
Ha partido el Padre Jorge Mario Bergoglio, el PAPA FRANCISCO, la conmoción ha sido impresionante. Pudo despedirse de sus fieles en ese Domingo de Pascua. Sus feligreses lo saludaron con alegría, en la Roma que él tanto quería. Ahora viene el dolor, el duelo y evocación de su intensa vida. No tenía tan presente cuánto había archivado de toda su actuación. Me resultó útil para poder saber y escribir sobre su vida, sus viajes, su legado, sobre su accionar tan valioso.
Lo solía ver en la Iglesia de San Cayetano, en Liniers, dando sus homilías para los días 7 de cada mes, y especialmente los 7 de agosto, en la calle Cuzco.
Me viene a la memoria cuando fue elegido PAPA, no se lo esperaba. Las votaciones fueron difíciles. Duraron 5 días. Cuando se eligió el Papa Benedicto XVI, llegó a los 40 votos. Cuando renunció, 11 de febrero de 2013, hubo que elegir uno nuevo. Se necesitó un mínimo de 77 votos, dos tercios indispensables para ser elegido. Pero lo superó, obtuvo más de 90 votos. Las votaciones se daban dos por la mañana y dos por la tarde, todas bajo un juramento de secreto riguroso, bajo pena de excomunión automática. Se realizaron en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Angel. Fue elegido Bergoglio el PAPA número 266 en los dos milenios de la Iglesia Católica. Afuera un público expectante, aguardaba la fumata blanca. Se dijo que por entonces había dos estufas, una para quemar los votos, mezcladas con paja húmeda (con la que se obtenía humo negro) y con paja seca, humo blanco. Puede ser que ahora el sistema sea más moderno.
Recordando su vida
Nació el 17 de diciembre de 1936 en la calle Varela 268, su casa natal en el Barrio de Flores. Su papá era Mario José Francisco, (28 años) y su mamá Regina Sívori (21 años). Tuvo dos hermanos varones y dos mujeres. Fue bautizado en la Basílica de San Carlos y María Auxiliadora, Bocayuva 144, de Almagro, en la Navidad de 1936.
La familia pasó a vivir muy cerca iba a la Plaza “Herminia Brumana”, en Membrillar y Francisco Bilbao, donde jugaba a la pelota con sus amigos. Solía frecuentar la Parroquia “Santa Francisca Javier Cabrini”, Bilbao al 2200. El jardín de infantes y la comunión fue en el Colegio “Nuestra Señora De la Misericordia”, Directorio 2138. Estudió en la Escuela “Coronel Ing. Pedro A. Cerviño”, Varela 358, todos en el Barrio de Flores. Después, concurrió al E.N.E.T. N°.27 “Hipólito Yrigoyen”, Virgilio 1980, Monte Castro, donde estudió química. A los 21 años ingresó al Seminario de Villa Devoto (1957) y un año más tarde pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969 a los 31 años.
Visitaba frecuentemente la Parroquia “San José del Talar”, Navarro 2460, Agronomía , donde Bergoglio trajo en la década del 80, la imagen de la Virgen Desatanudos, y la tradición de venerarla en el país. Ejerció la docencia como profesor de Literatura y Psicología en la Iglesia y Colegio del Salvador, Callao 542, y en la Universidad del Salvador, fundada por la Compañía de Jesús, importante labor académica y responsable de su funcionamiento hasta 1975, en Viamonte 1856, ambos de Balvanera.
En la Catedral Metropolitana, San Martín 27, San Nicolás, asumió (1998) sus tareas como Arzobispo de Buenos Aires, hasta que aceptó el cargo de Papa; hasta entonces, vivió en el Arzobispado de Bs. As. Rivadavia 415, San Nicolás. En la Catedral ejerció su actividad pastoral y mantuvo una intensa agenda de audiencias. Frecuentaba la Iglesia “San Ignacio de Loyola”, Bolívar 225, construida por la orden de los Jesuitas, una de las iglesias más antiguas de la ciudad. Y la Iglesia “San Francisco de Asís”, Alsina 380, Barrio de Monserrat. En él se inspiró Bergoglio, cuando eligió llamarse Francisco. Por enumerar algunas de las iglesias que recorría.
