
El 1° de Julio del 2008 fue un punto de inflexión en la relación de Bergoglio con las organizaciones que luchaban contra la esclavitud y exclusión en Buenos Aires. La Parroquia de los Emigrantes en el barrio porteño de la Boca se encontraba colmada de migrantes, costureros, cartoneros y sobrevivientes de trata, convocadas por la Alameda, el MTE y los curas villeros, porque el padre Jorge Bergoglio realizaría una misa en oración y protección a todos ellos.
Un mes antes, Gustavo Vera de la Alameda y Juan Grabois del MTE se habían reunido con Bergoglio en el Arzobispado, para solicitarle oración y protección al trabajo de esas organizaciones, que luchaban para liberar a los costureros de talleres clandestinos, dignificar el trabajo de los recicladores y fomentar el trabajo digno y registrado, todo lo cual era fuertemente resistido por las mafias y el poder e incluso hostigado.
Fue entonces cuando el padre Jorge propuso celebrar una misa a favor de las víctimas de esclavitud y exclusión que se realizaría el dia internacional de los derechos de los migrantes.
El padre Mario Videla, que concelebró aquella misa, recuerda que “Cuando se pensó aquella misa se debía cuidar que su mensaje fuera comprendido. Asi que la gente de la prensa del Arzobispado nos dio un texto que èl Iba a leer para que se lo diéramos a la prensa ese dia” .
Sin embargo, cuando Bergoglio llegó a la parroquia y la encontró colmada de pobres que sufrían situaciones de esclavitud y exclusión, se conmovió y pidió reunirse previamente para escuchar algunas de esas historias. Entonces fue cuando algunos costureros y cartoneros le contaron la tremenda realidad que vivían, y le pidieron que rece por ellos y los apoye.
Cuenta Mario Videla que “El cambio fue radical. Se dejó de lado la homilía que estaba preparada y decidió hablar desde el corazón. Y entonces asumió más visiblemente todo aquello por lo que ya venía trabajando. Pero que ese día le dió un baño de realidad!”.
Fue entonces cuando Bergoglio improvisó desde su corazón la homilía en aquella misa que sellaría la alianza del Cardenal y luego Papa Francisco con las organizaciones sociales que ponían en la agenda la lucha contra la trata de personas y la exclusión. Esas misas por una sociedad sin esclavos ni excluidos luego se trasladaron a la plaza Constitución, donde se realizan ininterrumpidamente todos los años.
Fuente: Fundación La Alameda