hunt y Schroeder, Le Blanc, Guerrico, Barrabino y Nicolás Canale. La elección recayó en este último. Parte de la comisión se dirigió a París y resolvió encargar una réplica de la estatua al mismo escultor, Daumas. Se optó por hacer algunas modificaciones: la cola del caballo, que en Chile apoyaba sobre el plinto, por motivos de los movimientos sísmicos, aquí estaba libre al viento. Se cambió la bandera que empuñaba San Martín, por el brazo que señalaba el camino a Chile.

El pedestal de mármol de Carrara, fue encargado a Italia y llegó a fines de 1861. La estatua de bronce llegó a bordo en el paquete Buffón y en tres cajones consignados a nombre de Leonardo Pereira. Estuvo tres meses en el puerto y fue desembarcada el 25 de Marzo de 1862. Se comentó en el diario “La Tribuna” la falta de cooperación de parte de las autoridades municipales. Fue muy engorroso el traslado, por lo voluminoso y pesado del envío.

El desembarco se produjo frente a la antigua batería del Retiro, y conducido con numerosas yuntas de caballos por la barranca hasta la calle Arenales, donde iba a emplazarse. Quedó instalada el 6 de Junio e inaugurada nueve meses antes que en el país andino, el 13 de Julio de 1862.

Fue memorable el discurso del presidente Bartolomé Mitre: “Va a descorrerse el velo detrás del cual se oculta la noble imagen del general San Martín, en la actitud heroica en que lo ha inmortalizado el arte, representando el momento en el que, al escalar las más elevadas montañas del orbe, montado en su caballo de guerra, enseñó a sus legiones el camino del heroísmo. La obra de reparación ha sido lenta y tardía, pero segura. Tres Repúblicas lo han aclamado como el padre y el fundador de su independencia y su libertad. El mundo entero lo ha reconocido como el primer genio militar del Nuevo mundo”.

En el Centenario de la Revolución de Mayo, se decide embellecer el pedestal y extender el homenaje al Ejército de los Andes. Se contrató al escultor alemán Gustavo Eberlain. El nuevo pedestal fue enchapado con placas de granito rojo pulido, y asentado sobre una base escalonada con esculturas en sus extremos en bronce que homenajean el Ejército de los Andes y representan alegóricamente a la Partida, la Batalla, la Victoria y el Regreso. Frente al pedestal se colocó la figura masculina que encarna a Marte, dios romano de la guerra, que lanza en su brazo derecho una rama de laurel, símbolo de la victoria. Lo acompaña el cóndor, representación de los Andes.

El plinto tiene tres relieves en bronce que escenifican las batallas de Chacabuco, Maipú y San Lorenzo. Sobre la plataforma que rodea el pedestal, hay cuatro relieves apaisados. Se ubican en los laterales y otros en el frente y contrafrente. Narran el paso de los Andes, la proclamación de la Independencia del Perú, la toma de Montevideo, la Batalla de Salta, la de Tucumán, Tacuarí, Riobamba y Ayohuma. La figura de San Martín fue orientada hacia el oeste, para indicar a Chile, inicio de su plan emancipador.

Fue inaugurado el 12 de Julio de 1910, con la asistencia del presidente Dr. Figueroa Alcorta.

En el año 2011 fue restaurada la estatua de San Martín en Chile e inaugurada ante la presencia de altas autoridades del país andino y del embajador argentino, Ginés González García. El acto finalizó con un espectáculo de tango argentino. Traemos al presente el recuerdo del primer monumento a San Martín en Chile y en la Argentina, en esta evocación patria.

Susana Haydeé Boragno
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