Ley de medios, hipocresía política, premio consuelo judicial

30 años de democracia: ¿los votos de 9 son más que los de 40 millones?, ignorancia político-judicial, desguace de clarinete pero enguace de grupos mediáticos amigos. La interesante excepción del Canal “Encuentro”.

 

En estos días, en que celebramos 30 años de Democracia, hablaron las urnas. Más tarde, hizo su aparición estelar, por arriba de todos los ciudadanos de a pie, la Corte Suprema. Después, fue el turno de los tres bandos en pugna: el oficialismo, la oposición y las corporaciones.

 

El Domingo 27 de Octubre fue un día de emociones cruzadas. Por la mañana, los medios recordaban que se cumplía el tercer aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. El ambiente era extraño, porque ni se la vió a la Presidente, con orden de reposo absoluto. El vacío presidencial obligó al hijo Máximo a dirigir unas breves palabras públicamente.

 

Llegó la noche, los números, los ganadores, los perdedores. Entre los primeros, se anotan varios: el kirchnerismo a nivel nacional, el PRO en la Ciudad, Carrió y Pino en la Ciudad (aunque salieron segundos), la izquierda “hizo una gran elección en la Ciudad” (¿y si se hubieran juntado…?), la hormiguita Ocaña metió dos legisladores porteños, Massa fue presentado por las corporaciones de medios como el gran triunfador de la noche pero sólo ganó en la Provincia de Buenos Aires, Binner y su previsible triunfo en Santa Fe (¿ya nadie se acuerda de Del Sel?), Cobos y su gran elección en la tierra del buen sol y el buen vino, el Flaco Gioja logró un triunfo pírrico desde el sanatorio, Capitanich en el Chaco, Uribarri en Entre Ríos… ¿Alguien perdió? Quizás, el colorado De Narváez.

 

Mientras los programas políticos intentaban sacarle el jugo a los resultados electorales, una “bomba” tirada por la Corte Suprema hizo olvidar rápidamente la elección: tras 4 años de tira y afloje, finalmente se expidió sobre un par de artículos de la ley de medios (los que le interesan al gobierno nacional y a clarinete).

 

Cuando me enteré del fallo de la Corte, dado a conocer pocas horas después de la derrota electoral del gobierno (las casualidades no existen en política, menos en el ambiente judicial) –más allá de estar de acuerdo o no con lo resuelto- sentí que el voto de 9 juristas, vale tanto o más que el de millones de ciudadanos.

 

Que la Corte defina lo que tiene que definir, pero… ¿tenía que salir el anuncio tan “pegado” al resultado adverso del kirchnerismo? La Corte no debería manejar los mismos tiempos que la política, como Máximo Tribunal que la Constitución Nacional dice que es. ¿Había necesidad de intentar “empardar” o entregarle un “premio consuelo” al gobierno nacional, a pocas horas de su derrota? El fallo que dio a conocer fue justo. El momento en que se transmitió la noticia… inoportuno, al menos. Dejó la sensación de complacencia con el gobierno nacional.

 

Luego de darse a conocer el fallo de la Corte, que obliga al grupo Clarín a deshacerse de Cablevisión (licencia otorgada por el Presidente Néstor Kirchner) o Canal 13 (licencia otorgada por el Presidente Carlos Menem), el ex intendente de Morón y actual titular del AFSCA, Martín Sabbatella, había hecho un acto callejero para celebrar el fallo (por orden de Cristina, según dicen). El día siguiente, fue personalmente a llevar una nota intimando al grupo. Para la ocasión, convocó a un nutrido grupo de periodistas y camarógrafos. Una ridiculez.

 

Los dirigentes de la oposición flamearon su ignorancia por los estudios de “Todo Noticias”. Decían que la Corte coartaba la “libertad de expresión” con el fallo. Todos ellos –Massa, Carrió, Macri, Alfonsín- afirmaban conceptos que son inaceptables: ¿Alguien puede defender, desde la concepción democrática, que tantos medios estén manejados por un solo grupo empresario? ¿Estos políticos no piensan que el día de mañana, por cualquier cuestión, ellos mismos pueden quedarse sin micrófono y sin cámara? (porque molesta a los intereses del grupo, porque no les conviene sacarlos al aire, etc.).

