Artistas de Floresta recuerdan a Antonio Pujía

Antonio Pujía sigue presente en las calles de Floresta. En esta nota, lo recuerdan tres artistas que, por esas causalidades, también viven en la misma zona que el queridísimo Tano: María Claudia Martínez, Mariela Kahayan y Beto Páez.

El 11 de Junio fue el Día del Vecino, y también, el cumpleaños del vecino ilustrísimo de Floresta: Antonio Pujía nació ese día de 1929, en el pueblo de Polia, Italia.

Ese día, a través de las redes sociales, familiares, amigos, colegas y vecinos lo recordaron con anécdotas, testimonios y fotografías.

La Bocina entrevistó a tres artistas que también son del barrio: María Claudia Martínez, Mariela Kahayan y Beto Páez, quienes comparten con los lectores cómo era su relación con el Tano.

MARÍA, ANTONIO Y EL MONUMENTO A LOS PIBES

“De Antonio tengo varios recuerdos ya porque fue el asesor para el monumento de los pibes de Floresta. Que él sea el asesor tuvo un impacto muy fuerte, porque daba la perspectiva de la claridad y la honestidad que iba a tener el concurso. Y así fue, se cumplió tal cual. Eso por un lado, eso desde lo ético, pero también recuerdo de encontrarme con Antonio en la calle, y que me cuente que todas las mañanas caminaba para mantenerse en forma, para estar ágil, y que siempre pasaba por el monumento da los Pibes de Floresta. Eso lo pinta como un hombre humilde, de cuerpo entero, porque la verdad que mirar la obra de artistas más jóvenes y seguir indagando en lo que viene, después de su obra, es como ir viendo quién lo va a seguir a él, cómo nosotros, los que hemos tomado esa línea de trabajo, de trabajar la figura humana, de la abstracción desde el cuerpo desde la figura y creo que eso es lo que. A él le gustaba que yo siguiera este tema de jugarme con la figura humana tal y como lo estaba haciendo. En un momento dado, desde la globalización esto como que pasó de moda, y yo pienso que nosotros tenemos un proceso histórico en el arte, y entonces necesitamos desarrollar una imagen para nuestro pueblo, que sea una imagen propia, que tenga identidad, y que sea reconocible para las personas que lo van a disfrutar. Así que hemos tenido grandes charlas. La última vez que vino Antonio a mi casa, vino a ver la serie de “Mujeres de Floresta”. Justo estábamos ese día reunidos con los artistas que hicimos el mural por Orletti, estábamos en plena creación, con los bocetos, con distintos estilos, con todo un despliegue de papeles sobre la mesa. Él llegó justo en el momento indicado para mirar cada boceto y decir cosas interesantísimas. Siempre muy atinado, siempre con una mirada sensible y certera. Nos dio la venia de que íbamos bien y a mí me observó todas las esculturas, me dio consejos. A Pujía lo tengo muy cerca en mi corazón” .

María Claudia Martínez

 

LECCIONES DE VIDA, DE AMOR, DE RESPETO

“Artista inmenso; inmenso no sólo por su obra, sino por el saber enseñarnos a través del arte cosas de la vida, porque él con su arte nos daba una lección de vida, una lección de amor, una lección de respeto. Todo su trabajo valoriza a la mujer, resalta la importancia de los niños. A través de obras como ‘Sin pan y sin trabajo’, hizo un reclamo social acerca de la necesidad de igualdad para todos. Valorizó y alentó constantemente a todo artista que se acercara a mostrarle algo, o a pedirle un consejo. Él siempre estaba ahí, dando aliento y acompañando todas las iniciativas y todos los proyectos. Yo no tengo formación académica y siempre le decía eso: maestro, yo tengo formación académica. El me decía: no importa, no importa, vos tenés que confiar y aprender de tus maestros, de los que están alrededor tuyo. Vos, con todo tu potencial, podés seguir creciendo sin necesidad de ir a una universidad. De hecho, me dejó a sus grandes seguidores y discípulos, Analía Romero y Nicolás Boschi, que hoy en día son mis maestros, y eso se los agradezco eternamente. Antonio es inmenso en su obra y en su persona, porque con su vida y su obra nos enseñó también muchas cosas de la vida: cómo vivir y ser felices. Como él dice: no hay mejor profesión que la del artista, y qué hermoso poder ejercerla”

Mariela Kahayan

 

ANTONIO, EL LABURANTE

“Buena onda: eso era lo que tenía y los consejos que daba… daba buenos consejos, tranquilo. Era un ejemplo de laburo, se iba a las 12 y volvía a las 2 de la tarde, y en un tiempo se llevaba las herramientas a la casa. No sé para qué, se llevaba una bolsa de cuero bien de tano de la montaña, donde se llevaba las herramientas. A las 2 de la tarde volvía de nuevo, con el bolso, nos cruzábamos por la plaza, nos reíamos. Además, era un estudioso de todo, sabía mucho, sabía mucho. La cantidad de gente, de alumnos que tenía cuando hacía los cursos… Una vez, fui un sábado a la mañana. Dice: a la tarde espero a los alumnos. Era una mesa que parecía una escultura, tenía todo prolijo: el vino, las copas de cristal, los bocaditos, los saladitos, ¿vos sabés lo que era esa mesa? Era como un cuadro que hacía él, no había nada fuera de lugar, muy especial, y es muy especial, porque todavía me lo encuentro por la plaza, buscando árboles, raíces con formas. Él me metió eso de las raíces, de las ramas, de los árboles y de los pájaros… y yo sigo. Sigo trabajando, como me dijo él” l

Beto Páez

ENTREVISTAS:
Claudio Serrentino
FOTO: FAMILIA PUJÍA

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