Su vida transcurrió alternando con una de sus grandes pasiones, el fútbol, en el Club San Lorenzo, donde su papá jugaba al básquet, cuando estaba en Av. La Plata y el Bajo Flores. Del Club conservó sus reliquias: un pedazo de tablón del viejo estadio, una camiseta del equipo de fútbol y una foto del Gasómetro.
Fue habitual su presencia en la Villa 11-14 de Cobo y Curapaligue y su presencia en la parroquia “Santa María Madre del Pueblo” donde alentaba el trabajo, para recuperar a adolescentes adictos al paco. Recorría la Villa 21-24, Osvaldo Cruz 3470, Barracas. Desde 1997, fue el principal sostén de la actividad ejercida por el padre José María di Paola, llamado padre Pepe en la parroquia.
Un Jueves Santo, lavó los pies de 12 niños con enfermedades graves en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Lo repitió con enfermos de sida en el Hospital Muñiz, presos de Villa Devoto y las madres que esperaban dar a luz en la Maternidad Sardá, Esteban de Luca 2300, en Parque Patricios.
Su padre vino en el año 1929 del pueblo de Portacomaro, en la provincia de Asti en plena Lombardia, región del Piamonte, Italia, en el vapor Giulio Césare, lugar que Bergoglio visitó en el año 2005. Quiso conocer la casa de su padre y sus abuelos en total privacidad. Trabajó en el ferrocarril.
Su abuela Rosa era muy devota, y tuvo mucho que ver con su vocación religiosa. Un día de primavera, cuando iba a salir con su noviecita Adela Damonte, sintió la necesidad de pasar a confesarse, en la Parroquia “San José de Flores”; le produjo tal emoción, que salió con la convicción que sería cura, aunque no se lo contó a nadie. Con el tiempo rompió con su novia. Con un poco más de 20 años tuvo una infección pulmonar. Una monja le dijo : lo estás imitando a Jesús, que padeció en la cruz y sobrellevó tanto dolor y tanta angustia. Cuando se recuperó, le contó a su familia la decisión de ser cura. Su papá lo apoyó enseguida, su abuela feliz. Su mamá necesitó más tiempo. No lo iba a ver mientras cursaba el Seminario en Villa Devoto. Al final, la mamá lo aceptó, y los Bergoglio estuvieron el día de la ordenación, el 13 de diciembre de 1969. Cuando tenía 37, años fue designado Superior de los Jesuitas en la Argentina. También fue docente en la provincia de Santa Fe, en el Colegio de la Inmaculada Concepción como profesor de Literatura. A Bergoglio le gustaban Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal, entre otros escritores.
La conversión del Padre Jorge al Papa Francisco
Se le preguntó si aceptaba el cargo y que nombre iba a adoptar. Contestó afirmativamente y la elección de su nombre Francisco era en homenaje al Santo nacido en una familia acomodada, que se hizo pobre entre los pobres. La pobreza está en el corazón de los jesuitas. Luego que le pusieron el traje blanco y tras el anuncio de “Habemus Papa”, salió al balcón de la Basílica. Se mostró sencillo y tímido. Dijo: “Hermanos y hermanas, buenas noches, ustedes saben que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales lo han ido a buscar al “fin del mundo”…pero estamos aquí…les agradezco la acogida, antes que nada quisiera orar por nuestro emérito Benedicto XVI. Oremos todos para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja” Francisco recitó y la multitud lo siguió con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, el 13 de marzo de 2013.
Francisco de Asís aconsejaba: “empiecen hacer lo que sea necesario, luego hagan lo que sea posible y repentinamente estarás haciendo lo imposible”. El Papa Francisco se inspiró del Santo de los pobres, de ahí su reconocida tolerancia hacia otros credos, su infinita capacidad de reconciliación, un precursor del diálogo interreligioso. El Santo inspiró al Papa en su pontificado: “estoy aquí no para ser noticia, sino para indicar que esta es una vía cristiana”.
La Encíclica “Laudato Sí”
Se valoró mucho esta encíclica de Francisco como un aporte a cuidar al Medio Ambiente. Fue gestada como una cruzada contra el cambio climático. Dijo: “la tierra es un depósito de porquería”. Quiso que el lanzamiento del documento tuviera un efecto resonante. Fue una prédica socio ambiental. Se dijo que en la encíclica se advierten sus convicciones, teniendo en cuenta los ríos contaminados, la expansión de la frontera agrícola y el uso de agrotóxicos, problemas que los había visto en Argentina y decidió llevar adelante el proceso de “Laudato Si”. Los primeros borradores se hicieron en la UCA, donde participaron muchas voces, contribuciones de mucho valor. Hubo un ambiente de mucha esperanza cuando se lanzó, en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York.