 

Siento que los referentes políticos y judiciales de la Argentina, se llevaron una materia: Comunicación Social. Que por miedo, o por complacencia, o quién sabe por qué intereses, no van al fondo de la cuestión, que es garantizar la pluralidad de voces y de medios. Este episodio lamentable, donde todos hicieron agua con sus pobres argumentos, fue una muestra de ello.

 

De todas maneras, creo que la discusión llegó al gran público, que si algo enseñó la batalla Kirchnerismo-Clarín fue a empezar a leer entre líneas. Y eso nos hizo crecer como ciudadanos. Las continuas referencias de la Presidente, por ejemplo, a los titulares que ella consideraba “falsos” o “mentirosos”, enseñó a los espectadores a no tomar lo que afirman los medios como una verdad absoluta. Pero ojo, todo es relativo: lo que dice Clarín, y también lo que dice Télam…

 

La Presidente Cristina y un clásico: criticando una tapa de "Clarín".
La Presidente Cristina y un clásico: criticando una tapa de “Clarín”.

 

Volviendo a lo central, pienso que los grandes grupos mediáticos (no sólo Clarín, también Vila-Manzano, grupo Indalo –que maneja Cristóbal López-, y otros) no garantizan la pluralidad de voces y de ideas a los ciudadanos. Que la ley deben cumplirla todos, no sólo un grupo, y que tiene otros aspectos que son sistemáticamente descuidados, por ejemplo, el espacio radioeléctrico. Hay más radios que dial, ¿cuándo y cómo van a ordenarlo? Este es uno de los problemas que los oyentes padecen a diario.

 

Otra importante cuestión es quién maneja los medios oficiales, y con qué criterio. Necesitamos que los medios sean del Estado, no del gobierno de turno. Y eso no está pasando, lamentablemente para todos.

 

Una interesantísima excepción es el Canal “Encuentro”: lo mejor que ví en materia de comunicación audiovisual, en las últimas décadas. “Encuentro” demuestra que cuando se quiere hacer TV de calidad, se puede. Con presupuesto, sí, pero también con talento. Debería ser un canal de aire, accesible a todos. Educa, entretiene, informa, de manera accesible y agradable. Es muy bueno.

 

Pero la gran falla de los medios estatales (no sólo pasa en la Nación) es que los representantes de la oposición, y de diversos sectores de la comunidad, no tienen cabida, no tienen espacio.

 

¿Y el reparto igualitario de la publicidad oficial? Este medio está inscripto hace 7 años como proveedor de Télam: nunca recibió una pauta de la Nación… Y no pasa sólo con La Bocina, sino con decenas de medios locales que son sistemáticamente ignorados a la hora de repartir la publicidad oficial que incluso, le siguen dando (aunque en menor cantidad) a los medios nucleados alrededor del clarinete.

 

Si alguien discute estas temáticas –ordenar el espacio radioeléctrico, lograr que los medios estatales sean del Estado y no del gobierno de turno, reparto igualitario de la publicidad oficial- no se sabe, no trasciende. No es parte importante del asunto: ni la Corte se lo exige al Ejecutivo, ni el Congreso pide explicaciones de por qué la ley no se cumple en todos sus aspectos (ambas cámaras cuentan con Comisiones de Comunicación), ni la oposición intenta colocar el tema en la agenda…

 

Cuando surgió el debate por la ley de medios, creí que la democracia iba a saldar una deuda histórica con la sociedad. Esa deuda todavía está pendiente. Por más que desguacen a Clarín, si pocas manos siguen manejando muchos medios… Estamos en problemas.

 

Por Claudio Serrentino

Foto: www.arribaeleste.com

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