La Basílica Santa María, la Mayor: sus orígenes
La Basílica donde fueron inhumados los restos del Papa Francisco, está situada en la cima de una de las 7 colinas de Roma, la del Esquilino, a 55 metros sobre el nivel del mar. Es una de las cuatro Basílicas patriarcales de Roma y es la única que ha conservado la estructura paleocristiana. Se llama también Liberiana, por el Papa Liberio (352/360) quien había erigido allí una primitiva iglesia. La actual fue construida por Sixto III (432/44), después del Concilio de Éfeso (431) en el cual se reivindicó para la Virgen el título de Madre de Dios.
Durante el pontificado de Pablo VI (1962/1978) se efectuaron importantes excavaciones, donde salieron a la luz tramos de un edificio romano del siglo I, y un patio con frescos y decoraciones de los siglos II y III que representan escenas de los trabajos del hombre marcado por el calendario de las estaciones. Se cuenta que el 5 de agosto de 538, el Esquilino, en pleno verano, se presentaba todo nevado; allí apareció la Virgen, que también le había aparecido en los sueños del Papa Liberio, en el punto más alto de la colina. Liberio trazó en la nieve el perímetro de la Basílica en el punto más alto, donde surgió su sueño. A través de los años tuvo varias modificaciones y ampliaciones para llegar, hoy, a esta magnífica Basílica, donde tantas veces rezó el Padre Bergolio y continuó haciéndolo durante su Papado. Hoy, por su decisión, guarda sus restos por y para la eternidad de su alma.
Postales de su vida
“Decir viejo es decir experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, escucha, reflexión, lentitud, valores que necesitamos desesperadamente¡ El problema es como envejecemos, la muerte no es el final de todo, es el comienzo de algo”. Fiel a su estilo austero, rechazó los símbolos papales ostentosos: el anillo de oro macizo, llevó uno de plata bañado en oro, llevó una cruz de plata en vez de oro, rompió con el simbolismo de los zapatos rojos que representan la sangre de los mártires, uso zapatos negros hasta en su entierro, rechazó el auto oficial y pagó de su bolsillo la cuenta del hotel donde se alojó, antes de asumir como Papa. Conservó el escudo de obispo de Buenos Aires y prescindió la estola roja con bordes de armiño. Eligió un palio, que simbolizaba su ministerio pastoral.
Mientras duró su papado, se albergó en Santa Marta, no aceptó los lujos del Vaticano para vivir, no iban con su gran sencillez. Cuando un Papa muere, se destruye su anillo en un acto de solemnidad. Dijo: los aposentos del Vaticano eran muy grandes para mí. Celebró misa con los jardineros y basureros del Vaticano, y en el medio del oficio religioso, se juntó con ellos para orar. Fue un Papa innovador. Fue el transformador de una iglesia muy golpeada, y produjo el cambio de una era. Decía: “no hay mejor enseñanza que un ejemplo”. “El odio, la envidia y la soberbia ensucian la vida, no tener miedo a la bondad, no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen este mundo”. “Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio”. “La ternura no es una virtud de los débiles sino todo lo contrario, denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor”. “Dios no se cansa nunca de perdonar, pero nosotros… nos cansamos de pedir perdón. No nos cansemos nunca, la humildad es indispensable para que no se arruinen las mejores obras”. “La misericordia hace al mundo menos frío y más justo”. “Pecadores si, corruptos no”.
Estos días hemos visto y escuchado mucho del Papa Francisco, esto me ha permitido conocerlo más y saber de lo inteligente y luminoso que fue. Los ejemplos de sencillez, de amor al prójimo que tuvo. Del legado que nos deja. He cambiado de opinión en algunos aspectos. Estoy agradecida de haber leído y estudiado la intensa vida de Francisco, con tanta y rica historia que merece ser contada. Hasta siempre y eterna gloria en su nueva vida.
Los jesuitas
La Compañía de Jesús fue fundada por Ignacio de Loyola en 1540 en Italia, quien había recuperado la fe cuando resultó herido en la batalla de Pamplona. Era un hombre consagrado a las vanidades del mundo, cuyo mayor placer eran los ejercicios de actos marciales, con un gran vano de ser famoso. La Compañía fue descripta como un ejército en las sombras. En un tiempo se había vuelto tan poderosa, que fue percibida como un rival del pontífice de Roma y tenía el apodo de PAPA NEGRO.
Los jesuitas llegaron al país y se instalaron en 1608 en la parte Noreste de la Plaza del Fuerte, en unas construcciones de poca importancia. Las autoridades los desalojaron porque dificultaban la acción de los cañones del Fuerte. Pasaron a ocupar la manzana comprendida por las calles Defensa , Alsina, Perú y Moreno, donde hoy está la Iglesia Ignacio de Loyola y la Manzana de las Luces. Se extendieron por otros lugares del país, fundando las reducciones jesuíticas.
Se manejaban con cierta independencia de la monarquía española. Su poder se fue ampliando y por ese motivo el Rey Carlos 3° de España y el Marqués de Pombal de Portugal decidieron por una orden del 22/7/1767 expulsarlos de América, confiscándole todos sus bienes, templos, colegios que habían fundado y los territorios. El poder que habían generado, hizo temblar a España. Fueron sacados de todos los lugares donde se habían afincado, y los trasladaron en carretas, cargando libros, alhajas, hasta la Ensenada de Barragán y embarcados en las fragatas vía España. En 1836 fueron autorizados a volver y en forma definitiva, en 1854.
China fue uno de los destinos soñados para el catolicismo. A partir del Siglo XIII, hubo misiones cristianas, franciscanos, agustinos, dominicos que fueron expulsados por el Imperio. Pekín no aceptaba que otro estado le impusiera lideres religiosos. Los jesuitas fueron los únicos misioneros que pudieron establecerse en China. En 1582, la Compañía de Jesús logró penetrar en el territorio chino a través de Matteo Ricci, que les enseñó matemática y astronomía y esto fue de un éxito tal, que fue el primer extranjero en ser invitado a la Ciudad Imperial. Los jesuitas se convirtieron en el puente del conocimiento que les abrieron muchas puertas.
Los Guardias del Papa
Conforman un ejército profesional y los respalda la historia por más de 5 siglos. Son los guardias suizos que cuidan al Papa. Es un cuerpo de élite, con una gran preparación. Su historia comenzó en el siglo XV, cuando los Papas los contrataron para que los cuiden y también para poder participar de acciones militares europeas. Llegaron a cuidar a Luis XVI en el Palacio de Versalles.
Julio II les pidió a los nobles suizos, contratarlos para los estados pontificios, una monarquía absoluta y elitista. Los guardias son todos suizos y católicos, para entrar al ejercito deben tener entre 19 y 30 años y una altura mínima de 1,74, ser masculino, salud impecable y saber idiomas. Una vez aceptados, durante un mes, se entrenan en temas del Vaticano. Deben entrar solteros, pero una vez que consiguen el grado pueden casarse, siempre que haya en el cuartel un departamento libre.
El promedio de estadía, es de 3 años de servicio, solo un 10% pueden estar 15 años. Son ciudadanos del Estado Vaticano, mientras están en la guardia y hasta que dejan de integrar la fuerza. Debe ser bautizado y llevar una carta de recomendación de un cura. El uniforme es de 1914, siguiendo el diseño de hace 500 años, la espada es parte del uniforme pero no la aprenden a usar. Los uniformes cambiaba con los papas, la base actual del mismo, es de los Medici. El uniforme no se lo pueden llevar, sino cumplió 5 años de estadía. Custodian al Papa, lo acompañan en sus viajes. Hay además una guardia de gendarmería que se dedica a la parte de la plaza y a la seguridad de los jardines. Solo saludan ante el paso del Papa, cardenales u obispos. El cuartel tiene patio de maniobras, gimnasio, sala de juego para los chicos, armería, sastrería. Una banda de música integrada por ellos, toca en Navidad y Año Nuevo, cuando el papa reza frente al pesebre. Los 6 de mayo, juran lealtad y le rinden tributo a sus muertos de la primera vez que sirvieron al Papa, en acción de guerra.
Susana Boragno